¿Puede una inteligencia artificial hacernos reír tanto como un buen amigo? Por primera vez, esta pregunta fue puesta a prueba de forma rigurosa y a gran escala por un equipo de investigadores europeos. Utilizando memes de internet como terreno de juego, científicos del KTH Royal Institute of Technology (Suecia) y la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich (Alemania) compararon la capacidad humorística de humanos, sistemas de IA y colaboraciones entre ambos. Los resultados revelan que, aunque la IA puede ser sorprendentemente graciosa, el humor humano sigue teniendo un filo insustituible.
A través de una serie de experimentos estructurados, los investigadores exploraron no solo cuál de los tres enfoques generaba contenido más divertido, sino también cómo la interacción entre humanos y algoritmos influye en la creatividad y la viralidad del contenido. Al centrarse en memes, una de las formas más populares y compartidas de humor digital, este estudio proporciona una perspectiva concreta y culturalmente relevante sobre los límites y el potencial de la inteligencia artificial en el terreno del ingenio y la comicidad.
Un experimento a gran escala con memes clásicos
El diseño del estudio incluyó la creación de tres grupos de producción de memes. El primero estaba compuesto exclusivamente por humanos, quienes trabajaban de forma autónoma; el segundo por humanos asistidos por IA; y el tercero por una inteligencia artificial generando contenido sin intervención humana directa. En todos los casos, los participantes utilizaron plantillas de memes ampliamente reconocidas, como el perro Doge, el personaje Fry de Futurama y la famosa frase de Boromir en El Señor de los Anillos: “One does not simply…”.
Esta elección no fue casual. Según explica el investigador Zhikun Wu, del KTH Royal Institute of Technology, se seleccionaron plantillas globalmente populares para evitar que factores como la comprensión cultural o la familiaridad visual influyeran en la evaluación del humor. La idea era crear un terreno neutral donde se pudiera juzgar la calidad del chiste en sí, más allá del formato.
¿Quién fue más gracioso?
Para medir el impacto de los memes, se convocó a un segundo grupo de cerca de cien evaluadores. Cada uno recibió una muestra aleatoria de 50 memes para calificar según tres dimensiones: creatividad, humor y la probabilidad de que lo compartieran en redes sociales. Las calificaciones se realizaron usando una escala de siete puntos, lo que permitió obtener un análisis detallado y estadísticamente significativo de las diferencias entre los tres grupos.
De forma inesperada, los memes generados exclusivamente por IA obtuvieron en promedio mejores puntuaciones en todas las categorías. Esto sugiere que, aunque la IA aún no iguala los momentos más brillantes del humor humano, puede producir una cantidad notable de contenido humorístico consistente. “La IA es excelente para generar muchas ideas rápidamente”, señaló Wu. “Pero cantidad no siempre significa calidad”.
La chispa humana, aún inimitable
Aunque los promedios favorecieron a la IA, los memes mejor calificados de todo el experimento fueron creados por personas. Los investigadores destacan que, si bien los algoritmos pueden producir contenido que agrada a muchos, los seres humanos tienen una mayor capacidad para crear chistes realmente excepcionales. Las colaboraciones entre humanos y IA también mostraron un rendimiento destacado, especialmente en creatividad y potencial de viralización.
Según Wu, los resultados reflejan que la inteligencia artificial tiende a producir “buenas pero genéricas” piezas de humor. “El modelo es capaz de generar muchas ocurrencias aceptables que conectan con una audiencia amplia, lo que eleva el promedio”, explicó. “En cambio, los humanos son más impredecibles: algunas ideas fracasan estrepitosamente, pero otras son brillantes y utilizan referencias personales o culturales que la IA aún no comprende del todo”.
El valor del trabajo conjunto
Un aspecto clave del estudio fue observar cómo los humanos interactuaban con la IA en el proceso creativo. La mayoría de los participantes que trabajaron con el asistente artificial lo utilizaron solo una vez, y pocos realizaron múltiples rondas de iteración o retroalimentación. Esto limitó el potencial de colaboración, según los autores del estudio. No obstante, cuando sí se produjo una interacción más profunda entre humanos y máquinas, el resultado fue notable.
“Algunas de las mejores creaciones surgieron de un proceso cíclico: la IA generaba una versión inicial, el humano la refinaba, daba feedback al sistema, y luego se hacían más ajustes. En promedio, los mejores memes creados en equipo pasaron por dos o tres rondas de revisión lideradas por personas”, señaló Wu.
Este enfoque iterativo sugiere que la IA puede ser una gran herramienta en manos humanas, potenciando la creatividad sin reemplazarla. Más que una amenaza, la inteligencia artificial se presenta como un copiloto útil en procesos donde se requiere generar muchas ideas rápidamente, para luego dejar la selección y el refinamiento en manos del criterio humano.
El humor: una cuestión de contexto y cultura
Uno de los desafíos que enfrentaron los investigadores fue cómo medir el humor de forma objetiva, dado que la risa es profundamente subjetiva. Para mitigar este problema, se utilizó un grupo internacional y diverso de evaluadores. Además, se randomizó el orden de presentación de los memes, y se analizaron los resultados por temas y estilos para detectar posibles efectos culturales o sesgos.
“Una muestra internacional ayuda a compensar las diferencias individuales en el gusto”, indicó Wu. Sin embargo, el equipo reconoce que no es posible eliminar completamente la subjetividad. “El humor está profundamente ligado a la cultura, el lenguaje y las experiencias emocionales. Y esas son áreas donde la IA aún tiene mucho por aprender”, añadió.
En ese sentido, la investigación no solo aporta datos cuantitativos, sino que también invita a reflexionar sobre el papel de la tecnología en un aspecto muy humano de la comunicación. ¿Puede una IA realmente “entender” un chiste o simplemente imitar su estructura?
Memes hoy, TikToks mañana
La elección de trabajar con memes clásicos fue deliberada. Los investigadores buscaron simplificar el entorno de prueba para centrarse en el contenido humorístico sin que la forma visual o sonora distrajera. Pero la pregunta inevitable es: ¿qué pasaría si el mismo experimento se hiciera con formatos más modernos y complejos, como los videos de TikTok?
Wu sugiere que eso será el siguiente paso. “Los formatos contemporáneos como TikTok agregan capas adicionales de complejidad: audio, ritmo, edición visual. Eso pone en juego señales culturales mucho más sutiles, y puede exponer tanto las fortalezas como las limitaciones de la IA”. Según los autores, el estudio actual funciona como una línea base para futuras investigaciones más ricas en contenido multimedia.
De generadora de contenido a aliada creativa
Más allá de los resultados humorísticos, el estudio también deja una advertencia para el futuro del desarrollo de herramientas de IA. Los investigadores señalan que estos sistemas no deberían limitarse a producir contenido de forma automática, sino que deben evolucionar hacia modelos que apoyen activamente el proceso creativo humano. Eso implica ofrecer sugerencias, adaptarse a estilos personales y aprender de la retroalimentación.
“El objetivo no es reemplazar la creatividad humana, sino aumentarla”, escriben los autores en sus conclusiones. Y aunque la IA puede ser una excelente máquina de ideas, sigue siendo la sensibilidad humana la que transforma un buen chiste en uno inolvidable.
Fuente: Zhikun Wu, Thomas Weber, and Florian Müller. 2025. One Does Not Simply Meme Alone: Evaluating Co-Creativity Between LLMs and Humans in the Generation of Humor. In Proceedings of the 30th International Conference on Intelligent User Interfaces (IUI '25). Association for Computing Machinery, New York, NY, USA, 1082–1092. https://doi.org/10.1145/3708359.3712094
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