Un equipo internacional de investigadores ha identificado un mecanismo biológico que explica por qué la gripe resulta desproporcionadamente mortal en adultos mayores: un exceso de la proteína ApoD daña el sistema inmunitario y multiplica los riesgos de complicaciones graves.
Cada año, la gripe provoca millones de contagios y cientos de miles de muertes en todo el mundo. Para la mayoría de personas sanas, se trata de una enfermedad incómoda que obliga a guardar cama algunos días, con fiebre, dolores musculares y cansancio extremo, pero de la que se termina recuperando. Sin embargo, para quienes superan los 65 años, el virus puede convertirse en una amenaza letal. El envejecimiento debilita al organismo de diferentes maneras, pero hasta ahora no estaba del todo claro qué procesos moleculares hacían que la gripe fuera tan devastadora para este grupo de población.
El avance fue descrito en un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, en el que los investigadores de la China Agricultural University, la University of Nottingham y la University of Edinburgh revelan que la clave está en una glicoproteína llamada apolipoproteína D (ApoD). Este hallazgo no solo ofrece una explicación a un enigma de larga data, sino que abre una vía prometedora para desarrollar tratamientos que reduzcan la mortalidad de la gripe entre las personas mayores.
El papel del envejecimiento en la vulnerabilidad frente a la gripe
La gripe estacional es una enfermedad infecciosa causada por el virus influenza, que ataca principalmente al sistema respiratorio. Aunque afecta a todos los grupos de edad, su impacto es mucho más severo en ancianos y personas con enfermedades crónicas. Según la Organización Mundial de la Salud, entre el 70 % y el 90 % de las muertes relacionadas con la gripe en todo el mundo corresponden a mayores de 65 años.
La inmunosenescencia, es decir, el envejecimiento del sistema inmunitario, ha sido considerada una de las principales razones detrás de esta vulnerabilidad. A medida que pasan los años, las defensas del organismo responden más lentamente y con menos precisión frente a patógenos nuevos. Esto dificulta la producción de anticuerpos eficaces y reduce la capacidad de las células inmunitarias para destruir células infectadas. Pero hasta ahora, la inmunosenescencia era un término paraguas que englobaba muchos procesos sin identificar un culpable directo en el caso de la gripe.
El nuevo estudio aporta una pieza clave del rompecabezas: un exceso de la glicoproteína ApoD altera la comunicación entre células inmunitarias y debilita las defensas justo en el momento en que más se necesitan.
ApoD: de aliado a enemigo en los pulmones envejecidos
La apolipoproteína D es una glicoproteína que, en condiciones normales, cumple funciones beneficiosas. Participa en la regulación del metabolismo de las grasas, interviene en procesos de inflamación y contribuye a la estabilidad de proteínas en las células. La glicoproteinización, es decir, la unión de azúcares a proteínas como ApoD, es un mecanismo fundamental para la comunicación celular y para el reconocimiento por parte del sistema inmunitario.
En los pulmones de personas mayores, sin embargo, la situación cambia drásticamente. Los investigadores hallaron que la producción de ApoD se dispara con la edad y que, en presencia del virus influenza, este exceso resulta devastador. En lugar de reforzar las defensas, el ApoD bloquea la acción de los interferones de tipo I, unas moléculas mensajeras cruciales que alertan al sistema inmunitario de la presencia de un virus.
El profesor Kin-Chow Chang, de la University of Nottingham, lo resume con claridad: “El envejecimiento es uno de los factores de riesgo más importantes de mortalidad por influenza. Además, la población mundial está envejeciendo a un ritmo nunca antes visto en la historia de la humanidad. Esto plantea enormes desafíos para la salud pública y la economía. Por eso es esencial entender por qué los pacientes mayores suelen enfermarse de manera tan grave cuando contraen gripe”.
Cuando los interferones son bloqueados, el virus tiene vía libre para multiplicarse rápidamente. El resultado es una carga viral mucho mayor y una inflamación descontrolada que daña gravemente el tejido pulmonar.
Mecanismo descubierto: mitofagia y destrucción de defensas
El estudio se basó en un análisis comparativo de tejido pulmonar humano de donantes de edad avanzada y en experimentos con ratones envejecidos. Gracias a estas pruebas, los investigadores pudieron identificar un proceso hasta ahora poco comprendido: la relación entre ApoD y la destrucción de las mitocondrias.
Las mitocondrias son los orgánulos responsables de suministrar energía a las células, pero también juegan un papel esencial en la activación de los interferones antivirales. Cuando ApoD está presente en niveles elevados, desencadena un proceso conocido como mitofagia, que consiste en la eliminación de mitocondrias. En este caso, la mitofagia resulta contraproducente, porque priva al sistema inmunitario de una de sus armas más eficaces.
El resultado es una combinación peligrosa: pérdida de energía celular, menor activación de defensas antivirales y un campo abierto para que el virus influenza cause estragos en los pulmones. Como consecuencia, los pacientes mayores no solo sufren una infección más prolongada, sino también lesiones pulmonares más graves, que pueden derivar en neumonía, insuficiencia respiratoria o incluso la muerte.
De la biología básica a nuevas posibilidades terapéuticas
Uno de los aspectos más prometedores de este hallazgo es que ofrece un blanco concreto para desarrollar tratamientos. Si los médicos logran diseñar fármacos que inhiban la acción de ApoD o reduzcan su producción excesiva, se podría proteger a las personas mayores de las formas más graves de la gripe.
El profesor Chang lo explicó en una entrevista difundida a través de EurekAlert!: “Ahora existe una posibilidad real de aliviar la gravedad de la gripe en adultos mayores atacando directamente al ApoD”. La investigación, aunque todavía en fase preclínica, abre la puerta a terapias que podrían complementar la vacunación y mejorar drásticamente la supervivencia durante las temporadas de gripe más intensas.
Hasta ahora, la principal herramienta de prevención ha sido la vacuna contra la influenza. Esta se actualiza cada año para adaptarse a las variantes más probables del virus, pero su eficacia disminuye en personas de edad avanzada debido a la debilidad natural de su sistema inmunitario. Por ello, un tratamiento complementario basado en bloquear los efectos nocivos del ApoD sería un cambio de paradigma en la protección de los más vulnerables.
Impacto mundial de la gripe y el reto del envejecimiento
La gripe estacional sigue siendo un desafío de salud pública de primer orden. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen entre 3 y 5 millones de casos graves de gripe en el mundo y entre 290 000 y 650 000 muertes asociadas. La gran mayoría de estos decesos corresponden a personas mayores o con enfermedades crónicas.
El envejecimiento global agrava el problema. En 2050, se espera que una de cada seis personas en el planeta tenga más de 65 años. Esto significa que el grupo más vulnerable frente a la gripe será cada vez más numeroso, con un impacto sanitario y económico de gran envergadura. Identificar mecanismos moleculares como el de ApoD no solo ayuda a entender el problema, sino que ofrece una base sólida para planificar estrategias de salud pública adaptadas al futuro.
En países como Países Bajos o Reino Unido, donde se han realizado gran parte de los experimentos, los datos muestran que más del 80 % de las muertes por gripe afectan a mayores de 65 años. En América Latina, aunque la gripe no siempre recibe tanta atención mediática como otras enfermedades infecciosas, el patrón es similar: los ancianos representan la mayoría de las hospitalizaciones y fallecimientos.
Datos de referencia en Países Bajos y España
En Países Bajos, el Instituto Nacional de Salud Pública (RIVM) estima que la gripe causa cada año entre 400 000 y 700 000 casos de enfermedad. El número de muertes oscila mucho según la severidad del brote y el tipo de virus circulante: en una temporada “normal”, alrededor de 2700 personas mueren por complicaciones de la gripe, pero en un año excepcionalmente duro, como el de 2017/2018, la cifra superó los 9000 fallecimientos.
En España, los informes del Instituto de Salud Carlos III señalan que las temporadas de gripe también golpean con especial dureza a los mayores. En la temporada 2017/2018, una de las más graves de la última década, se produjeron más de 15 000 muertes atribuibles a la enfermedad, con un 90 % de ellas concentradas en personas mayores de 65 años.
Estos datos refuerzan la necesidad de seguir investigando en profundidad los mecanismos biológicos que explican la vulnerabilidad de los ancianos, así como de buscar tratamientos más eficaces que los protejan.
Retos y perspectivas futuras
Aunque el descubrimiento del papel del ApoD es un paso adelante, los investigadores insisten en que todavía queda mucho por hacer. Será necesario realizar ensayos clínicos que confirmen los resultados en humanos, evaluar la seguridad de posibles inhibidores del ApoD y determinar la mejor manera de combinarlos con vacunas y antivirales existentes.
Además, el estudio plantea nuevas preguntas: ¿por qué aumenta tanto la producción de ApoD con la edad? ¿Es un fenómeno exclusivo de los pulmones o también afecta a otros órganos? ¿Podría el ApoD estar implicado en la gravedad de otras enfermedades respiratorias, como la COVID-19 o las infecciones por virus sincitial respiratorio (VSR)?
Responder a estas cuestiones será clave para transformar este hallazgo en un tratamiento efectivo. No obstante, los investigadores se muestran optimistas. El descubrimiento de un culpable molecular tan específico sugiere que la biología del envejecimiento, aunque compleja, puede ofrecer blancos terapéuticos muy concretos.
Una oportunidad para cambiar el futuro de la medicina respiratoria
La lucha contra la gripe ha dependido durante décadas casi exclusivamente de la vacunación. Si bien esta estrategia ha salvado millones de vidas, las limitaciones en personas mayores han sido evidentes. Ahora, el descubrimiento de la implicación del ApoD abre la posibilidad de un abordaje dual: vacunas que reduzcan el riesgo de infección y fármacos que bloqueen las complicaciones graves en los más vulnerables.
En palabras del profesor Chang, “la investigación demuestra que no tenemos que aceptar pasivamente que la edad convierta a la gripe en una sentencia de muerte para tantas personas mayores. Con una mejor comprensión de los mecanismos implicados, podemos intervenir de manera precisa y salvar vidas”.
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