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Una prueba de sangre promete detectar decenas de tipos de cáncer en etapas tempranas
sábado, mayo 10, 2025

Una prueba de sangre promete detectar decenas de tipos de cáncer en etapas tempranas

Muestra de sangre en laboratorio utilizada para prueba de detección temprana de múltiples tipos de cáncer.

Un avance potencialmente revolucionario en la medicina oncológica está captando la atención de la comunidad científica internacional. Se trata de una prueba de sangre que, con una sola extracción, puede detectar señales tempranas de más de veinte tipos de cáncer. Los hallazgos, publicados en la revista médica BMJ Open, revelan que esta herramienta podría prevenir diagnósticos tardíos en casi la mitad de los casos y salvar miles de vidas cada año, si se implementa correctamente en programas de cribado poblacional.

Una prueba, múltiples objetivos: así funciona el test multitumoral

La prueba, denominada por los investigadores como “multi-cáncer vroege detectietest” (o test de detección temprana multitumoral), representa un concepto radicalmente innovador. En lugar de buscar señales de un solo tipo de cáncer, como hacen los cribados convencionales para mama, colon o cuello uterino, esta nueva herramienta analiza marcadores químicos presentes en la sangre que pueden indicar la existencia de diferentes tipos de tumores.

Entre los cánceres detectables se encuentran algunos de los más agresivos y difíciles de diagnosticar en etapas tempranas, como los de páncreas, ovarios, esófago y pulmón. Además, el test también es capaz de identificar cánceres en la vejiga, hígado, estómago, próstata, tiroides, útero, e incluso en el ano, una localización poco habitual pero igualmente relevante desde el punto de vista clínico.

La clave del funcionamiento del test reside en su capacidad para detectar fragmentos de ADN tumoral o alteraciones epigenéticas en el material genético circulante en el torrente sanguíneo. Estos biomarcadores permiten identificar señales de alerta antes de que aparezcan síntomas físicos o se puedan ver lesiones en imágenes diagnósticas.

Según los investigadores, esta estrategia puede cambiar profundamente la manera en que se detectan los tumores: “Ambos intervalos [anual y bianual] tienen el potencial de interceptar entre el 31 % y el 49 % de los cánceres en una etapa temprana”, señalaron en un comunicado emitido a través del portal EurekAlert!.

Resultados esperanzadores: miles de diagnósticos anticipados

Para evaluar el impacto potencial de esta tecnología, un equipo de investigadores en Estados Unidos utilizó modelos computacionales que simulan escenarios de cribado en poblaciones de entre 50 y 79 años. En particular, los modelos analizan qué sucedería si esta prueba se implementara de forma anual o bianual en dicha franja etaria.

Los resultados son contundentes. Si se realiza un cribado anual, se detectan 370 casos adicionales de cáncer por cada 100 000 personas examinadas. Esto se traduce en una reducción del 49 % en los diagnósticos en etapas avanzadas (estadios III y IV), que son precisamente aquellos que conllevan peores pronósticos y tasas de supervivencia más bajas.

Incluso cuando la prueba se realiza solo cada dos años, el beneficio sigue siendo significativo: 292 casos de cáncer detectados de forma anticipada por cada 100 000 personas, y una disminución del 39 % en las detecciones tardías.

Este tipo de hallazgos tiene implicancias prácticas muy concretas. De los 392 individuos que, en promedio, fallecen cada año debido a tumores agresivos, una estrategia de detección bianual podría salvar a 54 de ellos. Si la prueba se aplica anualmente, ese número asciende a 84. Esta diferencia puede ser determinante tanto para la vida de los pacientes como para los sistemas sanitarios que enfrentan enormes costes asociados al tratamiento de cánceres avanzados.

Etapas críticas: más diagnósticos en fases I y II

Uno de los aspectos más destacados del estudio es la capacidad del test para identificar cáncer en fases muy tempranas. Según los datos obtenidos en el modelo de cribado anual, un 23 % de los casos detectados corresponden a la fase I, y otro 26 % a la fase II. Estas dos primeras fases son las más favorables para el tratamiento, ya que el tumor suele estar localizado y no ha producido metástasis.

Detectar un cáncer en estadio I puede significar, por ejemplo, que una intervención quirúrgica sea suficiente para eliminarlo, sin necesidad de tratamientos agresivos como quimioterapia o radioterapia. También mejora drásticamente la tasa de supervivencia: en muchos tipos de cáncer, el pronóstico cambia radicalmente si el diagnóstico se produce antes de que el tumor se disemine.

Este punto es especialmente relevante en cánceres como el de páncreas o el de ovario, cuya sintomatología suele aparecer cuando la enfermedad ya está avanzada. “Lo que hace especialmente potente a esta prueba es que identifica el cáncer tanto en su etapa más temprana (I) como en la II. Eso brinda a los médicos una ventaja crucial para iniciar tratamientos efectivos”, subraya el equipo investigador.

Cribado anual vs. bianual: eficiencia frente a impacto

Aunque el cribado anual detecta más casos y previene más muertes, el cribado bianual ofrece una eficiencia superior en términos de valor predictivo positivo. Es decir, la probabilidad de que un resultado positivo sea efectivamente un cáncer es mayor cuando la prueba se realiza cada dos años: 54 % frente al 43 % en el caso del cribado anual.

Esto se debe a que al espaciar los test se reduce el riesgo de falsos positivos, lo que a su vez disminuye la necesidad de realizar pruebas complementarias costosas o invasivas a personas que en realidad no padecen la enfermedad. Esta diferencia puede tener consecuencias prácticas importantes, especialmente en contextos donde los recursos sanitarios son limitados.

Los autores del estudio destacan que “la elección del intervalo óptimo de cribado dependerá de diversos factores, incluyendo los costes, la adherencia de la población a la prueba, y la disponibilidad de seguimiento clínico”. En otras palabras, implementar esta tecnología a gran escala requerirá una planificación cuidadosa para maximizar los beneficios sin generar una sobrecarga en los sistemas de salud.

Optimismo moderado: promesa clínica, retos logísticos

A pesar del entusiasmo que generan estos resultados, los investigadores subrayan que los modelos computacionales parten de supuestos ideales. En ellos, se asume que toda la población objetivo participa en el cribado y que las pruebas de seguimiento son precisas y accesibles. En la práctica, esos escenarios pueden verse condicionados por múltiples factores: desde la disponibilidad de recursos sanitarios hasta la voluntad individual de someterse a un examen regular sin síntomas aparentes.

También hay aspectos logísticos y económicos que deben resolverse antes de que esta prueba pueda formar parte del protocolo médico habitual. Su coste por unidad, la infraestructura para su procesamiento y la formación del personal médico son solo algunos de los desafíos que los sistemas de salud deberán afrontar.

Además, la propia naturaleza de los biomarcadores utilizados requiere validaciones adicionales para garantizar que la prueba no solo sea sensible (es decir, capaz de detectar los casos positivos), sino también específica (que no produzca diagnósticos erróneos).

“Los resultados de este estudio nos brindan una base científica sólida para avanzar hacia ensayos clínicos en entornos reales. Solo así podremos evaluar su verdadero impacto en la detección precoz del cáncer y su implementación en programas de cribado poblacional”, explican los investigadores en su estudio publicado en BMJ Open.

Un cambio de paradigma en la lucha contra el cáncer

El potencial transformador de esta tecnología no pasa desapercibido. Si se confirma su utilidad clínica y se superan las barreras logísticas, este test podría modificar por completo la manera en que los países abordan la prevención oncológica. De una estrategia reactiva, centrada en tratar tumores cuando ya se manifiestan clínicamente, se pasaría a una estrategia proactiva, basada en la identificación precoz incluso en personas sin síntomas.

Este cambio de paradigma no solo salva vidas, sino que también podría reducir los costes sanitarios asociados a tratamientos complejos, hospitalizaciones prolongadas y pérdida de productividad por enfermedad.

Actualmente, los cribados preventivos están limitados a unos pocos tipos de cáncer (mama, colon y cuello uterino) y aun así no logran una cobertura poblacional universal. Una herramienta única capaz de detectar múltiples tumores en una sola extracción de sangre simplificaría el proceso y facilitaría la adherencia del público general.

Fuente: Rous B, Clarke CA, Hubbell E, et alAssessment of the impact of multi-cancer early detection test screening intervals on late-stage cancer at diagnosis and mortality using a state-transition modelBMJ Open 2025;15:e086648. doi: https://doi.org/10.1136/bmjopen-2024-086648

Fuente: BMJ. (2025, mayo 8). Blood test for many cancers could potentially thwart progression to late stage in up to half of cases. EurekAlert! https://www.eurekalert.org/news-releases/1082862

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