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Disminuye el vapeo entre adolescentes en Estados Unidos, pero aumenta la adicción entre quienes continúan
miércoles, noviembre 05, 2025

Disminuye el vapeo entre adolescentes en Estados Unidos, pero aumenta la adicción entre quienes continúan

Joven vapeando en la calle, exhalando vapor mientras sostiene un cigarrillo electrónico en la mano.

Un estudio reciente revela que más de la mitad de los adolescentes que vapean en Estados Unidos ya no pueden dejarlo por voluntad propia, lo que apunta a una creciente dependencia a la nicotina.

El número total de adolescentes estadounidenses que vapean ha caído de manera sostenida desde 2019. Sin embargo, los que mantienen el hábito muestran señales alarmantes de adicción. Según una nueva investigación dirigida por la Universidad del Sur de California (USC) y publicada en JAMA Network Open, los jóvenes que continúan vapeando lo hacen con mayor frecuencia y presentan más dificultades para abandonar el consumo. Los autores advierten que el fenómeno ya se perfila como una crisis emergente de salud pública en el país.

Un hábito cada vez más arraigado

El estudio analizó datos de 115 191 estudiantes de entre 13 y 18 años que participaron anualmente en la encuesta nacional Monitoring the Future, la cual evalúa comportamientos y consumo de sustancias en adolescentes estadounidenses. Entre los años 2020 y 2024, la proporción de jóvenes que vapeaban todos los días pasó del 15,4 al 28,8 %. Más preocupante aún, el número de quienes admitieron no poder dejar de vapear se disparó del 28,2 al 53 % en ese mismo periodo.

“Lo que encontramos es muy preocupante para los médicos, los profesionales de la salud pública y los responsables de políticas”, afirmó la pediatra Abbey Masonbrink, investigadora principal del estudio, en declaraciones difundidas por EurekAlert!. “El aumento del vapeo diario y la creciente dificultad de los jóvenes para dejarlo indica una dependencia severa a la nicotina. Debemos fortalecer la atención médica para este grupo”.

El equipo de la USC también observó que los adolescentes que vapean presentan con mayor frecuencia consumo paralelo de alcohol y cannabis, lo que sugiere una vulnerabilidad más amplia ante el uso de sustancias. “Muchos de estos jóvenes no se perciben como adictos, pero sus patrones de consumo reflejan lo contrario”, añadió Masonbrink.

Una tendencia preocupante en las zonas rurales

Uno de los hallazgos más inesperados del estudio fue la concentración del problema en las zonas rurales. En 2020, el 16,4 % de los adolescentes que vivían en comunidades rurales y vapeaban lo hacía a diario. Cuatro años después, ese porcentaje se elevó hasta el 41,8 %. La magnitud de este aumento sorprendió a los investigadores, que han anunciado un estudio de seguimiento para entender las causas de esta disparidad.

Hasta ahora no existe una explicación definitiva sobre por qué el vapeo se ha extendido con tanta fuerza en el ámbito rural, pero los investigadores sospechan que influyen factores como la disponibilidad de dispositivos con alto contenido de nicotina y la falta de programas de prevención y apoyo psicológico. “La industria del vapeo lanza constantemente nuevos productos con concentraciones cada vez mayores de nicotina. Los adolescentes no siempre son conscientes de cuánto están consumiendo, y eso agrava el riesgo de adicción”, advirtió Masonbrink.

Los datos también muestran un aumento del llamado “vapeo matutino”, cuando los jóvenes usan el dispositivo dentro de los primeros cinco minutos tras despertarse, un signo clásico de dependencia. “Eso nos indica que ya no se trata solo de un hábito recreativo, sino de una necesidad fisiológica”, señaló la pediatra.

Intentos de abandono y falta de apoyo

El estudio revela además que una gran parte de los adolescentes intenta dejar de vapear sin recurrir a ayuda profesional. Aunque algunos logran hacerlo por cuenta propia, los resultados demuestran que la mayoría no lo consigue. “Los jóvenes que vapean ocasionalmente pueden dejarlo solos, pero quienes lo hacen a diario necesitan apoyo terapéutico y seguimiento médico”, explicó Masonbrink.

La investigación cita trabajos recientes que sugieren que los tratamientos utilizados para combatir la adicción a la nicotina en fumadores adultos —como la terapia de reemplazo con parches o chicles de nicotina, e incluso ciertos medicamentos recetados— pueden ser eficaces también en adolescentes. No obstante, los autores advierten que todavía faltan estudios longitudinales que confirmen la seguridad y eficacia de esas intervenciones en menores de edad.

Masonbrink considera que el desafío principal está en la falta de conciencia entre los profesionales de la salud. “Muchos pediatras aún no preguntan de manera sistemática sobre el vapeo durante las consultas. Necesitamos capacitarlos para identificar signos de dependencia y ofrecer alternativas reales de tratamiento”, señaló.

Políticas de regulación y responsabilidad social

El equipo investigador de la USC subraya que el incremento de la adicción está directamente relacionado con la composición de los dispositivos y la concentración de nicotina en los líquidos de vapeo. En Estados Unidos, las regulaciones federales permiten niveles de nicotina significativamente más altos que los autorizados en Europa, lo que podría explicar la rapidez con la que se desarrolla la dependencia.

“La cantidad de nicotina que entregan algunos dispositivos equivale a varias cajetillas de cigarrillos tradicionales”, advirtió Masonbrink. “Si los aparatos liberan dosis tan concentradas, el riesgo de adicción se multiplica”. Por ello, la experta sugiere que la regulación del contenido máximo de nicotina debería convertirse en una prioridad nacional.

Los investigadores también llaman la atención sobre las estrategias de marketing que las empresas de vapeo siguen utilizando para atraer a adolescentes, como los sabores frutales o de postres, la estética colorida y la promoción en redes sociales. Estas tácticas —según los autores del estudio— han sido determinantes para mantener el atractivo del vapeo entre los más jóvenes, incluso mientras las campañas de prevención del tabaquismo convencional muestran éxito.

El dilema entre reducción de daños y nuevas adicciones

Aunque algunos defensores del vapeo argumentan que los cigarrillos electrónicos pueden servir como herramienta para reducir el consumo de tabaco tradicional, el estudio de la USC pone de manifiesto que en el caso de los adolescentes esa premisa no se sostiene. La mayoría de los jóvenes analizados nunca había fumado antes de comenzar a vapear, lo que sugiere que el vapeo no está reemplazando un hábito previo, sino creando uno nuevo.

“Estamos viendo una generación que no fumaba cigarrillos, pero que ahora depende de la nicotina a través de dispositivos electrónicos”, advirtió Masonbrink. “Es un cambio cultural y sanitario sin precedentes”. El equipo considera urgente desarrollar políticas de prevención adaptadas a la nueva realidad tecnológica, especialmente en entornos escolares y plataformas digitales donde los jóvenes son más susceptibles a la influencia comercial.

El estudio publicado en JAMA Network Open concluye que, aunque el número total de adolescentes que vapean se ha reducido, el grado de adicción entre quienes lo hacen ha aumentado drásticamente. Los investigadores proponen un enfoque integral que combine educación, regulación y apoyo clínico. Según Masonbrink, “si no actuamos ahora, los efectos de esta dependencia podrían acompañar a estos jóvenes durante décadas”.

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