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El contacto con la naturaleza podría incorporarse a los tratamientos de salud mental
lunes, noviembre 03, 2025

El contacto con la naturaleza podría incorporarse a los tratamientos de salud mental

Persona caminando entre árboles en un bosque, símbolo del poder terapéutico del contacto con la naturaleza para la salud mental.

Un grupo de investigadores de Australia y el Reino Unido propone integrar terapias basadas en la naturaleza dentro de la atención clínica para trastornos como la ansiedad, la depresión o el estrés.

Caminar entre árboles, escuchar el sonido del agua o simplemente respirar aire puro podría pasar de ser un consejo de bienestar a una herramienta terapéutica formal. Un estudio publicado en la revista Nature Mental Health plantea que las experiencias en la naturaleza podrían mejorar significativamente la salud mental si se integran de manera estructural en la atención médica, particularmente dentro de la ergoterapia. Los autores sostienen que, ante el incremento global de los trastornos mentales, es urgente explorar vías complementarias, seguras y accesibles para mejorar el bienestar psicológico de las personas.

La investigación, liderada por el profesor Ralf Buckley, de la Universidad Griffith en Australia, y científicos del Reino Unido, fue presentada también a través de la plataforma científica SCIMEX, y sugiere que los tratamientos basados en la naturaleza —como caminatas guiadas, jardinería terapéutica o actividades acuáticas— pueden ofrecer beneficios clínicamente relevantes cuando se aplican con acompañamiento profesional. “Sabemos que la exposición regular a entornos naturales tiene efectos positivos en la mente y el cuerpo. Lo que proponemos ahora es institucionalizar ese conocimiento dentro del sistema de salud”, explica Buckley. Según el equipo, este enfoque permitiría aprovechar una intervención de bajo costo con potencial para aliviar la carga de los sistemas sanitarios.

Una vía natural dentro de la ergoterapia

Los autores argumentan que la ergoterapia, disciplina que ayuda a las personas a recuperar autonomía en sus actividades cotidianas tras enfermedades o limitaciones físicas o mentales, es el campo ideal para incluir este tipo de tratamientos. A través de ella, las terapias basadas en la naturaleza podrían recibir cobertura, seguimiento clínico y validación profesional.

El estudio propone que los pacientes con diagnósticos como depresión, ansiedad o estrés crónico participen en sesiones grupales semanales de varias horas, repetidas a lo largo de meses. Estas actividades se desarrollarían bajo la supervisión de terapeutas ocupacionales o facilitadores certificados, en entornos naturales accesibles y seguros. “La clave está en ofrecer experiencias de contacto con la naturaleza que sean consistentes, guiadas y adaptadas a cada persona”, señalan los investigadores.

Según el equipo de la Universidad Griffith, esta integración permitiría superar una de las mayores limitaciones de las terapias verdes: su falta de acceso sistemático. En la actualidad, muchos programas de este tipo dependen de iniciativas locales o de voluntariado, lo que restringe su alcance y continuidad. Incorporarlas en la ergoterapia las haría sostenibles, con criterios médicos claros y beneficios demostrables.

La evidencia científica crece

En los últimos años, numerosos estudios han demostrado que pasar tiempo en entornos naturales reduce los niveles de cortisol —la hormona del estrés—, mejora el estado de ánimo y estimula la función cognitiva. Además, el contacto con la naturaleza se ha asociado con una mayor sensación de conexión social y propósito vital.

“Las experiencias en la naturaleza activan mecanismos fisiológicos, cognitivos y emocionales que favorecen el equilibrio psicológico”, indica el artículo publicado en Nature Mental Health. “Estos efectos pueden contribuir a disminuir los síntomas de ansiedad y depresión y a mejorar el bienestar general”.

El profesor Buckley subraya que la relación entre salud mental y naturaleza no debe verse como una moda pasajera: “La naturaleza no es un lujo, es una necesidad biológica. Nuestros cerebros evolucionaron en contacto con entornos naturales, y reconectarlos con esos espacios puede tener un valor terapéutico profundo”.

Los investigadores citan evidencia acumulada en los últimos veinte años que vincula la exposición a entornos verdes con una reducción significativa de los trastornos del ánimo. Algunos metaanálisis recientes muestran que quienes participan en programas de contacto regular con la naturaleza reportan mejoras en la autoestima, la atención y la capacidad para manejar el estrés.

Romper las barreras de acceso

A pesar de sus beneficios comprobados, las terapias basadas en la naturaleza siguen siendo poco accesibles. Factores como los costos, la distancia geográfica, las limitaciones de movilidad o incluso las barreras psicológicas dificultan que muchas personas con trastornos mentales puedan beneficiarse de ellas.

El estudio liderado por Buckley plantea que su incorporación a los servicios de ergoterapia resolvería parte de esas limitaciones. Los pacientes podrían ser derivados directamente por médicos o psicólogos a programas certificados, adaptados a sus condiciones físicas y mentales. De este modo, las terapias naturales dejarían de depender del esfuerzo individual y pasarían a formar parte de los itinerarios clínicos reconocidos.

“El problema no es la eficacia de la naturaleza, sino la falta de estructura para que la gente acceda a ella de manera constante y segura”, afirma el equipo. “Incluir estos programas en la atención pública y privada permitiría llegar a quienes más lo necesitan”.

Cómo se desarrollan las terapias naturales

Según la descripción de los investigadores, un programa de terapia en la naturaleza puede incluir diferentes modalidades, siempre bajo supervisión profesional. Entre ellas figuran las caminatas guiadas por parques o bosques, actividades de horticultura terapéutica —como el cuidado de huertos o jardines— y ejercicios acuáticos en entornos seguros. Cada actividad busca generar exposición prolongada, al menos varias horas por semana, para maximizar los beneficios fisiológicos y psicológicos.

El contacto multisensorial con la naturaleza —los sonidos del agua, los olores de la vegetación, la luz natural— contribuye a reducir la activación del sistema nervioso simpático y a mejorar la regulación emocional. Además, la participación grupal fortalece los vínculos sociales, un componente clave en la recuperación mental.

Los autores subrayan que estas terapias no pretenden reemplazar los tratamientos convencionales, como la psicoterapia o la medicación, sino complementarlos. “No se trata de elegir entre medicina y naturaleza, sino de combinarlas de forma que potencien sus efectos”, escriben los científicos.

Un desafío para la política sanitaria

La propuesta de integrar la naturaleza en la atención clínica plantea también un reto para los sistemas de salud. Requeriría crear estándares de formación, certificación y evaluación, además de asegurar espacios naturales adecuados y accesibles para los pacientes. Sin embargo, los investigadores consideran que los beneficios potenciales justifican la inversión.

“Las enfermedades mentales representan una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial. Incorporar terapias basadas en la naturaleza podría ofrecer una alternativa costoefectiva y sostenible”, señalan los autores del estudio. En su opinión, esta estrategia ayudaría no solo a los pacientes individuales, sino también a aliviar la presión sobre los servicios de salud y a promover estilos de vida más saludables y conectados con el entorno.

Para Buckley y su equipo, el momento es propicio. “Tenemos suficiente evidencia científica para actuar. Lo que falta es voluntad política y administrativa para traducir ese conocimiento en práctica médica”, afirma. Los investigadores esperan que su propuesta motive a gobiernos, aseguradoras y profesionales de la salud a replantear el papel del entorno natural en la prevención y el tratamiento de los trastornos mentales.

La naturaleza como aliada terapéutica

Mientras la incidencia de la ansiedad y la depresión continúa aumentando en el mundo, los expertos insisten en que la solución podría estar más cerca —y ser más simple— de lo que se piensa. Restaurar el vínculo entre las personas y la naturaleza no solo mejoraría la salud mental individual, sino que podría generar beneficios colectivos en términos de cohesión social, resiliencia y sostenibilidad ambiental.

Como concluye el artículo en Nature Mental Health, “reconocer el poder terapéutico de la naturaleza y situarlo dentro de la medicina moderna no es un retorno al pasado, sino una evolución necesaria de la atención sanitaria del futuro”.

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