Durante décadas, el número mágico para mantener estable una población humana ha sido 2,1 hijos por mujer. Esta cifra, adoptada por demógrafos, gobiernos y organismos internacionales, se ha considerado suficiente para reemplazar a los padres, teniendo en cuenta que no todos los niños sobreviven hasta la edad adulta y que no todas las mujeres tendrán hijos. Pero una nueva investigación publicada en la revista PLOS ONE ha puesto en duda esta suposición de larga data. Según este estudio, es posible que las sociedades humanas necesiten una tasa de fertilidad de hasta 2,7 hijos por mujer para evitar una extinción a largo plazo.
Este hallazgo podría tener profundas implicaciones para países que ya experimentan una alarmante disminución en su natalidad, como Japón, Italia o Corea del Sur, y ofrece una nueva perspectiva sobre los factores que verdaderamente afectan la supervivencia poblacional. Además, los resultados podrían ayudar a mejorar los modelos de conservación de especies en peligro de extinción.
El mito del 2,1
La idea del “número de reemplazo” de 2,1 hijos por mujer se remonta a cálculos estadísticos que asumen condiciones ideales: poblaciones grandes, generaciones que se suceden ordenadamente y una distribución relativamente homogénea del comportamiento reproductivo. Pero en el nuevo estudio, dirigido por un equipo de investigadores canadienses, se analizó un factor habitualmente ignorado: la estocasticidad demográfica o, dicho de otra manera, el papel del azar en la reproducción humana.
“Tradicionalmente, se ha asumido que, si las mujeres tienen en promedio 2,1 hijos, la población se mantendrá estable en el tiempo”, explicó uno de los investigadores en declaraciones a EurekAlert!. “Pero lo que muestran nuestros modelos es que el azar puede jugar una parte significativa en la trayectoria futura de una población, incluso si esa población cumple con el promedio estándar.”
¿Qué es la estocasticidad demográfica?
La estocasticidad demográfica se refiere a las variaciones aleatorias en eventos relacionados con el nacimiento, la muerte y la reproducción. A gran escala, estas variaciones tienden a neutralizarse: si unas cuantas personas tienen menos hijos de lo esperado, otras pueden tener más. Pero en poblaciones pequeñas, o en el transcurso de muchas generaciones, esas fluctuaciones pueden tener consecuencias significativas.
El equipo de investigación creó un modelo matemático que simula poblaciones humanas con diferentes tasas de fertilidad y condiciones reproductivas. A diferencia de los modelos clásicos, incorporaron el elemento aleatorio en quién tiene hijos, cuántos y cuándo. También consideraron que no todas las personas tienen hijos, algo que rara vez se incluye en los modelos tradicionales de población.
Los resultados fueron reveladores: incluso con una media exacta de 2,1 hijos por mujer, muchas simulaciones conducían eventualmente a la extinción de la población, sobre todo cuando se observaban intervalos temporales de cientos de generaciones.
¿Por qué 2,7 hijos y no simplemente más de 2?
Según el estudio, una tasa de fertilidad de 2,7 hijos por mujer reduce significativamente el riesgo de extinción a largo plazo. Esto no significa que todas las mujeres deban tener exactamente 2,7 hijos, sino que este sería el promedio necesario para compensar las pérdidas inevitables debidas a la estocasticidad demográfica, la mortalidad prematura y el hecho de que no todas las personas forman familias.
En otras palabras, si se quiere garantizar la supervivencia de una población a muy largo plazo (piénsese en decenas o cientos de generaciones), depender exclusivamente de los promedios tradicionales no es suficiente. El azar puede causar un lento declive, incluso cuando todo parece estar “dentro de los parámetros”.
Los autores comparan este fenómeno con lanzar una moneda repetidamente: aunque la probabilidad de cara o cruz es del 50 %, es perfectamente posible que se obtengan varias caras seguidas solo por azar. De forma similar, aunque una población tenga una fertilidad “suficiente” en promedio, puede sufrir pérdidas acumulativas por pura casualidad.
Países en riesgo
Este hallazgo es particularmente inquietante para países que ya experimentan tasas de fertilidad muy por debajo de 2,1. En 2023, Italia reportó una tasa de solo 1,24 hijos por mujer; Japón, 1,26; y Corea del Sur alcanzó el nivel históricamente bajo de 0,72, según datos de organismos oficiales.
Incluso países como España (1,16), China (1,09) o Países Bajos (1,49) muestran cifras por debajo del umbral clásico. Si la nueva estimación de 2,7 se toma como referencia, las perspectivas son aún más sombrías. En estos escenarios, la gran mayoría de los linajes familiares podrían desaparecer en apenas unas cuantas generaciones, dejando a la población dependiente de la inmigración o de cambios drásticos en la política familiar.
Más niñas en tiempos difíciles
El estudio también explora una observación fascinante: en tiempos de crisis, como guerras, desastres naturales o crisis económicas, se incrementa la proporción de niñas nacidas con respecto a niños. Este fenómeno ha sido documentado en varios contextos históricos y podría tener un efecto protector contra la extinción.
Más mujeres en una población implican un mayor potencial reproductivo. Aunque los hombres también son necesarios para la reproducción, una población con más mujeres puede recuperarse más rápidamente, al menos en términos numéricos.
“Si hay más mujeres en una generación, se amplía la base reproductiva y se reduce el riesgo de que el número de nacimientos caiga por debajo del nivel necesario para mantener la población”, explican los autores.
Este fenómeno biológico puede haber evolucionado como una estrategia adaptativa para garantizar la supervivencia del grupo humano en tiempos de adversidad.
Repercusiones más allá de los humanos
Aunque el estudio se centra en poblaciones humanas, sus implicaciones pueden extenderse a la conservación de especies animales. Los programas de cría en cautiverio, como los que se llevan a cabo en zoológicos y reservas, también suelen depender de modelos poblacionales que no consideran suficientemente el papel del azar.
Al integrar la estocasticidad demográfica en estos modelos, los biólogos podrían hacer estimaciones más precisas sobre cuántos ejemplares se necesitan para asegurar la supervivencia de una especie. Por ejemplo, no basta con tener un número suficiente de machos y hembras fértiles: también es crucial considerar que no todos los individuos se reproducirán, que pueden ocurrir muertes imprevistas y que ciertos linajes podrían extinguirse sin causa aparente.
¿Qué pueden hacer los gobiernos?
El estudio es una llamada de atención para los responsables de políticas públicas. Si hasta ahora las medidas para incentivar la natalidad se han basado en el objetivo de alcanzar una tasa de 2,1 hijos por mujer, puede que ese umbral no sea suficiente.
Muchos países han implementado incentivos como subsidios por hijo, licencias parentales extendidas, guarderías públicas o reducción de impuestos para familias numerosas. Sin embargo, estos esfuerzos han tenido un éxito limitado. Las razones son múltiples: desde la precariedad laboral hasta el aumento del coste de vida, pasando por cambios culturales en torno a la maternidad y la paternidad.
El nuevo estudio sugiere que incluso en el escenario optimista de que las políticas actuales lograran elevar la tasa de fertilidad a 2,1, la población podría seguir disminuyendo. Por ello, los autores recomiendan replantear los objetivos demográficos a largo plazo y considerar nuevas estrategias basadas en datos más realistas y menos idealizados.
Limitaciones del estudio
Los investigadores reconocen que su modelo tiene ciertas limitaciones. Por ejemplo, asume generaciones no superpuestas: es decir, que todos los individuos de una generación nacen y mueren al mismo tiempo. Esto no refleja la realidad humana, donde las generaciones se solapan y las edades reproductivas varían mucho.
Además, el modelo no incluye factores como la migración, la educación, la salud reproductiva o los cambios sociales que afectan el deseo y la capacidad de tener hijos.
Aun así, los autores insisten en que su objetivo no es ofrecer una predicción definitiva, sino abrir un nuevo campo de investigación y advertir que el azar (un factor a menudo subestimado) puede tener un papel decisivo en el destino de las poblaciones humanas.
Una verdad incómoda
La idea de que incluso un promedio “suficiente” de hijos por mujer puede no garantizar la estabilidad demográfica desafía décadas de pensamiento convencional. Y aunque el estudio no afirma que el colapso poblacional sea inminente, sí advierte sobre los riesgos de asumir que el crecimiento o la estabilidad son automáticos.
En un momento en que muchas sociedades se enfrentan al envejecimiento, la despoblación rural y la presión sobre los sistemas de pensiones, esta nueva perspectiva puede ayudar a tomar decisiones más informadas.
La supervivencia poblacional, según parece, no es solo una cuestión de matemáticas, sino también de azar. Y quizás, para sobrevivir como especie, tengamos que replantearnos no solo cuántos hijos queremos tener, sino también cómo entendemos el riesgo, el tiempo y el futuro.
Fuente: Cuaresma DCN, Ito H, Arima H, Yoshimura J, Morita S, et al. (2025) Threshold fertility for the avoidance of extinction under critical conditions. PLOS ONE 20(4): e0322174. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0322174
Fuente: EurekAlert!. (2025, abril 30). 2.1 kids per woman might not be enough for population survival think. https://www.eurekalert.org/news-releases/1081754
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