Un nuevo estudio ha demostrado con un 95 % de certeza que el agujero de ozono sobre la Antártida se está recuperando, principalmente gracias a la reducción de sustancias químicas nocivas prohibidas por el Protocolo de Montreal. Este hallazgo no solo confirma que la acción humana puede revertir los daños ambientales, sino que refuerza la importancia de los acuerdos internacionales para proteger el planeta.
El agujero de ozono, una amenaza global
La capa de ozono actúa como un escudo invisible que protege la Tierra de la radiación ultravioleta (UV) procedente del sol. Esta radiación es extremadamente peligrosa para los seres vivos, ya que puede causar cáncer de piel, cataratas y dañar los ecosistemas marinos y terrestres. Por ello, el descubrimiento del agujero de ozono sobre la Antártida en 1985 encendió todas las alarmas.
El agujero de ozono no es literalmente un vacío en la atmósfera, sino una región donde la concentración de ozono cae por debajo de niveles seguros. Este fenómeno se produce principalmente durante la primavera austral, entre septiembre y diciembre, cuando ciertas sustancias químicas descomponen las moléculas de ozono, dejando a la superficie terrestre expuesta a niveles peligrosos de radiación UV.
Los culpables: los CFC y la acción humana
La causa principal de la destrucción del ozono son los clorofluorocarbonos (CFC), compuestos químicos que durante décadas se utilizaron en sistemas de refrigeración, aerosoles y productos de limpieza industrial. Cuando estas sustancias alcanzan la estratosfera, la radiación ultravioleta del sol las descompone, liberando átomos de cloro que destruyen las moléculas de ozono.
En 1987, el mundo reaccionó con rapidez al peligro que representaba el agujero de ozono con la firma del Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional que prohibió la producción y el uso de CFC y otras sustancias que agotan la capa de ozono. Desde entonces, las concentraciones de CFC en la atmósfera han ido disminuyendo de manera constante, pero la recuperación del ozono ha sido un proceso lento y difícil de medir con precisión.
Una prueba irrefutable de recuperación
Aunque durante los últimos años se han observado señales alentadoras de que el agujero de ozono se estaba reduciendo, hasta ahora los científicos no habían podido demostrar con certeza que esta mejora se debía a la reducción de sustancias químicas prohibidas y no a otros factores naturales.
El nuevo estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature y realizado por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha logrado por primera vez demostrar de manera cuantitativa que el cierre del agujero de ozono se debe principalmente a la disminución de sustancias que agotan el ozono.
“Sabíamos que el agujero de ozono se estaba reduciendo, pero esta es la primera vez que podemos atribuir directamente este proceso a la acción humana”, explica Peidong Wang, investigador del MIT y autor principal del estudio. “Nuestra conclusión es que con un 95 % de certeza, el ozono se está recuperando gracias a la reducción de sustancias prohibidas por el Protocolo de Montreal, y no por otros factores como las variaciones naturales del clima”.
La técnica que reveló la verdad
Para llegar a esta conclusión, los investigadores utilizaron una innovadora técnica llamada fingerprinting (huella digital), desarrollada por el físico Klaus Hasselmann, ganador del Premio Nobel de Física en 2021. Esta metodología permite identificar patrones específicos en los datos climáticos que solo pueden ser explicados por la acción humana.
El equipo del MIT creó simulaciones atmosféricas que representaban diferentes escenarios: uno con solo variaciones climáticas naturales, otro con el aumento de gases de efecto invernadero y otro con la reducción de sustancias que destruyen el ozono. Al comparar estas simulaciones con datos de satélite recopilados desde 2005, lograron identificar una huella digital característica del efecto que la disminución de CFC estaba teniendo sobre la capa de ozono.
“Este método nos permite separar las señales humanas de la variabilidad natural con una precisión sin precedentes”, afirma Wang. “Es como encontrar una firma única que solo puede explicarse por la reducción de sustancias que agotan el ozono”.
¿Cuándo desaparecerá el agujero de ozono?
Los resultados del estudio son una noticia alentadora para el medio ambiente. Si la tendencia actual se mantiene, los investigadores predicen que el agujero de ozono podría desaparecer por completo alrededor del año 2060. Incluso es posible que en 2035 se produzca el primer año sin una destrucción significativa de ozono en la Antártida.
“Estamos viendo con nuestros propios ojos cómo el planeta se está curando gracias a la acción humana”, comenta Susan Solomon, coautora del estudio y una de las científicas que descubrió la relación entre los CFC y el agujero de ozono en los años 80. “Esto demuestra que cuando los países se unen y actúan con decisión, podemos resolver los problemas medioambientales más graves”.
Un ejemplo para el cambio climático
El caso del agujero de ozono se ha convertido en uno de los mayores éxitos medioambientales de la humanidad. Sin embargo, los investigadores advierten que la lucha por la recuperación de la capa de ozono aún no ha terminado. Algunas sustancias químicas que agotan el ozono, como los hidrofluorocarbonos (HFC), se siguen utilizando en ciertos sectores industriales, aunque en menor medida.
Además, el cambio climático podría ralentizar la recuperación de la capa de ozono al alterar las corrientes atmosféricas y las temperaturas de la estratosfera.
“El éxito del Protocolo de Montreal debería servir como ejemplo de que la cooperación internacional puede lograr grandes cambios”, señala Wang. “Si aplicamos la misma urgencia y determinación al cambio climático, todavía estamos a tiempo de mitigar sus peores consecuencias”.
Un mensaje esperanzador para el planeta
A pesar de los desafíos, la recuperación del agujero de ozono es una prueba de que las acciones humanas pueden revertir el daño ambiental cuando se actúa con rapidez y cooperación global. Este estudio ofrece un mensaje esperanzador en medio de las crecientes preocupaciones sobre el cambio climático.
“Algunas personas podrán vivir lo suficiente para ver desaparecer por completo el agujero de ozono”, concluye Solomon. “Eso sería un logro histórico que demostraría que nunca es demasiado tarde para salvar nuestro planeta”.
Más sobre el Protocolo de Montreal
El Protocolo de Montreal, firmado en 1987, es considerado uno de los acuerdos ambientales más exitosos de la historia. Su objetivo principal es la eliminación progresiva de las sustancias que agotan la capa de ozono, como los clorofluorocarbonos (CFC) y los halones.
Desde su entrada en vigor en 1989, más de 190 países han ratificado el acuerdo, logrando reducir en más del 99 % la producción global de estas sustancias. Gracias a este pacto, se ha evitado que millones de personas sufran enfermedades relacionadas con la radiación ultravioleta, como el cáncer de piel o cataratas.
El Protocolo ha sido actualizado en varias ocasiones, la más reciente con la Enmienda de Kigali (2019), que también busca reducir el uso de hidrofluorocarbonos (HFC), potentes gases de efecto invernadero que aunque no afectan directamente al ozono, contribuyen al cambio climático.
Este acuerdo es un ejemplo de cómo la cooperación internacional puede resolver problemas ambientales globales y sigue siendo un modelo para futuras acciones contra el cambio climático.
—Fuente: Wang, P., Solomon, S., Santer, B.D. et al. Fingerprinting the recovery of Antarctic ozone. Nature (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-08640-9
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