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Científicos convierten a los rinocerontes en radiactivos para frenar la caza furtiva: una innovadora estrategia de conservación
miércoles, agosto 06, 2025

Científicos convierten a los rinocerontes en radiactivos para frenar la caza furtiva: una innovadora estrategia de conservación

Primer plano de un rinoceronte blanco en una reserva sudafricana; su cuerno, aunque natural, ha sido tratado con isótopos radiactivos para protegerlo de la caza furtiva.

Hacer radiactivo a un rinoceronte suena como una idea descabellada, pero en Sudáfrica un grupo de científicos lo está llevando a cabo con un objetivo claro: salvar a estos animales de la caza furtiva, utilizando la tecnología nuclear como aliada en la conservación.

Sudáfrica, hogar de la mayor población de rinocerontes del mundo, es también el principal escenario de su masacre. Solo en los primeros tres meses de 2025, fueron abatidos 103 ejemplares por cazadores ilegales. La causa es bien conocida: sus codiciadas astas, compuestas de queratina —la misma proteína presente en uñas y cabello humano—, se venden en el mercado negro a precios exorbitantes, impulsadas por falsas creencias sobre sus propiedades medicinales o como símbolo de estatus.

A pesar de los múltiples esfuerzos por parte de las autoridades, organizaciones de conservación y fuerzas de seguridad, las cifras revelan que la lucha contra la caza furtiva sigue siendo insuficiente. Las estrategias convencionales no logran frenar la matanza. Por eso, en un intento por revertir esta crisis ecológica, investigadores sudafricanos han dado forma a un proyecto tan radical como ingenioso: inyectar isótopos radiactivos en los cuernos de los rinocerontes para volverlos detectables en aeropuertos, puertos y puntos de control fronterizo. El método no busca dañar al animal, sino protegerlo, convirtiendo su cornamenta en una trampa para traficantes.

El nacimiento de una idea fuera de lo común: el Proyecto Rhisotope

La propuesta surgió en 2021, cuando un grupo de científicos del Departamento de Ciencias Nucleares de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, comenzó a considerar cómo utilizar los sistemas de detección radiológica —ya instalados en muchos países para prevenir el contrabando nuclear— como herramienta para detener el tráfico de partes de fauna silvestre. Así nació el Proyecto Rhisotope, que ha contado con el respaldo de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés) y diversas entidades académicas y ambientales.

“El objetivo es sencillo, pero poderoso”, explica el profesor James Larkin, líder del proyecto. “Al inyectar cantidades minúsculas de isótopos radiactivos seguros en el cuerno del rinoceronte, logramos que ese cuerno sea fácilmente detectable por los sistemas que ya existen para captar material nuclear. Si un cazador intenta transportar una de estas astas por medios ilegales, las alarmas se dispararán en los escáneres de seguridad”.

Esta solución pretende cambiar las reglas del juego. Al aumentar el riesgo de ser capturado durante el contrabando, los cuernos de rinoceronte pierden valor para las redes criminales, reduciendo el incentivo económico detrás de la caza furtiva.

¿Cómo funciona el proceso y es seguro para el animal?

El procedimiento consiste en inyectar una pequeña cantidad de isótopos radiactivos —en este caso, generalmente trazadores médicos de baja intensidad como el Tecnecio-99m o el Lutecio-177— directamente en el cuerno del rinoceronte. La sustancia no entra en contacto con los órganos internos ni afecta el comportamiento del animal. Los niveles de radiactividad empleados son demasiado bajos para suponer un peligro para la salud, pero lo suficientemente altos para que los sistemas de vigilancia nuclear los detecten incluso en entornos densos como contenedores marítimos.

Para validar esta técnica, los investigadores realizaron un estudio piloto con 20 rinocerontes. Durante seis meses, los animales fueron monitoreados intensivamente, con análisis de sangre, pruebas celulares y observación veterinaria continua. “No encontramos ninguna evidencia de efectos adversos”, afirma Larkin. “Los rinocerontes no mostraron signos de estrés, daño celular ni alteraciones en su salud general”.

Esta evaluación de seguridad fue clave para obtener la aprobación ética y el respaldo de agencias reguladoras. La idea de utilizar radiación en animales protegidos podría generar preocupaciones, pero los expertos enfatizan que se trata de niveles tan bajos que el animal, los humanos que interactúan con él y el medio ambiente no corren riesgo alguno.

La eficacia de la detección: pruebas en situaciones reales

El siguiente paso era confirmar que los cuernos tratados fueran efectivamente detectables por los sistemas de seguridad utilizados en puertos, aeropuertos y pasos fronterizos. Para esto, los científicos emplearon réplicas de cuernos impresos en 3D, infundidos con la misma cantidad de isótopos radiactivos prevista para los animales reales.

Estas réplicas fueron colocadas en diversas condiciones: dentro de equipaje de mano, entre cargas de mercancías aéreas y en contenedores marítimos llenos. En todos los casos, los monitores de radiación estándar lograron identificar la presencia del material radiactivo sin dificultad.

“Incluso con dosis menores a las que se usarán en campo, los sensores respondieron sin falla”, indicó Larkin. “Eso demuestra que no solo es una solución segura, sino también extremadamente efectiva. No hay forma de pasar desapercibido con un cuerno tratado”.

De la teoría a la acción: implementación global en marcha

Con los resultados del estudio publicados y la validación de la seguridad del método, el Proyecto Rhisotope se encuentra listo para escalar su implementación. Actualmente, se están realizando alianzas con reservas naturales, parques nacionales y organizaciones de conservación para comenzar a tratar rinocerontes en libertad y en cautiverio.

“Estamos listos para poner en marcha esta herramienta que puede marcar un antes y un después en la lucha contra la caza furtiva”, declara Larkin. “Hacemos un llamado urgente a todas las entidades que protegen rinocerontes: esta tecnología está disponible, es segura y puede salvar vidas”.

El equipo de Rhisotope también trabaja con entidades internacionales, como la IAEA y las autoridades aduaneras de varios países, para reforzar los protocolos de detección y asegurar que la cadena de monitoreo sea efectiva a nivel global. En ese sentido, el proyecto se convierte en un ejemplo de cómo la ciencia nuclear puede tener aplicaciones insospechadas en la protección de la biodiversidad.

¿Un modelo replicable para otras especies en peligro?

Aunque la iniciativa está centrada en rinocerontes, los investigadores creen que el enfoque podría adaptarse para proteger a otras especies también perseguidas por sus partes corporales. Entre los candidatos figuran los elefantes —por sus colmillos de marfil—, los osos —por la bilis extraída en granjas ilegales— y los pangolines, cuyo comercio ilegal ha crecido vertiginosamente en los últimos años.

Sin embargo, cada especie plantea desafíos diferentes. “No todas las partes animales son igual de accesibles o seguras para inyectar materiales”, explica Larkin. “Además, debemos estudiar los efectos de los isótopos en distintos tejidos y evaluar la logística de tratamiento para cada caso. Pero el principio de base es el mismo: volver detectables los productos de la caza furtiva antes de que lleguen al mercado negro”.

La comunidad internacional ha recibido el proyecto con entusiasmo, considerándolo un ejemplo pionero de cómo la ciencia y la conservación pueden trabajar de la mano. La esperanza es que esta solución, surgida de una necesidad urgente, inspire enfoques similares en otras regiones y para otras especies en riesgo.

Más allá de la tecnología: un cambio cultural necesario

Aunque el Proyecto Rhisotope ofrece una herramienta poderosa, los expertos advierten que ninguna solución tecnológica podrá resolver el problema de fondo si no se abordan también las causas sociales, económicas y culturales que alimentan la demanda de productos derivados de la fauna silvestre. En muchos países, el cuerno de rinoceronte sigue siendo considerado símbolo de riqueza, poder o medicina tradicional, pese a la falta de evidencia científica que respalde tales creencias.

En ese sentido, campañas educativas, cooperación internacional y desarrollo económico en comunidades vulnerables siguen siendo piezas fundamentales del rompecabezas. La radiación puede ser un disuasivo eficaz, pero el objetivo último es que nadie quiera comprar —ni matar por— una asta de rinoceronte.

Fuente: International Atomic Energy Agency. (2025, July 3). Nuclear science and nuclear security infrastructure to protect rare rhinos: IAEA-supported project marks a milestone. https://www.iaea.org/newscenter/pressreleases/nuclear-science-and-nuclear-security-infrastructure-to-protect-rare-rhinos-iaea-supported-project-marks-a-milestone

Fuente: University of the Witwatersrand. (2025, 1 de agosto). Rhisotope Project goes live: Scientific innovation offers new weapon against rhino poaching, by making rhino horns detectable and traceable. Wits University. https://www.wits.ac.za/news/latest-news/research-news/2025/2025-07/rhisotope-project-goes-live.html

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