Un estudio realizado con deportistas profesionales revela que el ciclo menstrual no incrementa la frecuencia de lesiones, pero sí se asocia con una mayor gravedad y un tiempo de recuperación significativamente más prolongado cuando las lesiones ocurren durante la menstruación.
La relación entre el ciclo menstrual y el riesgo de lesiones en mujeres deportistas lleva años siendo objeto de debate científico. Mientras algunos trabajos apuntan a un mayor riesgo en torno a la ovulación y otros sitúan el momento crítico en la segunda mitad del ciclo, la evidencia ha sido fragmentada y, en muchos casos, contradictoria. En este contexto, un nuevo análisis basado en datos de futbolistas profesionales aporta una perspectiva distinta y más precisa sobre un aspecto concreto del ciclo: la menstruación.
La investigación se centra en un grupo de jugadoras de fútbol de máximo nivel y plantea una idea clave que había pasado relativamente desapercibida en estudios previos. Aunque el número de lesiones no aumenta durante la menstruación, las que sí se producen en esos días tienden a ser más severas y a requerir más tiempo de recuperación. El hallazgo, lejos de zanjar el debate, introduce matices importantes sobre cómo entender la influencia hormonal en el rendimiento y la salud de las deportistas.
Durante décadas, la mayoría de estudios sobre ciclo menstrual y lesiones han intentado dividir el mes en fases hormonales teóricas, asumiendo que todas las mujeres siguen patrones similares. Sin embargo, la variabilidad individual es enorme y, sin mediciones hormonales directas, resulta difícil saber en qué fase exacta se encuentra cada deportista. Este nuevo trabajo opta por una aproximación más conservadora y, a la vez, más robusta desde el punto de vista metodológico.
La menstruación como único punto de referencia fiable
El equipo investigador partió de una premisa sencilla: sin análisis hormonales, la única fase del ciclo que puede identificarse con certeza es la menstruación. Durante esos días, los niveles de estrógeno y progesterona son consistentemente bajos en todas las mujeres, a diferencia del resto del ciclo, donde las concentraciones hormonales varían notablemente de una persona a otra.
Con esta idea en mente, los científicos analizaron datos de 33 jugadoras del primer equipo femenino del FC Barcelona a lo largo de cuatro temporadas consecutivas, entre 2019 y 2023. La información sobre el ciclo menstrual se recogió mediante una aplicación de seguimiento, mientras que el cuerpo médico del club registró de forma sistemática todas las lesiones sufridas en entrenamientos y partidos oficiales.
En total, el estudio recopiló información correspondiente a 852 ciclos menstruales y 80 lesiones, lo que permitió cruzar la fase del ciclo con la incidencia, el tipo y la gravedad de cada lesión. Los resultados fueron publicados en la revista científica Frontiers in Sports and Active Living, una publicación especializada en investigación sobre deporte y actividad física.
Los autores subrayan que este enfoque evita uno de los grandes problemas de la literatura previa: la clasificación imprecisa de las fases del ciclo. “La menstruación es el único periodo en el que podemos estar seguros de que las hormonas sexuales están en niveles bajos”, señalan en el artículo, justificando así su decisión de centrar el análisis en esos días concretos.
Frecuencia estable, gravedad aumentada
El primer resultado que llama la atención es que la menstruación no se asocia con un mayor número de lesiones. Al analizar la incidencia por cada 1000 horas de entrenamiento y competición, los investigadores no encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los días de sangrado y el resto del ciclo. De hecho, los datos apuntaban incluso a una ligera reducción de lesiones durante la menstruación, aunque esa diferencia no fue suficiente como para considerarla concluyente.
Este hallazgo contradice la percepción, todavía extendida en algunos ámbitos deportivos, de que la menstruación aumenta automáticamente el riesgo de lesionarse. Sin embargo, el panorama cambia de forma notable cuando se examina no cuántas lesiones ocurren, sino cuán graves son y cuánto tiempo mantienen a las jugadoras alejadas del terreno de juego.
Para medir este aspecto, el estudio utilizó el concepto de “carga de lesión”, que combina la incidencia de lesiones con su duración, expresada como días de baja por cada 1000 horas de exposición deportiva. En este indicador, la diferencia fue clara: la carga de lesión durante la menstruación fue más de tres veces superior a la observada en el resto del ciclo.
“Las lesiones que ocurren durante la menstruación parecen tener un impacto mucho mayor en términos de tiempo de recuperación”, escriben los autores. Este resultado sí alcanzó significación estadística, lo que refuerza la idea de que no se trata de una fluctuación aleatoria, sino de un patrón que merece atención clínica y científica.
Casos graves y ejemplos concretos
El análisis detallado de los tipos de lesiones refuerza esta conclusión. Entre las 80 lesiones registradas, se documentaron cuatro roturas del ligamento cruzado anterior, una de las lesiones más graves y de recuperación más prolongada en el fútbol profesional. Dos de esos cuatro casos se produjeron durante los días de menstruación, a pesar de que este periodo solo representaba alrededor del 13 % del tiempo total de exposición.
Aunque el número absoluto es pequeño y no permite establecer relaciones causales firmes, la concentración de lesiones graves en un periodo relativamente corto del ciclo resulta llamativa. “Si una jugadora se lesiona durante la menstruación, es más probable que esa lesión implique semanas o incluso meses de recuperación”, explican los investigadores al interpretar sus datos.
Este patrón también se observó en lesiones musculares y articulares de menor gravedad, que tendieron a prolongarse más cuando ocurrían durante la menstruación. En conjunto, estos resultados sugieren que el estado fisiológico de esos días no influye tanto en el momento de la lesión como en la capacidad del cuerpo para responder y recuperarse de ella.
El papel de las hormonas sexuales
La hipótesis principal para explicar estos hallazgos se centra en el estrógeno, una hormona con efectos bien documentados sobre el tejido muscular y conectivo. Diversos estudios previos han mostrado que el estrógeno tiene un papel protector frente al daño muscular y favorece los procesos de reparación tras el ejercicio intenso.
Durante la menstruación, los niveles de estrógeno alcanzan su punto más bajo del ciclo. Según los autores del estudio, esta situación hormonal podría hacer que los músculos y tendones sean más vulnerables al daño y que los mecanismos de reparación funcionen de manera menos eficiente. “El bajo nivel de estrógeno podría contribuir a una mayor severidad de las lesiones y a una recuperación más lenta”, indican en el artículo.
Investigaciones anteriores ya habían observado que, en esta fase del ciclo, las mujeres pueden experimentar mayor sensibilidad al dolor muscular y una recuperación más prolongada tras esfuerzos intensos. El nuevo trabajo aporta datos procedentes del deporte profesional que encajan con esas observaciones de laboratorio y estudios con poblaciones menos especializadas.
Más allá de la biología hormonal
Aun así, los autores insisten en que reducir el fenómeno a una cuestión puramente hormonal sería simplificar en exceso una realidad compleja. Durante la menstruación, muchas deportistas experimentan síntomas como fatiga, dolor abdominal, cefaleas o alteraciones del sueño, factores que pueden influir tanto en el rendimiento como en la percepción del esfuerzo y del dolor.
Además, los hábitos alimentarios y la hidratación pueden variar durante esos días, al igual que el estado anímico. Todo ello podría afectar indirectamente a la recuperación tras una lesión. “Las hormonas son solo una parte del cuadro”, señalan los investigadores, que apuntan a la necesidad de considerar el contexto completo de la deportista.
Otros estudios realizados con mujeres físicamente activas, aunque no profesionales, han mostrado que durante la menstruación se reportan más molestias físicas y una sensación subjetiva de recuperación más lenta. El trabajo con las futbolistas del FC Barcelona sugiere que estas percepciones podrían tener una base fisiológica medible en términos de días de baja.
Limitaciones y cautela en la interpretación
Pese a la relevancia de los resultados, los propios autores reconocen varias limitaciones importantes. La más evidente es la ausencia de mediciones hormonales directas, lo que impide confirmar si todas las jugadoras ovulaban regularmente o si presentaban perfiles hormonales considerados “típicos” en las otras fases del ciclo.
Otra limitación clave es el tamaño de la muestra durante la menstruación. Dado que el sangrado duró, de media, cuatro días en ciclos de 31 días, solo una pequeña fracción del tiempo total de entrenamiento y competición correspondió a esta fase. En términos absolutos, solo se registraron once lesiones durante la menstruación, un número reducido para extraer conclusiones definitivas.
“Con un volumen de datos tan limitado, es necesario ser prudentes”, advierten los investigadores. Aun así, destacan que la magnitud de la diferencia en la carga de lesión y su significación estadística justifican la necesidad de seguir explorando esta línea de investigación con muestras más amplias y diseños que incluyan análisis hormonales.
Implicaciones para el deporte femenino
Más allá del ámbito académico, los resultados plantean preguntas prácticas para el deporte de alto rendimiento. Si las lesiones durante la menstruación tienden a ser más graves, los cuerpos técnicos y médicos podrían considerar estrategias de prevención y recuperación adaptadas a esta fase del ciclo, siempre evitando enfoques simplistas o discriminatorios.
El estudio no sugiere reducir la carga de entrenamiento de forma automática durante la menstruación, pero sí invita a prestar atención a los síntomas individuales y a la respuesta del cuerpo en esos días. “La personalización parece clave”, señalan los autores, en línea con una tendencia creciente hacia el seguimiento individualizado en el deporte profesional.
En un contexto donde el fútbol femenino continúa ganando visibilidad y profesionalización, investigaciones como esta contribuyen a llenar un vacío histórico de conocimiento sobre la fisiología específica de las mujeres deportistas. Lejos de reforzar estigmas, los datos ofrecen herramientas para comprender mejor cómo optimizar la salud y el rendimiento a lo largo de todo el ciclo menstrual.
El estudio no cierra el debate, pero aporta una pieza sólida al rompecabezas. La menstruación, según estos resultados, no es un periodo de mayor riesgo de lesión, pero sí un momento en el que el cuerpo podría necesitar más tiempo y cuidados para recuperarse cuando ocurre un contratiempo físico.

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