Un estudio recién publicado vuelve a sacudir nuestra comprensión sobre los orígenes del poblamiento de América. El hallazgo de huellas humanas en el Parque Nacional White Sands, en Nuevo México, no solo fue una revelación en 2021, sino que ahora ha sido ratificado con nuevas técnicas de datación, consolidando la evidencia de que los humanos ya caminaban por este continente hace más de 20 000 años, mucho antes de lo que los libros de historia nos enseñaban.
En 2021, un equipo internacional de científicos sorprendió al mundo con un anuncio que, de inmediato, generó entusiasmo y escepticismo: en el lecho seco de un antiguo lago en White Sands, se descubrieron huellas humanas fosilizadas que datarían de entre 21 000 y 23 000 años atrás. El estudio, publicado en la revista Science, afirmaba que esas pisadas eran el “primer y más inequívoco” indicio de la presencia humana en América durante el Último Máximo Glacial. “White Sands ofrece la primera prueba inequívoca de presencia humana en América durante el Último Máximo Glacial”, afirmaba en ese momento el coautor Daniel Odess.
Escepticismo en la comunidad científica
Pese a la magnitud del hallazgo, no todos en la comunidad científica estaban dispuestos a aceptar tan fácilmente la redefinición del relato del poblamiento americano. Muchos investigadores dudaron de la precisión de la datación original. Las huellas se habían fechado analizando semillas y granos de polen que se encontraban en capas del suelo situadas por encima y por debajo de las pisadas.
Ese método no convenció a todos. Los críticos señalaron que los restos vegetales podrían haber sido más antiguos que las huellas mismas, o que podían haberse desplazado a través del sedimento con el tiempo, introduciendo incertidumbre en las estimaciones de antigüedad.
Nuevas dataciones, mismo resultado
Ahora, una nueva investigación publicada en la revista Science Advances reafirma la antigüedad de las huellas mediante un enfoque diferente. Esta vez, los científicos analizaron directamente el cuarzo contenido en la propia capa de sedimento que albergaba las huellas. Utilizando una técnica conocida como luminiscencia estimulada ópticamente (OSL), lograron fechar con mayor precisión el momento en que los granos de cuarzo fueron expuestos por última vez a la luz solar, es decir, cuando quedaron enterrados.
Lo crucial de esta nueva investigación no solo es el resultado, sino también la metodología. Para evitar cualquier sesgo, los investigadores delegaron el análisis a un laboratorio independiente. El resultado: las huellas tienen entre 20 700 y 22 400 años de antigüedad. Es decir, el nuevo rango coincide notablemente con la estimación inicial de 2021, reforzando la validez del hallazgo desde múltiples frentes.
El geoarqueólogo Vance Holliday, autor principal del nuevo estudio y profesor en la Universidad de Arizona, remarcó lo contundente de las evidencias: “Las huellas han sido datadas usando tres materiales diferentes: semillas, polen y ahora sedimento, por tres laboratorios independientes, y dos grupos de investigación distintos. Todos ellos llegan a conclusiones muy similares. Como digo en el artículo, tendría que ser una coincidencia extraordinaria que todas estas dataciones coherentes estuvieran equivocadas”.
Un cambio profundo en la narrativa del poblamiento
Durante décadas, la hipótesis más aceptada sobre el origen de los primeros humanos en América era la del “Corredor Libre de Hielo”: personas procedentes de Siberia habrían cruzado el estrecho de Bering hacia Alaska, y luego descendido por un pasaje abierto entre las grandes capas de hielo de Canadá cuando estas comenzaron a derretirse, hace unos 13 000 años. Esta teoría explicaba también la aparición de la cultura Clovis, considerada durante mucho tiempo la primera civilización humana en el continente.
Sin embargo, las huellas de White Sands, más antiguas incluso que la cultura Clovis, desafían esta cronología tradicional. Si ya había humanos en Nuevo México hace más de 20 000 años, entonces necesariamente llegaron antes del derretimiento de los glaciares. Eso implica que debieron haber atravesado América del Norte durante un período en que el continente estaba en gran parte cubierto por hielo, lo cual obliga a considerar rutas alternativas, posiblemente por la costa del Pacífico.
Jason Windingstad, coautor del estudio y geocientífico del Servicio Nacional de Parques de EE. UU., reflexiona con asombro sobre el hallazgo: “Es una sensación extraña ir al Parque Nacional White Sands y ver las huellas con tus propios ojos. Te das cuenta de que todo lo que creías saber sobre el poblamiento de América del Norte podría estar equivocado”.
¿Dónde están las herramientas?
Una pregunta que aún persiste desde 2021 es por qué no se han encontrado objetos, herramientas u otros restos materiales de las personas que dejaron esas huellas. Esta falta de evidencias tangibles alimentó buena parte del escepticismo inicial.
Holliday ofrece una explicación plausible: “Algunas de las huellas forman parte de trayectos que se pueden recorrer en cuestión de segundos. Es lógico pensar que quienes las hicieron eran cazadores-recolectores en tránsito, que no dejaron atrás sus herramientas. Eran esenciales para su supervivencia, y estaban lejos de fuentes donde pudieran reabastecerse. No se deshacían de sus pertenencias sin razón”.
Una arqueología delicada y compleja
Las huellas de White Sands se preservaron en condiciones excepcionales gracias a una combinación poco común de factores geológicos y ambientales. Están impresas en una antigua capa de barro que alguna vez fue la orilla de un lago, y fueron rápidamente cubiertas por sedimentos adicionales, lo que impidió su erosión.
Estas huellas no solo son antiguas, sino también detalladas. En algunos casos, se han identificado incluso impresiones de dedos de los pies, huellas de niños e interacciones con megafauna extinta como perezosos gigantes o mamuts. El hallazgo no solo documenta la presencia humana, sino que ofrece una ventana íntima a su vida cotidiana y sus desplazamientos.
Una revolución en marcha
Más allá del sitio de White Sands, este descubrimiento está motivando una reevaluación de otros yacimientos en América que previamente habían sido descartados por falta de evidencia clara o métodos de datación poco concluyentes. Si las huellas realmente son tan antiguas como parecen, otros posibles sitios de ocupación temprana también podrían ganar nueva credibilidad.
El investigador Matthew Bennett, de la Universidad de Bournemouth en el Reino Unido, quien lideró el equipo que publicó el estudio original en 2021, expresó su entusiasmo: “Estos descubrimientos nos están llevando a replantearnos los orígenes humanos en América. Las huellas representan una línea de evidencia completamente nueva, distinta de los típicos hallazgos arqueológicos de herramientas o huesos”.
Bennett enfatiza que las huellas humanas son particularmente poderosas: “Una huella es algo que conecta de manera directa al observador con el individuo que caminó por allí. Es un contacto físico con el pasado, una firma personal que atraviesa milenios”.
Implicaciones para la ciencia y la historia
El reconocimiento de que los humanos ya vivían en América hace más de 20 000 años no solo cambia la cronología del poblamiento del continente, sino que también plantea nuevas preguntas sobre la capacidad de adaptación humana en condiciones extremas, durante una de las épocas más frías de la historia reciente del planeta.
¿Cómo sobrevivieron? ¿Qué rutas siguieron? ¿Cuán numerosos eran? ¿Por qué dejaron tan pocos rastros físicos? Estas interrogantes ahora ocupan un lugar central en la investigación arqueológica de las Américas.
A medida que se perfeccionan las técnicas de datación y aumenta la cooperación interdisciplinaria, es probable que más secretos del pasado remoto salgan a la luz. Pero por ahora, las huellas silenciosas impresas en el barro seco de White Sands hablan con elocuencia. Nos dicen que la historia humana en América es más antigua, más compleja y más fascinante de lo que imaginábamos.
Fuente: Vance T. Holliday et al. ,Paleolake geochronology supports Last Glacial Maximum (LGM) age for human tracks at White Sands, New Mexico. Sci. Adv. 11, eadv4951 (2025). DOI: https://doi.org/10.1126/sciadv.adv4951
Fuente: University of Arizona News. (2025). Earliest evidence of humans in the Americas confirmed in new U of A study. news.arizona.edu
Fuente: Matthew R. Bennett et al. ,Evidence of humans in North America during the Last Glacial Maximum. Science373, 1528-1531 (2021). DOI: https://doi.org/10.1126/science.abg7586
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