¿Por qué nos movemos más despacio a medida que envejecemos? Respuesta revelada por un estudio

Los investigadores ofrecieron una recompensa a los participantes por mover el cursor rápidamente hacia un objetivo. Mientras los jóvenes aumentaron la velocidad, los mayores se mantuvieron igual de lentos, indicando que la lentitud no se debe a la falta de motivación, sino a una estrategia para conservar energía.

Investigadores estadounidenses lo analizaron y llegaron a una conclusión sorprendente: las personas mayores se mueven más despacio como estrategia para un uso óptimo de la energía.

El ejercicio es importante para la salud y el bienestar. Te mantiene en forma y fuerte, entrena tu sistema inmunitario y es bueno para tu salud mental. Pero el ejercicio también requiere energía, y esa energía no es ilimitada. Las personas mayores, en particular, se enfrentan a esta situación. De hecho, a medida que envejecemos, nuestra masa muscular disminuye, lo que dificulta el movimiento de los músculos. Esto significa que necesitamos más energía para realizar los mismos movimientos que cuando éramos más jóvenes. Así que podría ser que nuestro cerebro sopese los costes y beneficios de cada movimiento, y elija la estrategia más eficiente basándose en ello. En este caso: moverse más despacio.

Al mismo tiempo, los circuitos de recompensa del cerebro también disminuyen a medida que envejecemos, los mecanismos que también nos estimulan y excitan a movernos. Por lo tanto, otra teoría es que nos movemos cada vez más despacio porque nuestro cerebro simplemente empieza a darle menos valor a esto con el paso de los años. Entonces, ¿la ralentización relacionada con la edad es consecuencia de un mayor coste del ejercicio para los músculos o de una menor valoración por parte del cerebro?

Experimento en pantalla de ordenador

Para poner a prueba estas teorías, investigadores de la Universidad de Colorado Boulder y la Universidad Johns Hopkins hicieron que 84 personas de entre 22 y 78 años realizaran una tarea sencilla: utilizar un brazo robótico para controlar un cursor en una pantalla. Cada vez, había que mover el cursor hasta un objetivo, que aparecía al cabo de un tiempo aleatorio. Al mismo tiempo, los investigadores midieron cuánta energía utilizaban los participantes para mover el brazo robótico y con qué rapidez y precisión lo hacían. Comprobaron que las personas mayores necesitaban más energía para mover el brazo robótico a la misma velocidad que los jóvenes. Además, los ancianos eran menos rápidos y precisos que los jóvenes.

Para comprobar si la lentitud en los movimientos se debía a que requerían más energía y, por tanto, no resultaban eficaces, o a que había menos motivación para ser rápidos, los investigadores cambiaron la tarea. Prometieron a los participantes una recompensa en forma de sonido y animación divertidos si movían el cursor rápidamente hacia un objetivo. Observaron que tanto las personas mayores como los jóvenes tenían un tiempo de reacción más rápido cuando esperaban una recompensa, pero solo los jóvenes se movían realmente más rápido. Los mayores seguían siendo tan lentos e imprecisos como antes.

Como prueba final, los investigadores hicieron el brazo robótico más pesado para los jóvenes, de modo que tuvieran que esforzarse tanto como los mayores para mover el cursor. Y, efectivamente, tras los ajustes calculados, los jóvenes se movían con la misma lentitud e imprecisión que los mayores. Según los investigadores, esto sugiere que los mayores se mueven más despacio para minimizar su gasto energético, y no porque estarían menos motivados.

La publicación sostiene, por tanto, que se trata de una respuesta natural del cerebro que sopesa los costes del esfuerzo frente a las posibles recompensas. “Se trata de una estrategia inteligente y económica del organismo que puede mejorar la calidad de vida de las personas mayores”, afirma. Los investigadores esperan que estos hallazgos puedan ayudar a desarrollar intervenciones y tecnologías que ayuden a las personas mayores a optimizar sus movimientos.

Al envejecer, mejor jugar al golf que caminar

A cierta edad, el sistema músculo-esquelético chirría y cruje demasiado como para seguir corriendo por el parque semanalmente. Por eso, muchas personas mayores se pasan con éxito al senderismo o al golf. Un estudio finlandés enumeró los beneficios para la salud de ambas actividades. Y aunque tanto caminar como jugar al golf producen mejoras en la salud cardiovascular, los investigadores se mostraron especialmente entusiasmados con los efectos saludables del golf
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