Inicio
Curiosidades
Gatos
Hombre
Mascotas
Los gatos maúllan mucho más a los hombres y la ciencia empieza a explicar por qué
viernes, diciembre 05, 2025

Los gatos maúllan mucho más a los hombres y la ciencia empieza a explicar por qué

Gato doméstico maullando a su dueño en la entrada de casa, comportamiento estudiado en investigación publicada en Ethology.

Una nueva investigación muestra que los gatos domésticos vocalizan con mucha más intensidad cuando quien cruza la puerta es un cuidador hombre, una diferencia que podría revelar cómo adaptan su comunicación a los hábitos humanos.

Durante décadas, lo poco que se sabía sobre cómo saludan los gatos a las personas procedía de encuestas sujetas al recuerdo y a las percepciones de los dueños. Ese método dejaba enormes lagunas: ¿exageraban algunos propietarios el comportamiento de sus felinos? ¿Había sesgos inconscientes al interpretar los maullidos? Ante esas dudas, un grupo de especialistas en comportamiento animal de la Universidad de Ankara decidió adoptar un enfoque completamente distinto para observar lo que ocurre en el primer minuto de reencuentro entre un gato y su humano. El resultado, publicado en la revista científica Ethology, aporta una conclusión tan llamativa como consistente: las vocalizaciones se disparan cuando quien vuelve a casa es un hombre.

El hallazgo no solo desafía ideas previas sobre el vínculo felino-humano, sino que también abre una nueva línea de investigación sobre la flexibilidad comunicativa del gato doméstico. La hipótesis central del estudio apunta a que los gatos ajustan su comportamiento a la forma en que las personas interactúan con ellos, una adaptación refinada que podría explicarse por patrones de atención y respuesta muy diferentes entre hombres y mujeres. Pero para llegar a esa conclusión, el equipo investigó secuencias reales, no meras respuestas de cuestionarios.

El proyecto se desarrolló en viviendas particulares y en condiciones completamente cotidianas. Treinta y un cuidadores recibieron la instrucción de portar una cámara en el pecho y grabar los primeros instantes tras cruzar la puerta de su hogar. Los investigadores les pidieron actuar con absoluta naturalidad: entrar tal como lo harían cualquier día, sin llamar al gato ni modificar su comportamiento. Esa captura directa de la rutina doméstica eliminó intermediarios y permitió analizar la conducta espontánea de los animales sin forzarlos a un entorno desconocido.

La medición más precisa realizada hasta ahora

Las grabaciones, una vez recopiladas, se sometieron a un análisis exhaustivo. El equipo codificó los primeros 100 segundos de cada llegada, evaluando 22 tipos de comportamientos felinos, entre ellos maullidos, movimientos de cola, frotamientos, aproximaciones, estiramientos, bostezos y conductas interpretadas como indicadores de estrés o alivio. Esta clasificación minuciosa permitió no solo cuantificar cuántas veces maullaba un gato, sino entender el contexto emocional y social de esos sonidos.

Ahí surgió un dato contundente: los gatos emitieron una media de 4,3 maullidos cuando llegaba un cuidador hombre, frente a 1,8 maullidos cuando la persona que entraba era una mujer. Pero la diferencia no se limitó a los maullidos. También aumentaron otros sonidos —trinos, chirridos, vocalizaciones suaves— que forman parte del repertorio comunicativo usado para captar atención y expresar excitación o expectativa.

La fortaleza del estudio reside en que ese patrón se repitió incluso controlando numerosas variables: ni la edad del gato, ni su sexo, ni su raza, ni el número de personas que vivían en la casa influyeron en la diferencia. Y aunque cada gato tiene una personalidad única, la tendencia general fue clara y estadísticamente estable.

La pregunta inmediata era inevitable: ¿por qué?

Uno de los fragmentos más reveladores del artículo científico afirma que “cuando saludan a cuidadores masculinos, los gatos hacen un uso más frecuente de la comunicación vocal, probablemente debido a diferencias en cómo esos cuidadores responden o interactúan verbalmente con los animales”. En otras palabras, los gatos podrían estar intentando compensar una menor retroalimentación auditiva por parte de los hombres. Si un cuidador tiende a hablar poco con su mascota, el animal puede incrementar su esfuerzo vocal para captar la atención necesaria o provocar una respuesta.

Los científicos subrayan que esta interpretación encaja con décadas de observaciones sobre el comportamiento humano: las mujeres suelen hablar más a sus gatos, responden verbalmente con mayor frecuencia y mantienen interacciones vocales más largas. Esto haría que los gatos no necesiten elevar tanto el “volumen” cuando quien llega es una mujer.

Saludos complejos que van más allá del maullido

Aunque las vocalizaciones marcaron la diferencia más visible, el análisis de las grabaciones reveló un abanico mucho más rico de gestos y movimientos. Los gatos suelen ejecutar una secuencia de saludo compuesta por elementos sociales, afectivos y fisiológicos. Uno de los comportamientos más frecuentes fue la cola completamente erguida, una señal inequívoca de afecto y disposición positiva. También se observaron numerosos frotamientos contra piernas y manos, además de aproximaciones lentas que, en el lenguaje felino, equivalen a una mezcla de bienvenida y reconocimiento.

A la vez, se detectaron comportamientos interpretados como mecanismos de regulación emocional: bostezos, estiramientos y rascado de superficies cercanas. Estas acciones se consideran expresiones de alivio o autorregulación ante situaciones de excitación repentina —como ocurre cuando un gato ha estado solo varias horas y su cuidador finalmente regresa—. Una de las autoras del estudio lo resumió de manera simple: “una bienvenida felina es compleja, combina emoción, necesidad social y liberación de tensión”.

El estudio confirma que los saludos no son solo manifestaciones de alegría; también forman parte de un sistema comunicativo flexible. Lo más llamativo, una vez más, es cómo ese sistema cambia dependiendo de quién está al otro lado de la puerta.

Limitaciones necesarias y un llamado a ampliar la investigación

Los propios investigadores advierten que, aunque los resultados son consistentes, la muestra es relativamente pequeña y todos los participantes viven en un mismo país. Eso deja abierta la posibilidad de que la cultura y las diferencias en hábitos domésticos influyan en los patrones observados. En otras regiones del mundo, la frecuencia con la que los cuidadores hablan a sus gatos —o incluso la forma en que los saludan— podría modificar la reacción vocal del animal.

Sin embargo, la metodología —basada en registros directos y no en entrevistas— marca un avance notable. La elaboración de bases de datos de vídeo reales, tomadas desde el punto de vista del cuidador, podría convertirse en una herramienta estándar para estudiar interacciones humano-animal. Esta técnica permite capturar matices que difícilmente se pueden obtener cuando los dueños simplemente responden un formulario.

Los autores también reconocen que, para consolidar la hipótesis, será necesario replicar el estudio en muestras mucho más amplias y diversas. Ideales serían análisis multicéntricos que incluyan hogares de distintos continentes, culturas lingüísticas y rutinas domésticas contrastadas. Solo así se podrá determinar si los gatos de distintos lugares se comportan de forma similar o si la diferencia entre maullidos a hombres y mujeres es culturalmente variable.

Un espejo del vínculo humano-animal

Más allá de sus limitaciones, esta investigación abre un debate fascinante sobre cómo los gatos interpretan las señales humanas. Durante mucho tiempo se pensó que los gatos tenían una comunicación con las personas limitada y, en ocasiones, indiferente. Sin embargo, cada nuevo estudio refuerza la idea de que los felinos son sensibles a patrones sutiles del comportamiento humano y ajustan su interacción para hacerse comprender.

Si un gato maúlla más a un hombre, no lo hace por preferencia de género, sino porque percibe —a lo largo de muchas repeticiones— que maullar es la vía más eficaz para obtener una respuesta en ese contexto específico. En cierto modo, es un modelo de aprendizaje social: el gato prueba, observa qué funciona y refina su estrategia comunicativa.

Este fenómeno también invita a reflexionar sobre una cuestión más amplia: hasta qué punto los animales domésticos están moldeados por nuestra conducta. Los gatos, tradicionalmente vistos como independientes, muestran aquí una flexibilidad sorprendente. Sus saludos no son un monólogo felino, sino un diálogo que ajustan según la actitud del receptor.

Lo que significa para los dueños de gatos

Para quienes conviven con un gato, los hallazgos del estudio ofrecen una lectura sencilla pero poderosa. Muchos propietarios creen que los maullidos solo indican necesidades básicas —hambre, reclamo, incomodidad—, pero este trabajo sugiere que pueden ser también un reflejo de nuestro propio estilo de interacción. Si un cuidador apenas responde verbalmente, el gato tenderá a elevar el esfuerzo. Si recibe atención constante, podría sentir que no necesita “alzar la voz”.

En resumen, el maullido no es un problema que haya que corregir, sino un componente más de la comunicación cotidiana entre felinos y humanos. Y como todo lenguaje compartido, evoluciona.

El estudio seguirá generando debate, pero su contribución ya es indudable: retrata al gato doméstico como un comunicador adaptativo, atento a nuestras respuestas y capaz de modificar su comportamiento en función de quién le abre la puerta. Para los cuidadores, y especialmente para los hombres, quizá el mensaje sea simple: si tu gato maúlla con entusiasmo cuando vuelves, no es una queja. Es, probablemente, su forma de decirte que te ha estado esperando.

Sin comentarios