Un hueso de muslo desenterrado en 1963 en Zambia y olvidado durante décadas en un museo británico está reescribiendo lo que sabíamos sobre el tamaño de los primeros dinosaurios. El hallazgo sugiere que estos animales primitivos, o sus parientes cercanos, ya eran más grandes de lo que se pensaba en los inicios de su evolución.
Durante mucho tiempo, la imagen dominante en paleontología era que los dinosaurios comenzaron siendo animales pequeños y ligeros, que solo con el paso de millones de años evolucionaron hacia las formas gigantescas y pesadas que caracterizan a especies como el Tyrannosaurus rex o el Argentinosaurus. Sin embargo, una nueva investigación publicada en la revista Royal Society Open Science propone un escenario distinto, a partir de la reexaminación de un fósil que había permanecido sin estudiar desde hace más de medio siglo.
El fósil en cuestión es la mitad de un fémur hallado en Zambia en 1963, y atribuido a un silesáurido, un grupo de reptiles arcosaurios que vivieron durante el Triásico, hace entre 240 y 200 millones de años. Aunque durante mucho tiempo se los consideró primos cercanos de los dinosaurios, un nuevo análisis sugiere que podrían haber sido dinosaurios tempranos o estar aún más estrechamente relacionados con ellos de lo que se pensaba.
Un fósil ignorado por décadas
La historia de este hueso comienza en una expedición científica realizada en el sur de África en los años sesenta, centrada en encontrar restos de reptiles similares a mamíferos, como los dicinodontes y cinodontes, ancestros remotos de los mamíferos modernos. Durante esa búsqueda, los paleontólogos también recogieron otros fósiles, como este fragmento de fémur, pero como no pertenecía al grupo objetivo de la investigación, fue archivado y almacenado sin mayor atención en el Museo de Historia Natural de Londres.
“Este fósil fue descubierto durante una expedición al área que ahora comprende Zambia y Tanzania, a principios de los años sesenta”, explicó Jack Lovegrove, investigador principal del estudio. “Los científicos estaban enfocados en reptiles parecidos a mamíferos, pero también encontraron otros restos. Como este hueso no era de su interés en ese momento, quedó relegado en la colección del museo”.
Décadas más tarde, el fósil volvió a llamar la atención cuando fue redescubierto por el coautor del estudio, Brandon Peecook. La revisión moderna reveló detalles morfológicos clave que lo vinculan estrechamente con los silesáuridos, y lo más sorprendente: su tamaño sugiere que estos animales eran considerablemente más grandes de lo que indicaban los registros anteriores.
Silesáuridos: ¿dinosaurios tempranos?
Hasta hace relativamente poco, los silesáuridos eran una agrupación casi desconocida. No fue sino hasta 2010 que se reconocieron como un grupo separado dentro de los arcosaurios, emparentados con los dinosaurios. Su apariencia y comportamiento los hacen casi indistinguibles de algunos de los primeros dinosaurios conocidos. Por eso, se les había considerado durante mucho tiempo como una “grupo hermano”, es decir, parientes evolutivos cercanos, pero no parte del linaje directo.
Sin embargo, el estudio liderado por Lovegrove propone una visión más audaz: los silesáuridos podrían no ser simplemente primos de los dinosaurios, sino miembros tempranos del grupo dinosauriano en sí. Esta posibilidad convierte a sus fósiles en piezas clave para entender cómo, cuándo y bajo qué condiciones evolucionaron los dinosaurios.
“Esto demuestra cuán valiosas son las colecciones de museos para preservar fósiles cuyo valor puede ser reconocido recién por generaciones futuras”, comentó Lovegrove. En efecto, el hueso de muslo, ignorado durante tanto tiempo, proporciona pistas importantes sobre la morfología, el tamaño y la clasificación de los silesáuridos, así como sobre la diversidad que existía durante el surgimiento de los dinosaurios.
Más grandes de lo que creíamos
Lo que más llamó la atención de los investigadores fue el tamaño del fémur: mucho más grande de lo esperado para un animal del Triásico tardío supuestamente “primitivo”. Esta observación refuerza una tendencia emergente en los estudios paleontológicos: la idea de que algunos de los primeros dinosaurios —o sus ancestros inmediatos— podían alcanzar tamaños importantes mucho antes de lo que se pensaba.
“Algunos fragmentos fósiles de silesáuridos y de un grupo temprano de dinosaurios llamados herrerasaurios muestran que estos animales podían alcanzar tamaños mucho mayores de lo que indican los restos más completos hallados hasta ahora”, señaló Lovegrove. “A medida que encontramos más restos grandes de animales cercanos al origen de los dinosaurios, se vuelve más probable que estos fueran originalmente más grandes”.
Esto abre una nueva línea de debate entre los científicos: si los primeros dinosaurios eran grandes desde el inicio, podría significar que las especies más pequeñas del Triásico tardío no estaban creciendo, sino que representaban una reducción de tamaño con respecto a sus antecesores. De ser así, el patrón de evolución del tamaño corporal en los dinosaurios necesitaría una importante revisión.
El rompecabezas evolutivo
La dificultad para colocar a los silesáuridos dentro del árbol evolutivo se debe, en parte, a la fragmentación de los fósiles encontrados hasta ahora. Muchos de los restos están incompletos o mal preservados, lo que complica su análisis filogenético. Sin embargo, cada nuevo descubrimiento, incluso los realizados entre las colecciones polvorientas de museos, puede proporcionar una pieza faltante en este complejo rompecabezas evolutivo.
El silesáurido más conocido hasta ahora es Silesaurus opolensis, un animal de aproximadamente dos metros de largo, con mandíbulas parecidas a un pico, probablemente adaptadas para alimentarse de insectos o vegetales. Un rasgo característico de este animal, la punta sin dientes de su mandíbula inferior, ha sido utilizado para relacionarlo con los ornitisquios, el grupo de dinosaurios al que pertenecen el Stegosaurus y el Triceratops.
Aunque aún no hay consenso definitivo sobre si los silesáuridos deben clasificarse como dinosaurios o como una rama paralela muy cercana, la posibilidad de que fueran parte del linaje directo de los dinosaurios abre nuevas perspectivas para comprender los inicios de este grupo tan emblemático.
Revalorizando las colecciones científicas
Uno de los aspectos más destacados de este hallazgo es el valor que se le da al trabajo de archivo y conservación realizado en museos. Este tipo de instituciones no solo conservan el patrimonio fósil de la humanidad, sino que también actúan como reservorios de conocimiento en espera de ser redescubierto.
“Este caso subraya la importancia de revisar colecciones antiguas”, indicó Lovegrove. “A veces, los hallazgos más reveladores no provienen de nuevas excavaciones, sino de una segunda mirada a lo que ya tenemos”.
Gracias al trabajo de reanálisis, ahora se sabe que este fósil tiene el potencial de alterar significativamente la forma en que entendemos el origen de los dinosaurios. El simple hecho de que un hueso pasado por alto en una expedición pueda arrojar nueva luz sobre una de las transiciones más importantes de la historia evolutiva —el surgimiento de los dinosaurios— es un recordatorio del valor inestimable de la ciencia cuidadosa y de largo plazo.
¿Y ahora qué sigue?
Para los paleontólogos, el siguiente paso será encontrar más fósiles de silesáuridos —ya sea en campo o en colecciones existentes— que permitan establecer con mayor claridad su relación con los primeros dinosaurios. Si se encuentran más ejemplares de gran tamaño, podría confirmarse que el crecimiento corporal fue una característica temprana del linaje, y no una adaptación posterior como se asumía.
También será necesario continuar con análisis morfológicos detallados y estudios genéticos indirectos que ayuden a afinar las relaciones filogenéticas. Esto podría dar lugar a una reconfiguración del árbol evolutivo de los dinosaurios, con implicaciones para cómo entendemos su origen, su diversidad temprana y su posterior dominio en la era Mesozoica.
Lo que sí es seguro es que el redescubrimiento de este fémur demuestra que todavía hay mucho por aprender sobre el pasado remoto de la Tierra, y que las respuestas a los grandes enigmas evolutivos podrían estar esperando silenciosamente en las estanterías de los museos del mundo.
Fuente: Lovegrove, J., Chapelle, K. E. J., Peecook, B. R., Upchurch, P., & Barrett, P. M. (2025). A new large ‘silesaur’ specimen from the ?Late Triassic of Zambia; taxonomic, ecological and evolutionary implications. Royal Society Open Science, 12(7), 250762. https://doi.org/10.1098/rsos.250762
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