Primeros auxilios: Consejos para salvar vidas

A veces nos encontramos con información muy sencilla que desconocemos desde hace tiempo y que nos habría ahorrado muchos problemas si la conociéramos un poco y la pusiéramos en práctica. Un ejemplo es el de los primeros auxilios; podría enseñarse fácilmente, pero su importancia y su efecto real no tienen precio. Aprender primeros auxilios no solo te prepara para tratar las lesiones menores a las que puedas enfrentarte; también te ayuda a superar los sentimientos de impotencia y, quizás, de arrepentimiento que surgen como consecuencia.

En primer lugar, veamos qué debe incluir un botiquín de primeros auxilios: vendas, cinta adhesiva, cuadros de gasa, termómetro, bolsa de hielo, alcohol para fricciones, tijeras, jabón, pinzas, algodón, loción de calamina y guantes desechables. Los casos que pueden tratarse con primeros auxilios varían; algunos requieren medidas sencillas, mientras que otros pueden necesitar la intervención de un médico después de aplicar los primeros auxilios.

Hemorragia

Muchas cosas pueden provocar una hemorragia; un corte, un golpe, etc. En este caso, lo primero que hay que hacer es aplicar una presión directa, firme y constante sobre la zona herida con un paño enrollado, utilizando la base de la mano. Por supuesto, debes tener cuidado de no tocar la herida con las manos desnudas; ponte una bolsa de plástico o usa guantes para protegerte de la sangre.

No respira

Si ves que alguien no respira o apenas coge aire, la reanimación cardiopulmonar, también conocida como RCP, sería la ayuda que deberías ofrecer. Realizar la RCP requiere fuerza y peso para presionar el pecho de forma eficaz, por lo que requiere que el ejecutante tenga 10 años o más.

En primer lugar, hay que poner una mano sobre el esternón, en el centro del pecho, y la otra sobre él, con los dedos entrelazados. La posición correcta para el cuerpo debe permitirle utilizar el peso de su cuerpo para presionar el pecho hacia abajo, y esto debe hacerse con los hombros por encima de las manos. Repita la compresión de 100 a 120 veces por minuto; presione directamente hacia abajo y luego suelte para permitir que el pecho vuelva a su posición original.

Una quemadura menor

En primer lugar, hay que alejarse de la fuente de la quemadura, luego enfriar la piel quemada bajo el grifo y después aplicar compresas húmedas hasta que ceda el dolor.

Si la persona lesionada lleva objetos apretados alrededor de la zona quemada, quíteselos con cuidado y rápidamente. También hay que tener en cuenta que hay que evitar romper las ampollas con líquidos. Si se rompen, limpia la zona y aplica una pomada antibiótica para evitar cualquier infección. Después, aplica una loción humectante para aliviarlas, y trata siempre de mantener la zona lo más húmeda posible.

Por último, aplique un vendaje a la quemadura con suavidad; evite el algodón, ya que puede adherirse a la zona de curación.

Huesos rotos

Los síntomas de un hueso roto pueden ser evidentes en:

  • Dolor intenso en la zona lesionada que empeora al moverse;
  • Adormecimiento en la zona lesionada;
  • Hinchazón o deformidad visible en la zona lesionada;
  • El hueso sobresale a través de la piel.

En estos casos, el consejo de primeros auxilios más importante que puede ayudar es no mover la zona lesionada. Si la lesión es en una extremidad, intente inmovilizar la zona con una férula o cabestrillo; si es en la espalda o el cuello, ayude a la persona lesionada a permanecer lo más quieta posible.

A continuación, aplique compresas frías en la zona, ya sea una bolsa de hielo o cubitos de hielo en un trozo de tela, y aplíquelas en la zona lesionada durante un máximo de 10 minutos seguidos.

Ayuda real

No subestimes cómo puedes salvarte a ti mismo y a los demás de un peligro real aprendiendo más sobre primeros auxilios porque, a veces, pueden salvar realmente la vida.

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