Imagínate: estás acostado en la cama por la noche y no dejas de preocuparte por esa conversación en esa fiesta. Pensamientos como “¿Debería haber dicho eso?” O “¿Qué pensarán de mí ahora?” No dejan de dar vueltas en tu cabeza. Por más que lo intentas, no puedes parar. Los investigadores finalmente han descubierto por qué.
Estos pensamientos preocupantes son causados por la colaboración entre diferentes partes de nuestro cerebro, incluyendo una región muy antigua conocida como la amígdala, la cual parece estar constantemente comunicándose con nuestras áreas cerebrales más modernas. Esto fue descubierto por investigadores de la Universidad Northwestern mediante escáneres cerebrales muy detallados. Sus hallazgos fueron publicados en la prestigiosa revista Science Advances.
La comunicación siempre está presente
La amígdala hace más que solo procesar el miedo, explica el autor principal del estudio, Rodrigo Braga. “La amígdala también es responsable de comportamientos sociales como criar hijos, aparearse, la agresión y la navegación a través de jerarquías sociales de dominancia”. Gracias a nuevas técnicas de escaneo, los científicos descubrieron que una parte específica de la amígdala, el llamado núcleo medial, se comunica constantemente con nuestras áreas cerebrales más modernas, especializadas en habilidades sociales como entender los pensamientos y sentimientos de los demás.
Es como si un asesor prehistórico estuviera mirando de cerca nuestras consideraciones sociales modernas, y siempre está presente. “Estudios anteriores han encontrado co-activación de la amígdala y la red socio-cognitiva, pero nuestro estudio es nuevo porque demuestra que la comunicación siempre está ocurriendo”, explica la coautora del estudio, Donnisa Edmonds. Esto ayuda a explicar por qué nuestros pensamientos a veces no se calman.
Nuevas esperanzas para los tratamientos
Este descubrimiento ofrece nuevas perspectivas para el tratamiento de la ansiedad y la depresión. En estos trastornos, la amígdala a menudo está hiperactiva, lo que significa que el cerebro reacciona excesivamente a los estímulos y tiene dificultades para procesar las emociones. Hasta ahora, la estimulación profunda del cerebro ha sido una de las pocas opciones para tratar directamente la amígdala. Este tratamiento requiere que los médicos operen profundamente en el cerebro, ya que la amígdala está escondida detrás de los ojos. Una cirugía cerebral como esta conlleva, por supuesto, ciertos riesgos.
Los nuevos conocimientos sugieren una alternativa mucho más amigable: la estimulación magnética transcraneal (TMS). La TMS ya se utiliza en personas con depresión que no responden bien a los medicamentos. En este tratamiento, el médico utiliza pulsos magnéticos que atraviesan el cráneo para estimular las áreas cerebrales que regulan las emociones, sin necesidad de cirugía. Hasta ahora, la TMS no podía llegar bien a la amígdala profundamente situada. Gracias a las nuevas conexiones descubiertas entre la amígdala y otras áreas cerebrales, los médicos podrían ser capaces de influir indirectamente en esta importante región cerebral.
Ventaja evolutiva
La investigación también arroja nueva luz sobre nuestra evolución como especie social. La estrecha colaboración entre nuestro cerebro antiguo y las áreas cerebrales modernas podría explicar por qué los humanos son tan hábiles interpretando situaciones sociales. Así que la próxima vez que te preocupes por una interacción social, recuerda: es simplemente tu cerebro de reptil que no puede dejar de hablar.
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