Inicio
Cerebro
Depresión
Medicina
Salud Emocional
El óxido nitroso muestra un potencial inesperado como tratamiento para la depresión resistente
martes, diciembre 02, 2025

El óxido nitroso muestra un potencial inesperado como tratamiento para la depresión resistente

Persona sentada con expresión abatida y postura encorvada, mostrando signos visibles de depresión.

Una serie de estudios clínicos sugiere que el uso médico de óxido nitroso puede aliviar de manera rápida los síntomas de la depresión severa, incluso en pacientes que no responden a los tratamientos convencionales.

En los últimos años, la búsqueda de alternativas para tratar la depresión resistente se ha convertido en una prioridad para múltiples equipos científicos. La necesidad es evidente: millones de personas en todo el mundo viven con un trastorno que, en muchos casos, no mejora con los fármacos disponibles. En este contexto, un gas conocido sobre todo por su uso anestésico y recreativo ha comenzado a llamar la atención dentro de la comunidad médica. Se trata del óxido nitroso, cuyo efecto rápido sobre el estado de ánimo está siendo evaluado con rigor científico.

Un análisis conjunto realizado por investigadores de la University of Birmingham y la University of Oxford reunió datos de siete ensayos clínicos y varios estudios adicionales realizados en distintos países. Los resultados, publicados en eBioMedicine, profundizan en una línea de investigación que lleva varios años ganando fuerza. Paralelamente, un comunicado difundido por EurekAlert! describe las conclusiones del equipo, que insiste en la necesidad de continuar investigando para comprender a fondo tanto los beneficios como los posibles riesgos.

Aunque los hallazgos no implican una aprobación clínica inmediata, sí marcan un momento significativo para el estudio de nuevos tratamientos de acción rápida. Los científicos destacan que el gas ha mostrado efectos consistentes en personas con cuadros complejos, entre ellos pacientes que ya habían probado múltiples antidepresivos sin éxito. Esta posible eficacia abre una nueva vía para futuros ensayos que podrían redefinir la atención en salud mental a largo plazo.

Un problema de enormes dimensiones

La depresión severa continúa siendo una de las principales causas de discapacidad en el mundo. Pese a la amplia disponibilidad de medicamentos, muchos pacientes obtienen beneficios limitados. Investigaciones previas del mismo equipo británico han estimado que cerca del 48 % de los pacientes del Reino Unido experimentan poca o ninguna mejora con los antidepresivos más utilizados. Esta cifra, que equivale a prácticamente la mitad de quienes reciben tratamiento, pone en evidencia la urgencia de explorar alternativas terapéuticas.

Los especialistas explican que la depresión va mucho más allá de un bajón emocional pasajero. Se trata de una condición que puede prolongarse durante meses o años y que está asociada a fuertes limitaciones en la vida diaria. En sus manifestaciones más severas, compromete la capacidad de concentración, el sueño, la alimentación, la energía y la toma de decisiones. Para quienes no responden a los fármacos habituales, cada nuevo intento supone una espera prolongada, ya que muchos tratamientos tardan semanas en hacer efecto.

En este panorama, la posibilidad de contar con un tratamiento de acción casi inmediata resulta especialmente valiosa. El interés de la comunidad científica en desarrollar terapias rápidas ha ido aumentando, como demuestra el auge de la investigación en compuestos que actúan sobre receptores específicos del cerebro. El óxido nitroso, que históricamente ha sido usado como anestésico en hospitales, se enmarca ahora en estas nuevas líneas de trabajo.

Cómo se estudió el papel del óxido nitroso

El reciente metaanálisis examinó estudios en los que el gas se administró mediante inhalación en dosis controladas. Los ensayos incluidos abarcaron diferentes tipos de depresión, desde episodios severos hasta casos resistentes a múltiples tratamientos previos. El objetivo principal era identificar patrones comunes en la respuesta de los pacientes, así como conocer los posibles riesgos.

De acuerdo con los autores, tres de los ensayos más sólidos emplearon una concentración del 50 % del gas, administrado de forma breve en un entorno médico. Estas sesiones mostraron una reducción clara y rápida de los síntomas en un número significativo de participantes. En varios estudios, la mejoría se observó en las primeras 24 horas tras una única exposición al gas. Aunque en muchos casos el efecto fue temporal, los pacientes tratados en múltiples sesiones mostraron resultados más duraderos.

La recopilación de los datos permitió detectar un posible mecanismo de acción que guarda cierta similitud con el de la ketamina, una sustancia que también ha ganado interés como tratamiento de acción rápida. Ambas actúan sobre receptores del sistema glutamatérgico, un circuito clave en la comunicación entre neuronas. La activación o modulación de este sistema podría explicar, según los investigadores, por qué algunos pacientes experimentan alivio poco después de recibir el tratamiento.

La participación de grupos de investigación internacionales ayudó a reforzar la validez de los hallazgos. Sin embargo, los autores insisten en que aún no existen ensayos con muestras suficientemente amplias como para sacar conclusiones definitivas sobre eficacia general o indicaciones específicas. Estos resultados iniciales, más que resolver preguntas, han abierto una puerta que los científicos consideran prometedora para la investigación futura.

Efectos secundarios y posibles riesgos

Los estudios evaluaron también la seguridad del proceso. Entre las reacciones adversas más descritas se encuentran mareos, náuseas y dolor de cabeza. Estas molestias se presentaron con mayor frecuencia a dosis más altas, pero en general fueron de corta duración y desaparecieron poco después del procedimiento. Según los informes revisados, no se registraron complicaciones graves ni efectos permanentes en el corto plazo.

A pesar de esta evolución favorable, el equipo advierte que aún no se sabe qué podría ocurrir con el uso prolongado o con tratamientos repetidos durante meses. El gas, cuando se usa de manera recreativa y sin control médico, está asociado a daños neurológicos y deficiencias de vitamina B12. Por ese motivo, los investigadores señalan que es indispensable estudiar si tratamientos médicos cuidadosamente controlados podrían evitar estos problemas a largo plazo o si existe algún tipo de umbral seguro.

Kiranpreet Gill, una de las investigadoras principales de la University of Birmingham, resume el estado actual del conocimiento con una frase contundente: “este trabajo reúne la mejor evidencia disponible y muestra que el óxido nitroso puede ofrecer un alivio rápido y notable para personas con depresión severa”. Luego añade que todavía queda por comprender cómo afecta el gas a distintos subtipos de pacientes o si determinados perfiles podrían beneficiarse más que otros.

Una posible generación de terapias de acción rápida

Varios especialistas consultados por el equipo británico coinciden en que los tratamientos de rápida intervención representan un cambio de paradigma. En algunos pacientes, la lentitud de los antidepresivos tradicionales no solo resulta frustrante, sino también peligrosa. La posibilidad de estabilizar rápidamente a una persona con riesgo alto podría, en un futuro, convertirse en una herramienta complementaria de gran valor clínico.

Gill explica que los análisis sugieren que el gas podría formar parte de una nueva generación de intervenciones diseñadas para actuar en cuestión de horas, no de semanas. “La investigación que estamos realizando sienta las bases para futuros ensayos con tratamientos repetidos y cuidadosamente monitorizados, de modo que podamos determinar cómo incorporar el óxido nitroso a la práctica clínica”, afirma la investigadora.

El siguiente paso del equipo es desarrollar un estudio más amplio que pruebe sesiones repetidas del gas en pacientes seleccionados con depresión severa. La meta es comprender si los efectos observados hasta ahora pueden mantenerse con un protocolo estandarizado y si este tipo de tratamiento puede ser aplicado sin riesgos significativos. La investigación también buscará establecer parámetros como dosis, duración, frecuencia de las sesiones y criterios estrictos de selección.

Una herramienta aún experimental

A pesar de los resultados esperanzadores, los científicos recalcan que el óxido nitroso sigue siendo una intervención experimental. Su implementación fuera de entornos estrictamente clínicos sería prematura e injustificada. El consenso entre los autores es claro: hasta que no se conozcan los riesgos a largo plazo, el tratamiento debe limitarse a ensayos controlados supervisados por personal médico especializado.

El interés creciente en el tema ha llevado también a debatir sobre el papel que este gas podría desempeñar dentro del sistema de salud mental. Al funcionar de manera tan rápida, podría servir como un puente entre crisis agudas y tratamientos de acción lenta. Sin embargo, para alcanzar un marco regulatorio sólido será necesario demostrar, con evidencia más extensa, su nivel real de seguridad y eficacia.

La publicación en eBioMedicine y el comunicado difundido por EurekAlert subrayan la importancia de seguir investigando con rigor. Ambos documentos recalcan que la depresión es una enfermedad compleja que no tiene una única solución, y que los avances científicos deben integrarse cuidadosamente para evitar falsas expectativas.

Aun así, los investigadores consideran alentador que un compuesto tan conocido y accesible pueda convertirse, en el futuro, en una alternativa para personas que actualmente no encuentran alivio con los tratamientos existentes. El camino hacia una aplicación médica formal será largo, pero el interés creciente sugiere que el debate sobre el óxido nitroso como tratamiento para la depresión apenas comienza.

Sin comentarios