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Un estudio revela que el uso de cal en la agricultura reduce las emisiones de CO₂
lunes, julio 14, 2025

Un estudio revela que el uso de cal en la agricultura reduce las emisiones de CO₂

Campo agrícola con suelo tratado con cal, mostrando cultivos sanos bajo un cielo despejado, simbolizando prácticas agrícolas sostenibles contra el cambio climático.

Durante siglos, los agricultores han utilizado cal para contrarrestar la acidez del suelo. Sin embargo, una nueva investigación presentada por la Universidad de Yale revela un hallazgo sorprendente: además de mejorar la calidad del terreno, esta práctica también podría reducir significativamente los niveles de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera.

Este descubrimiento contradice la creencia predominante hasta ahora, que sostenía que el uso de cal en los campos agrícolas contribuía a incrementar las emisiones de carbono. El estudio, basado en más de un siglo de datos del sistema fluvial del Misisipi y presentado en la conferencia internacional Goldschmidt 2025 en Praga, desafía directamente las metodologías actuales utilizadas para calcular las emisiones agrícolas, incluidas las empleadas por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).

El hallazgo pone en entredicho una de las premisas más aceptadas del actual sistema de monitoreo climático: que la aplicación de cal en suelos agrícolas genera inevitablemente una liberación de CO₂. Según los autores del estudio, esa interpretación es errónea y podría estar desviando los esfuerzos de mitigación hacia objetivos equivocados.

Un error de cálculo que podría cambiar la política ambiental global

La agricultura es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero a nivel global. Una fracción significativa de esas emisiones proviene directamente del suelo, debido a procesos químicos que liberan carbono. Para mitigar este efecto, los agricultores han esparcido tradicionalmente cal —en forma de carbonato cálcico— con el fin de neutralizar la acidez del suelo, un problema que se ha agravado por el uso intensivo de fertilizantes nitrogenados y la contaminación atmosférica.

Sin embargo, las normas internacionales actuales, entre ellas las del IPCC, parten de la suposición de que todo el carbono contenido en la cal se convierte eventualmente en dióxido de carbono atmosférico. “Eso no es correcto”, afirma el doctor Tim Jesper Suhrhoff, investigador principal del Yale Center for Natural Carbon Capture. “Lo que provoca la emisión de CO₂ no es la cal en sí, sino su reacción con ácidos fuertes presentes en el suelo”.

Suhrhoff explica que si el suelo no contiene niveles significativos de estos ácidos, la cal no genera emisiones. Por el contrario, puede capturar CO₂ atmosférico al formar bicarbonato, una forma estable de carbono disuelto en el agua. “La clave está en comprender la interacción química. Si el suelo está menos acidificado, la adición de cal puede actuar como sumidero de carbono y no como fuente de emisiones”, añade.

El verdadero problema está en la acidez del suelo, no en la cal

Uno de los puntos centrales del estudio de Yale es que la acidez del suelo, y no la cal, es el principal desencadenante de las emisiones de carbono en la agricultura. Esa acidez, afirman los investigadores, es en gran medida el resultado de actividades humanas, como el uso masivo de fertilizantes nitrogenados y la contaminación por óxidos de nitrógeno y azufre.

Cuando estos ácidos reaccionan con los carbonatos naturales o añadidos al suelo, liberan CO₂. “Las directrices actuales suponen que sin la adición de cal no hay reacciones químicas emisoras, pero eso no es cierto. Si el suelo ya está acidificado, seguirá generando emisiones, incluso sin la aplicación de cal”, indica Suhrhoff.

El problema, según los autores del estudio, es que las políticas vigentes están penalizando el uso de cal sin abordar la raíz del problema: la acidez inducida por el ser humano. Además, esta mala interpretación podría estar haciendo que se pasen por alto otros beneficios comprobados de la cal agrícola, como el aumento de la productividad y la reducción de emisiones de óxidos de nitrógeno, un gas de efecto invernadero aún más potente que el CO₂.

Más de cien años de datos del río Misisipi

Para sustentar sus conclusiones, el equipo de Yale analizó más de un siglo de datos hidrológicos y químicos del sistema del río Misisipi, desde el año 1900 hasta la actualidad. Examinaron cómo se ha modificado la química del suelo y del agua en respuesta al uso creciente de fertilizantes, la contaminación del aire y la práctica de aplicar cal.

El análisis reveló una correlación directa entre el aumento del uso de cal agrícola a partir de la década de 1930 y una mayor captura de CO₂ en forma de bicarbonato. Las mediciones de la química del agua fluvial y los modelos geoquímicos coinciden en mostrar que este proceso ya está eliminando CO₂ de la atmósfera a un ritmo cercano al 75 % de su capacidad teórica máxima.

“Esto indica que la práctica ya está funcionando, pero que aún hay margen para mejorar su eficacia”, afirmó Suhrhoff. Los investigadores sostienen que, lejos de ser una amenaza, la cal puede convertirse en un valioso recurso climático si se utiliza correctamente y en su contexto adecuado.

Replantear las políticas climáticas agrícolas

El equipo de Yale aboga por una revisión urgente de las políticas internacionales que regulan las emisiones agrícolas. Consideran que los modelos actuales sobreestiman las emisiones derivadas del uso de cal al no distinguir entre los distintos procesos químicos implicados.

“La cal no es la villana. Los verdaderos culpables son los fertilizantes acidificantes y la contaminación industrial”, afirma Suhrhoff. No obstante, advierte que cualquier cambio en las políticas debe ser aplicado con cautela. “Una estrategia prometedora podría ser la de aplicar primero rocas ricas en silicatos para neutralizar la acidez, y luego agregar cal. Esto maximiza la productividad agrícola y minimiza la liberación de CO₂”.

Además de contribuir a la seguridad alimentaria mundial —un beneficio históricamente reconocido del encalado agrícola—, los autores destacan su potencial como herramienta efectiva de mitigación climática a largo plazo. “Lo que mostramos aquí es que, si se aplica con inteligencia, la cal puede servir también como una solución natural para reducir el carbono atmosférico”, señala Suhrhoff.

Un cambio de paradigma en la lucha contra el cambio climático

Las implicaciones de este hallazgo van más allá de la agricultura. Si se validan a nivel internacional, podrían transformar por completo la forma en que se calcula la huella de carbono del sector agrícola. “Nos estamos enfocando en la herramienta equivocada. Y al hacerlo, podríamos estar perdiendo una oportunidad valiosa para actuar de forma más efectiva contra el cambio climático”, advierte Suhrhoff.

Los modelos climáticos que utilizan muchos países para reportar sus emisiones nacionales podrían estar sobrestimando el papel negativo de la cal en la atmósfera. Si se confirma esta hipótesis, muchos inventarios nacionales de emisiones agrícolas tendrían que ser revisados.

El equipo de Yale espera que su investigación motive a los responsables políticos a reconsiderar las estrategias actuales. “Queremos ver políticas basadas en la causa real de las emisiones, no en supuestos desactualizados. Y que reconozcan los múltiples beneficios que una aplicación adecuada de la cal puede brindar, tanto para los agricultores como para el planeta”, concluye Suhrhoff.

Fuente: Suhrhoff, T. J., Reinhard, C., Kanzaki, Y., Tsao, S.-E., Woollen, B., Reershemius, T., Saiers, J. E., Zhang, S., Raymond, P., & Planavsky, N. J. (2025, julio). Reassessing CO₂ emissions from agricultural liming: A century of geochemical data from the Mississippi Basin [Ponencia]. Goldschmidt Conference 2025, Praga, República Checa. https://conf.goldschmidt.info/goldschmidt/2025/meetingapp.cgi/Paper/29785

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