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Seis de cada diez personas denuncian haber sufrido acoso sexual en conciertos y festivales
viernes, septiembre 26, 2025

Seis de cada diez personas denuncian haber sufrido acoso sexual en conciertos y festivales

Grupo de personas disfrutando en un festival de música al aire libre, entre la multitud del público.

Un concierto o festival suele asociarse con música en vivo, diversión y momentos memorables con amigos. Sin embargo, un nuevo estudio revela que para una mayoría de asistentes la experiencia no siempre es positiva: seis de cada diez personas aseguran haber sido víctimas de acoso o agresión sexual durante un espectáculo en directo.

El trabajo, publicado en la revista Injury Prevention y realizado en Estados Unidos, recopiló las respuestas de casi 1100 participantes que asistían con frecuencia a conciertos, festivales y eventos musicales. De ellos, más del 60 % indicó haber vivido alguna forma de conducta sexual no deseada en ese contexto. El estudio marca una diferencia significativa entre géneros: el 82 % de las mujeres dijo haber sido víctima, frente al 39 % de los hombres. Además, una de cada cinco mujeres declaró que estas situaciones se repiten con frecuencia cuando acuden a este tipo de actividades.

Acoso en múltiples formas

Los episodios relatados van desde comentarios sexuales ofensivos hasta tocamientos no consentidos, intentos de agresión e incluso violación. El problema se intensifica en espacios de gran afluencia, como estadios o recintos con gran capacidad, donde la multitud y el ruido dificultan la denuncia inmediata. Según los investigadores, las mujeres se encuentran en especial situación de vulnerabilidad, incluso cuando asisten acompañadas de amigos o pareja.

Un dato llamativo del estudio es que el 88 % de las víctimas nunca informó lo ocurrido al personal de seguridad ni a los organizadores. De las 574 personas que explicaron las razones, casi la mitad respondió que desconocían cómo o a quién debían acudir. Otro 42 % admitió que, aunque sabían que podían presentar una queja, decidieron no hacerlo porque pensaban que no serviría de nada. Entre los motivos adicionales aparecieron la vergüenza, el consumo de alcohol o drogas en el evento y el temor a no ser creídas.

Los encuestados señalaron además que la probabilidad de que los responsables enfrenten consecuencias legales es mínima, especialmente si se trata de individuos con notoriedad o influencia en el ámbito musical.

Una problemática global

Aunque este estudio se centró en Estados Unidos, investigaciones anteriores en países como Australia, el Reino Unido o Suecia ya habían documentado un patrón similar. Los autores subrayan que ni siquiera se abordaron todas las formas posibles de acoso. Prácticas como la toma de fotografías sin consentimiento no estuvieron incluidas en el cuestionario, lo que sugiere que la magnitud real del problema podría ser aún mayor de lo reportado.

En el artículo, los especialistas advierten: “El gran número de incidentes es alarmante, porque pueden tener consecuencias tanto a corto como a largo plazo en la salud, la calidad de vida y, además, generar efectos sociales, culturales y económicos negativos”. Por ello, reclaman a la industria musical que adopte medidas más estrictas de prevención y atención.

Entre las propuestas destacan la necesidad de contar con equipos de seguridad más visibles y accesibles, así como protocolos claros y difundidos para que las víctimas puedan presentar denuncias en el mismo momento. También insisten en la capacitación del personal que trabaja en estos espacios, desde organizadores hasta vendedores y técnicos, para que sepan cómo responder adecuadamente frente a casos de acoso.

Retos para el futuro

El equipo de investigadores enfatiza la urgencia de realizar nuevos estudios que analicen la eficacia de las normativas existentes en torno a la seguridad en conciertos y festivales. Señalan que la música en vivo debería ser un lugar de disfrute y libertad, no de riesgo para la integridad de los asistentes.

De no garantizarse la seguridad, advierten, se estaría fallando en un aspecto esencial de la experiencia cultural. “Cuando un espacio diseñado para el ocio se convierte en un entorno inseguro, la industria debe replantearse sus prácticas”, sostienen los autores.

La prevención, concluyen, no debe limitarse a reaccionar ante los casos, sino a generar un ambiente en el que los comportamientos abusivos no tengan cabida.

Herramientas de protección contra drogas en bebidas

El debate sobre seguridad en eventos también se conecta con otro riesgo frecuente en fiestas y conciertos: el uso de drogas como el GHB para vulnerar a las personas. Investigadores surcoreanos han desarrollado recientemente un dispositivo innovador para detectar esta sustancia en bebidas: una calcomanía temporal con un sensor químico oculto.

El funcionamiento es sencillo: basta con colocar una gota del líquido sospechoso sobre la “tatuaje” en la piel, y en apenas un segundo aparece una señal roja si el GHB está presente. La marca visible puede permanecer hasta 30 días, lo que incluso podría aportar valor como prueba en un proceso judicial.

Con estas tecnologías, sumadas a cambios en las políticas de seguridad, se abre la posibilidad de que los conciertos y festivales sean espacios más seguros, donde la diversión no esté acompañada por el miedo ni por el riesgo de agresiones.

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