Investigadores del MIT advierten que el calentamiento global está afectando la atmósfera terrestre de manera inesperada: la reducción de la termosfera está dejando más basura espacial en órbita, lo que podría desencadenar colisiones catastróficas.
La crisis climática no solo está transformando la vida en la Tierra, sino que también está afectando el espacio cercano a nuestro planeta. Un nuevo estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) revela que el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero está provocando la contracción de la termosfera, la capa de la atmósfera donde orbitan la mayoría de los satélites. Como resultado, la capacidad del espacio para albergar satélites de manera segura podría disminuir entre un 50 % y un 66 % para el año 2100. Esta situación incrementa el riesgo de colisiones en órbita y plantea serios desafíos para la sostenibilidad de la exploración y el uso del espacio.
El impacto de los gases de efecto invernadero en la termosfera
El estudio, publicado en Nature Sustainability, demuestra que el dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero están alterando la estructura de la termosfera. Esta capa, situada entre los 80 y 600 kilómetros de altitud, regula la cantidad de resistencia atmosférica que enfrentan los satélites y los desechos espaciales. Cuando la termosfera se contrae debido al enfriamiento causado por los gases de efecto invernadero, la densidad atmosférica disminuye, lo que reduce la fricción sobre los objetos en órbita.
“El comportamiento que hemos tenido con los gases de efecto invernadero durante los últimos cien años está afectando la forma en que podremos operar satélites en los próximos cien años”, señala Richard Linares, investigador del MIT y coautor del estudio.
La resistencia atmosférica juega un papel crucial en la eliminación de basura espacial. Normalmente, los restos de satélites y otros desechos en órbita pierden altitud debido a la fricción con la atmósfera y eventualmente se queman al reingresar. Sin embargo, con la reducción de la termosfera, estos desechos permanecen más tiempo en el espacio, lo que aumenta la posibilidad de colisiones.
Más satélites, menos espacio seguro
El problema se agrava debido al aumento exponencial de satélites en órbita. Actualmente, hay más de 10 000 satélites en la órbita baja de la Tierra, es decir, a menos de 2000 kilómetros de altitud. Estos dispositivos son esenciales para la conectividad global, las telecomunicaciones, la navegación y el monitoreo climático. Sin embargo, el crecimiento de las llamadas megaconstelaciones, como Starlink de SpaceX, está saturando las zonas más utilizadas.
“El estado de la atmósfera superior es frágil, mientras que el número de satélites sigue en aumento, especialmente para proporcionar internet de banda ancha desde el espacio”, advierte William Parker, investigador principal del estudio.
La investigación del MIT utilizó simulaciones para analizar distintos escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero y su impacto en la “capacidad de carga” de la órbita baja terrestre. Este concepto, tomado de la ecología, se refiere a la cantidad máxima de satélites que pueden coexistir en una determinada región sin provocar riesgos inaceptables de colisión.
Un futuro con menos margen de maniobra
Los modelos utilizados en el estudio sugieren que, si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando, la capacidad de carga orbital disminuirá drásticamente. En particular, las zonas situadas entre los 200 y 1000 kilómetros de altitud podrían ver reducida su capacidad de alojamiento de satélites en un 50-66 % para finales de siglo.
Este fenómeno genera un peligroso efecto dominó. Si la densidad de satélites y desechos espaciales aumenta demasiado en ciertas regiones, las colisiones se volverán más frecuentes, lo que provocará la dispersión de más fragmentos de basura espacial. A largo plazo, esto podría hacer inviables ciertas órbitas para futuras misiones.
“La atmósfera es nuestro sistema natural para limpiar los residuos espaciales. Si cambia, la forma en que esos residuos se eliminan también lo hará”, explica Parker.
La amenaza de una reacción en cadena
Uno de los peores escenarios posibles es el llamado Síndrome de Kessler, una reacción en cadena en la que las colisiones generan más y más desechos, haciendo imposible la operación segura de satélites en ciertas órbitas. Si esto llegara a ocurrir, la infraestructura espacial que sustenta muchas de nuestras actividades diarias, desde el uso del GPS hasta la predicción del clima, podría verse gravemente afectada.
En este sentido, Linares advierte que el problema ya es visible en algunas regiones del espacio. “Las megaconstelaciones están aumentando y, debido al cambio climático, la capacidad orbital disponible será cada vez menor. Algunas áreas están cerca de su límite de saturación”, subraya.
El llamado a la acción: reducir las emisiones y gestionar mejor el espacio
Para evitar un futuro caótico en la órbita terrestre, los investigadores destacan dos medidas clave:
- Reducción de emisiones de gases de efecto invernadero: Disminuir la contaminación atmosférica no solo es vital para frenar el calentamiento global, sino también para preservar la funcionalidad del espacio cercano a la Tierra.
- Gestión sostenible del tráfico satelital: Es fundamental que las agencias espaciales y las empresas privadas desarrollen estrategias para regular el número de satélites en órbita y mejorar los sistemas de eliminación de basura espacial.
La investigación, respaldada por la Fundación Nacional de Ciencias de EE. UU., la Fuerza Aérea de EE. UU. y el Consejo de Medio Ambiente del Reino Unido, muestra que el futuro del espacio depende de decisiones que tomemos hoy en la Tierra.
“El panorama a largo plazo para la sostenibilidad orbital está directamente relacionado con la reducción de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero”, concluye Parker.
—Fuente: Parker, W.E., Brown, M.K. & Linares, R. Greenhouse gases reduce the satellite carrying capacity of low Earth orbit. Nat Sustain (2025). https://doi.org/10.1038/s41893-025-01512-0
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