Un nuevo estudio revela que un ingrediente común en los protectores solares, el ethylhexyl methoxycinnamate (EHMC), puede agravar el problema del plástico marino al frenar su descomposición natural. Además, estimula el crecimiento de bacterias potencialmente peligrosas.
La contaminación por plásticos en los océanos es una de las amenazas ambientales más apremiantes del siglo XXI. Millones de toneladas de desechos plásticos terminan cada año en mares y océanos, afectando a ecosistemas enteros. Pero un nuevo estudio sugiere que esta crisis podría ser aún más grave de lo que se pensaba: los productos de protección solar, ampliamente utilizados en todo el mundo, estarían interfiriendo en los procesos naturales que degradan el plástico. Investigadores de la Universidad de Stirling, en Escocia, han descubierto que una sustancia presente en muchos protectores solares puede alterar significativamente las comunidades microbianas que habitan en los plásticos oceánicos, dificultando su descomposición y aumentando los riesgos para la salud ambiental y humana.
Un ingrediente habitual en protectores solares podría estar alimentando la crisis del plástico
El compuesto en cuestión, ethylhexyl methoxycinnamate (EHMC), actúa como filtro ultravioleta y está presente en una gran variedad de cosméticos, incluidos protectores solares, cremas hidratantes, bálsamos labiales y maquillajes. Cuando las personas se aplican estos productos y luego se sumergen en el mar, pequeñas cantidades del filtro se liberan en el agua.
Aunque en principio parezca una contribución mínima, el nuevo estudio, publicado en la revista Journal of Hazardous Materials, demuestra que EHMC puede adherirse al plástico flotante en los océanos. Una vez fijado al material, este compuesto tiene el potencial de transformar radicalmente la comunidad microbiana que coloniza la superficie del plástico.
Los investigadores expusieron piezas de plástico cubiertas por bacterias marinas a concentraciones realistas de EHMC, similares a las detectadas en playas y aguas costeras del mundo. La respuesta de los microorganismos fue inmediata y preocupante.
El plástico, convertido en hábitat alterado por el protector solar
La profesora Sabine Matallana-Surget, una de las autoras del estudio y experta en ecotoxicología molecular en la Universidad de Stirling, explicó que “una sola molécula, como el EHMC, puede modificar toda la comunidad microbiana presente en el plástico”. Aunque se esperaba alguna respuesta al estrés por parte de las bacterias, los resultados superaron todas las expectativas.
Los investigadores observaron que las bacterias aeróbicas, que dependen del oxígeno para vivir y que suelen contribuir activamente a la degradación del plástico, fueron significativamente suprimidas por la exposición al filtro solar. Al mismo tiempo, otras bacterias anaerobias —que prosperan en ambientes con poco o nada de oxígeno— comenzaron a proliferar. Estas últimas tienden a formar biofilms, unas capas viscosas que envuelven tanto a las bacterias como al plástico, actuando como escudos protectores contra amenazas externas.
“EHMC parece reducir la disponibilidad de oxígeno alrededor del plástico, generando un microambiente más tóxico para las bacterias que sí podrían degradarlo”, explicó Matallana-Surget. “Esto no solo ralentiza la descomposición del plástico, sino que además promueve el crecimiento de microorganismos que pueden representar un riesgo adicional para los ecosistemas y para los humanos”.
Biofilms resistentes: un refugio para patógenos
La formación de biofilms impulsada por EHMC no solo protege al plástico de la descomposición natural, sino que también puede ofrecer un ambiente propicio para bacterias dañinas. Algunas de estas, según los científicos, podrían comportarse como patógenos oportunistas, difíciles de erradicar debido a las estructuras estables de los biofilms.
“Estas biopelículas son persistentes, pegajosas y resistentes. Si se establecen en objetos flotantes que viajan por los océanos, pueden actuar como vehículos de propagación de bacterias patógenas entre regiones marinas muy distantes”, advirtió Matallana-Surget.
Además, estas bacterias patógenas podrían terminar en playas o zonas de recreo acuático, donde los humanos pueden entrar en contacto con ellas, especialmente a través de heridas abiertas, lo que eleva el riesgo para la salud pública.
Una amenaza doble: menos degradación, más patógenos
El equipo de científicos considera que el efecto de EHMC sobre los microbios marinos convierte al filtro solar en una amenaza ambiental doble: no solo obstaculiza la degradación del plástico, sino que también favorece la aparición de bacterias con potencial patógeno.
“Este hallazgo cambia completamente la forma en que percibimos el plástico en el mar”, señala Matallana-Surget. “Ya no podemos considerarlo un simple contaminante inerte; se trata de un ecosistema vivo que interactúa con contaminantes emergentes como los ingredientes de productos cosméticos”.
Además, el estudio hace hincapié en la necesidad urgente de investigar el efecto combinado de los múltiples ingredientes presentes en los productos solares. “Los protectores solares no contienen un solo filtro UV, sino una mezcla de dos o más. Es crucial entender cómo interactúan entre sí y con el entorno marino”, añadió la experta.
¿Cuánto más puede durar el plástico en el mar?
Una de las implicaciones más alarmantes del estudio es que la presencia de filtros como el EHMC puede extender aún más la vida útil del plástico en los océanos. Se estima que muchos tipos de plástico ya tardan más de 100 años en degradarse naturalmente en condiciones marinas. Pero si estos se cubren de biofilms resistentes activados por sustancias químicas como EHMC, el proceso de descomposición podría ralentizarse aún más.
“Estamos hablando de una posible prolongación significativa del tiempo de vida del plástico marino”, advirtió Matallana-Surget. “Esto plantea enormes desafíos no solo para la limpieza de los océanos, sino también para la comprensión de cómo los contaminantes se mantienen y circulan en los ecosistemas acuáticos”.
Una interacción que ya no puede ignorarse
Este estudio demuestra que los impactos ambientales de la actividad humana son más complejos y entrelazados de lo que se pensaba. Mientras los plásticos representan una amenaza persistente para la fauna marina y los hábitats oceánicos, ahora se sabe que otros contaminantes aparentemente ajenos —como los filtros solares— pueden amplificar su efecto.
“El plástico y los productos cosméticos como los protectores solares no deben analizarse por separado”, enfatiza Matallana-Surget. “Interactúan, se potencian mutuamente y crean nuevos riesgos ecológicos que apenas estamos empezando a entender”.
Por ello, la científica pide una reevaluación urgente de las formulaciones de los productos solares y un enfoque más integral en la regulación de contaminantes marinos. “Necesitamos nuevas estrategias de formulación, tal vez alternativas más biodegradables, que protejan tanto a las personas como al entorno marino”, sugirió.
¿Qué soluciones hay a la vista?
Aunque el estudio se centró en un experimento de laboratorio a corto plazo, sus implicancias son de gran alcance. Una posible solución a largo plazo sería reformular los protectores solares eliminando ingredientes como EHMC o reemplazándolos por filtros minerales menos reactivos, como el óxido de zinc o el dióxido de titanio.
Asimismo, algunos expertos proponen limitar el uso de ciertos productos en zonas costeras especialmente vulnerables, o implementar duchas obligatorias antes de ingresar a parques marinos o playas protegidas. En algunos lugares del mundo, como Hawái y Palau, ya se han implementado regulaciones que restringen el uso de protectores solares con ingredientes dañinos para los corales, como la oxibenzona.
En este contexto, el nuevo hallazgo sobre el impacto de EHMC en el plástico marino podría empujar a más gobiernos a tomar medidas similares, extendiendo las regulaciones no solo por la salud de los arrecifes de coral, sino también por el bienestar general del ecosistema marino.
Un llamado a repensar nuestro impacto en el océano
El mensaje del equipo de investigación es claro: en un planeta con océanos ya saturados de plásticos, cualquier compuesto adicional que interfiera con los mecanismos de autodepuración debe ser cuidadosamente examinado. El estudio nos recuerda que incluso gestos cotidianos como aplicarse protector solar pueden tener consecuencias ambientales de largo alcance cuando se replican millones de veces al día en todo el mundo.
La ciencia ha dado un paso más para entender cómo se comporta la llamada “sopa plástica” en el mar, pero también ha revelado que los problemas que enfrenta no solo provienen del plástico en sí, sino de toda una red de contaminantes químicos que interactúan con él de maneras inesperadas.
Fuente: Lee, C. E., Messer, L. F., Wattiez, R., & Matallana-Surget, S. (2025). The invisible threats of sunscreen as a plastic co-pollutant: Impact of a common organic UV filter on biofilm formation and metabolic function in the nascent marine plastisphere. Journal of Hazardous Materials, 495, 139103. https://doi.org/10.1016/j.jhazmat.2025.139103
Fuente: University of Stirling. (2025, 4 de julio). When sunscreen meets plastic: A newly discovered threat to marine ecosystems. University of Stirling. Recuperado de https://www.stir.ac.uk/news/2025/july-2025-news/when-sunscreen-meets-plastic-a-newly-discovered-threat/
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