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Científicos identifican especies extintas de la megafauna australiana gracias a una técnica revolucionaria
viernes, junio 06, 2025

Científicos identifican especies extintas de la megafauna australiana gracias a una técnica revolucionaria

Reconstrucción artística de especies de megafauna extinta.

Una investigación multidisciplinaria acaba de resolver una de las incógnitas más intrigantes de la prehistoria: cómo identificar especies de megafauna extintas a partir de fragmentos óseos degradados. Gracias a una nueva técnica basada en proteínas, los científicos han logrado distinguir por primera vez restos fósiles de tres colosales especies australianas desaparecidas hace decenas de miles de años.

Durante milenios, la existencia de animales prehistóricos gigantes en Australia fue objeto de fascinación y especulación. Desde wombats del tamaño de un hipopótamo hasta canguros tan grandes como un alce, la llamada “megafauna australiana” representa una de las ramas más singulares y enigmáticas del árbol evolutivo. Sin embargo, el estudio de estas criaturas ha estado plagado de dificultades, principalmente por el escaso número de restos bien conservados. En muchos casos, los fragmentos fósiles eran tan diminutos y degradados que resultaban imposibles de clasificar con precisión. Ahora, gracias a un avance tecnológico en el campo de la arqueozoología molecular, esta limitación está comenzando a superarse.

Investigadores de la Universidad de Griffith (Australia), la Universidad de Viena (Austria) y la Universidad de Lisboa (Portugal) han desarrollado un conjunto de marcadores de colágeno que permiten identificar restos óseos de tres especies extintas de megafauna marsupial con una precisión sin precedentes. El hallazgo, publicado en la revista Frontiers in Mammal Science, podría revolucionar el estudio de la fauna prehistórica en entornos tropicales, donde el ADN rara vez se conserva.

De fragmentos a identidades: la clave está en el colágeno

El corazón de este avance reside en el colágeno, una proteína estructural que constituye la mayor parte del tejido conectivo en los vertebrados. A diferencia del ADN, que es sumamente vulnerable a la descomposición por calor y humedad, el colágeno puede persistir durante decenas o incluso cientos de miles de años, especialmente en huesos fosilizados.

“Los colágenos se conservan mucho mejor que el ADN en contextos donde este último se degrada con rapidez, como es el caso del clima cálido y húmedo de Australia”, explicó la doctora Carli Peters, autora principal del estudio. Este detalle es crucial, ya que gran parte del continente australiano presenta condiciones ambientales hostiles para la preservación de material genético, lo que ha dificultado durante décadas los análisis moleculares.

El equipo utilizó una técnica conocida como ZooMS (Zooarchaeology by Mass Spectrometry), que permite analizar las cadenas de aminoácidos que componen el colágeno y detectar diferencias sutiles pero significativas entre especies. A través de esta herramienta, desarrollaron marcadores peptídicos específicos que actúan como una “huella digital” para identificar restos óseos, incluso cuando se trata de pequeños fragmentos que serían indistinguibles visualmente.

Gigantes del pasado: las especies identificadas

Mediante esta innovadora técnica, los científicos lograron identificar tres especies de megafauna australiana que vivieron durante el Pleistoceno:

  1. Zygomaturus trilobus, un marsupial herbívoro de gran tamaño, emparentado con los wombats modernos, pero que alcanzaba proporciones colosales. “Era como un wombat del tamaño de un hipopótamo”, explicó la profesora Katerina Douka, coautora del estudio desde la Universidad de Viena.
  2. Protemnodon mamkurra, una especie extinta de canguro gigante, que se diferenciaba de los actuales por su posible locomoción cuadrúpeda. Según Douka, “probablemente se desplazaba de manera lenta, usando sus cuatro patas, una adaptación rara entre los marsupiales”.
  3. Palorchestes azael, una criatura aún más peculiar, con potentes extremidades delanteras, garras enormes y una larga lengua protráctil. Aunque su aspecto recuerda vagamente a un perezoso terrestre, su linaje y comportamiento eran únicos en su género.

Estas especies vivieron en el continente de Sahul, que hace unos 55 000 años unía a Australia, Tasmania y Nueva Guinea en una sola masa terrestre, y formaban parte de un ecosistema dominado por megafauna de tamaños impresionantes.

El enigma de la extinción masiva

Uno de los grandes debates en paleontología gira en torno a la extinción de estas criaturas. Entre hace 50 000 y 10 000 años, muchas especies de gran tamaño desaparecieron en diversos puntos del planeta, incluyendo mamuts en Eurasia, toxodontes en Sudamérica y moa en Nueva Zelanda. Australia no fue la excepción.

¿Qué causó esta extinción masiva? ¿Fue consecuencia directa de la llegada de los primeros humanos modernos? ¿O fue producto de un cambio climático radical? Hasta ahora, la falta de evidencia fósil clara impedía una conclusión definitiva.

“El alcance geográfico y la cronología de la extinción de la megafauna australiana, así como su posible relación con la llegada de los primeros humanos a la región, siguen siendo temas de intenso debate”, comentó la profesora Douka. “Uno de los principales obstáculos ha sido la escasez de fósiles bien conservados con los que trabajar”.

El desarrollo de marcadores peptídicos permite ahora reexaminar restos previamente catalogados como “indeterminados” y asignarlos con mayor certeza a una especie concreta. Esto abre la posibilidad de reconstruir con más precisión las distribuciones geográficas y las líneas temporales de las poblaciones extintas, un paso clave para comprender qué eventos coincidieron con su desaparición.

ZooMS: una revolución en el análisis fósil

El método ZooMS funciona analizando los péptidos —fragmentos de proteínas— del colágeno tipo I, presente en el hueso. Gracias a la espectrometría de masas, los investigadores pueden observar pequeñas variaciones en la secuencia de aminoácidos que, al combinarse, producen un perfil específico para cada género e incluso especie.

En este estudio, el equipo logró diferenciar Protemnodon de cinco géneros de canguros actuales, así como de un género extinto. También distinguieron a Zygomaturus y Palorchestes de otros grandes marsupiales tanto vivos como desaparecidos. Sin embargo, debido a la lentitud con la que evoluciona el colágeno, no fue posible diferenciar a Zygomaturus de Palorchestes a nivel molecular.

“Este tipo de limitación no es inusual en ZooMS”, explicó la doctora Peters. “Los cambios en las proteínas estructurales como el colágeno son muy conservadores en el tiempo, y pueden tardar millones de años en acumular suficientes diferencias para distinguir entre linajes cercanos”. Por ello, los marcadores son especialmente útiles para identificar el género, más que la especie, aunque incluso esto ya supone un gran avance para la paleontología australiana.

Un nuevo horizonte para el estudio de la megafauna

La aplicación de ZooMS en fósiles australianos representa un punto de inflexión para la comprensión de su pasado biológico. Los yacimientos fósiles en regiones tropicales o subtropicales suelen estar afectados por una degradación acelerada de los materiales genéticos. En estos contextos, el colágeno se perfila como la única vía viable para obtener información molecular.

“La técnica permite aprovechar al máximo los fragmentos fósiles fragmentarios que antes eran considerados inútiles”, afirmó Peters. “Y eso, en una región como Australia, donde el ADN rara vez sobrevive, es especialmente valioso”.

El potencial de esta metodología no termina aquí. Según los autores, el siguiente paso es desarrollar marcadores para otras especies emblemáticas que aún no pueden identificarse mediante ZooMS. Dos ejemplos prioritarios son:

  • Diprotodon, el mayor marsupial que jamás haya existido, emparentado con los wombats y koalas, y del tamaño de un rinoceronte.
  • Thylacoleo, un marsupial carnívoro conocido como “león marsupial”, que representa el mayor depredador terrestre de su tiempo en Australia.

¿Humanos o clima? El debate sigue abierto

Con la capacidad de identificar restos previamente ignorados o mal clasificados, los paleontólogos podrán reconstruir cronologías de extinción más detalladas. Esto será crucial para determinar si la desaparición de la megafauna coincidió con la llegada de los humanos, o si fue el resultado de presiones climáticas u otros factores ecológicos.

Hasta ahora, ambas hipótesis siguen compitiendo. Algunos estudios han sugerido que los primeros habitantes de Sahul, al introducir prácticas como la caza sistemática o la quema de vegetación, podrían haber alterado los ecosistemas de manera irreversible. Otros señalan que ya se estaban produciendo cambios climáticos importantes al final del Pleistoceno, lo que habría afectado la disponibilidad de alimento y hábitats adecuados.

“La posibilidad de finalmente responder a estas preguntas con datos más robustos está cada vez más cerca”, señaló Douka. “Cada nuevo fósil identificado correctamente aporta una pieza más al rompecabezas de la extinción”.

Conclusión abierta: el futuro del pasado

Lejos de ser el cierre de una investigación, este estudio representa el inicio de una nueva era para la paleontología australiana. Con herramientas moleculares más refinadas, los investigadores están ahora mejor equipados que nunca para explorar los misterios de un mundo desaparecido, habitado por criaturas que, hasta hace poco, eran apenas sombras en los registros fósiles.

Al mismo tiempo, esta tecnología ofrece lecciones aplicables más allá del pasado. La historia de las extinciones anteriores puede ayudar a entender y anticipar los procesos actuales de pérdida de biodiversidad. A medida que los humanos enfrentan un nuevo periodo de cambios ecológicos masivos, mirar hacia el pasado con herramientas del futuro podría ser nuestra mejor esperanza para evitar repetirlo.

Fuente: Peters, C., Oertle, A., Gillespie, R., Boivin, N., & Douka, K. (2025). Collagen peptide markers for three extinct Australian megafauna species. Frontiers in Mammal Science, 4. https://doi.org/10.3389/fmamm.2025.1564287

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