Se podría pensar que los antivacunas de la era de la pandemia de la COVID-19 habrían entrado en razón ahora que descubren que realmente no hay chips en las vacunas. Sin embargo, esto es decepcionante, según demuestra una nueva investigación australiana: los conspiracionistas siguen sorprendentemente fieles a sus creencias.
¿Fueron los atentados del 11-S un siniestro complot del gobierno estadounidense? ¿Fue el virus del COVID-19 propagado deliberadamente por los chinos? ¿Y hay un chip en las vacunas? Los conspiracionistas creen que sí. Pero, ¿también defienden sus opiniones? 500 australianos fueron seguidos durante seis meses para ver si la gente cambia de opinión o se aferra a sus ideas sin importar las pruebas que encuentren.
Doce conspiraciones, sin chip en la vacuna
A los participantes se les presentaron 12 teorías conspirativas, desde el despliegue de la 5G y las estelas químicas hasta las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020 y los atentados del 11 de septiembre. Aunque la mayoría de los participantes no estaban de acuerdo con las teorías, había un grupo que sí creía sistemáticamente en ellas y una pequeña proporción cuyas ideas fluctuaban. “Un hallazgo notable de nuestro estudio es que, con cada teoría conspirativa, una pequeña proporción cambiaba de opinión”, afirma el investigador Mathew Marques, de la Universidad La Trobe de Melbourne. “No estaban de acuerdo con la teoría al principio del estudio, pero sí al final. También hubo un pequeño grupo que estuvo de acuerdo con las afirmaciones al principio, pero cambió de opinión hacia el final”.
Pero en general, la mayoría del grupo se mantuvo en su postura original. “La proporción de creyentes se mantuvo bastante estable durante el periodo de estudio”, dicen los autores.
La teoría de la conspiración más popular era que “las farmacéuticas detuvieron la cura del cáncer para mantener sus beneficios”. Casi el 20 % del grupo estaba de acuerdo. La menos popular fue la teoría de que había un microchip en las vacunas contra la COVID-19 para controlar a la gente. Solo el 2 % de los participantes pensaba que era cierta.
Puede que esta teoría sea mucho menos popular de lo que se piensa, ya que la recopilación de datos también tuvo lugar en 2021, cuando todavía había muchos cierres estrictos en Australia y Nueva Zelanda y el sentimiento antigubernamental era alto.
En la madriguera del conejo
“Hace falta una gran crisis, desastre o cambio en la vida de alguien para que la gente crea algo diferente de lo que pensaba hasta entonces”, explica Marques.
Por tanto, las explicaciones de por qué la gente cree en teorías conspirativas deben buscarse más bien en las diferencias entre las personas, porque una vez que alguien cree, no cambiará de opinión fácilmente.
“A menudo se dice que las personas que se dejan convencer por toda una serie de teorías conspirativas “caen en la madriguera del conejo”, en referencia al cuento de Alicia en el País de las Maravillas”, explica Marques. Ya se había hablado antes de cómo la gente cae “en la trampa de la fábula”. Pero según el investigador, no ocurre tan rápido. “Puede que así sea para un pequeño número de personas, pero nuestros resultados demuestran que no es la situación típica. Para la mayoría, la creencia en teorías conspirativas es más bien un proceso gradual”.
¿Qué caracteriza al conspiracionista?
Según un enorme estudio que comparó datos de 170 estudios con un total de más de 158 000 participantes, los teóricos de la conspiración comparten una serie de características. Consideran relativamente muy importante comprender su entorno. También tienen un deseo de superioridad y comparten rasgos como el egocentrismo y la paranoia. La necesidad de control desempeña un papel menos importante de lo que se piensa. Sin embargo, a los teóricos de la conspiración les gusta ser especiales y derivan de sus creencias una identidad social única. Las personas que creen en teorías conspirativas suelen ser más inseguras, paranoicas, impulsivas, desconfiadas, retraídas, manipuladoras, egocéntricas y excéntricas.
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