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Estos medicamentos para adelgazar podrían reducir las ganas de beber alcohol, según un nuevo estudio
sábado, octubre 18, 2025

Estos medicamentos para adelgazar podrían reducir las ganas de beber alcohol, según un nuevo estudio

Varias botellas de alcohol sobre una mesa, símbolo del consumo que podría disminuir con el uso de medicamentos para adelgazar.

Los populares medicamentos para adelgazar Ozempic y Wegovy podrían tener un efecto inesperado: reducir las ganas de beber alcohol. Un nuevo estudio realizado por investigadores de Virginia Tech sugiere que las personas que consumen estos fármacos se sienten menos ebrias y presentan un deseo más bajo de seguir bebiendo, al parecer porque el alcohol tarda más tiempo en llegar al torrente sanguíneo.

Los científicos descubrieron que los llamados agonistas del receptor GLP-1 —como la semaglutida, la tirzepatida y la liraglutida— modifican la forma en que el cuerpo procesa el alcohol. En lugar de que este llegue rápidamente al cerebro, como ocurre normalmente, el proceso se vuelve más lento y los efectos embriagadores se reparten de manera más gradual. Según el equipo, esta ralentización podría tener consecuencias importantes para la prevención del abuso de alcohol, un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo.

Un hallazgo casual con potencial clínico

El estudio, publicado en la revista Scientific Reports del grupo Nature, fue dirigido por investigadores de la Universidad de Virginia Tech. Su punto de partida no surgió de un laboratorio, sino de la observación de usuarios en redes sociales, especialmente en la plataforma Reddit. Allí, numerosos pacientes que utilizaban Ozempic o Wegovy para controlar el peso contaban que, tras comenzar el tratamiento, perdieron casi por completo el interés por el alcohol.

Intrigados por estas experiencias, los científicos del Addiction Recovery Research Center decidieron poner a prueba el fenómeno bajo condiciones controladas. El trabajo fue iniciado por el fallecido profesor Warren Bickel, reconocido experto en neurociencia del comportamiento y en adicciones, quien falleció en 2024 antes de ver completado el proyecto. Su colega y coautora Fatima Quddos destacó que “su pasión por la ciencia estaba presente en cada etapa de este estudio” y añadió que la visión de Bickel “sigue inspirando cada día al equipo”.

Los resultados iniciales, aunque preliminares, parecen respaldar las observaciones anecdóticas. En los experimentos de laboratorio, los voluntarios que recibían medicación con GLP-1 mostraron respuestas fisiológicas distintas frente al alcohol, tanto en los niveles de concentración en sangre como en la percepción subjetiva de embriaguez.

Una prueba controlada con resultados sorprendentes

Para explorar el fenómeno, el equipo trabajó con veinte adultos con obesidad (índice de masa corporal superior a 30), de los cuales la mitad tomaba agonistas GLP-1 y la otra mitad no. Todos los participantes acudieron en ayunas y recibieron la misma comida antes de la prueba. Posteriormente se les administró una cantidad estandarizada de alcohol, equivalente a una bebida alcohólica regular.

Durante el proceso, los investigadores midieron parámetros como la presión arterial, la frecuencia cardíaca, los niveles de glucosa y, sobre todo, el nivel de alcohol en sangre a lo largo del tiempo. Los resultados fueron claros: en quienes tomaban los medicamentos, el alcohol llegaba más lentamente al torrente sanguíneo y la sensación de embriaguez era menor.

“El experimento demuestra que el alcohol no actúa igual en quienes usan estos fármacos”, explicó la investigadora Alexandra DiFeliceantonio, de Virginia Tech, en declaraciones difundidas a través de EurekAlert!. “Cualquier persona que bebe sabe que no es lo mismo tomarse una copa de vino despacio que un trago de whisky de golpe. Ambos tienen la misma cantidad de alcohol, pero el whisky sube más rápido a la cabeza porque se absorbe más deprisa. Si los medicamentos GLP-1 ralentizan ese proceso, las personas podrían sentir menos deseo de seguir bebiendo”.

El hallazgo sugiere que, al reducir la rapidez con que el alcohol alcanza el cerebro, los agonistas GLP-1 podrían atenuar la respuesta de recompensa que normalmente refuerza el consumo excesivo.

Cómo actúan los agonistas GLP-1

Los medicamentos GLP-1 (péptido similar al glucagón tipo 1) se desarrollaron originalmente para el tratamiento de la diabetes tipo 2, y posteriormente se aprobaron como terapias para la obesidad. Funcionan imitando una hormona que regula el apetito, la liberación de insulina y la velocidad de vaciado del estómago.

En este estudio, el efecto sobre el alcohol parece estar vinculado precisamente a esa última función. Según DiFeliceantonio, “a diferencia de los fármacos utilizados para tratar la adicción, como la naltrexona o el acamprosato, que actúan directamente sobre el sistema nervioso central, los GLP-1 parecen hacerlo a través de un mecanismo fisiológico”.

La investigadora detalla que “al retrasar el vaciamiento gástrico, el alcohol llega más lentamente al sistema circulatorio y, por tanto, los efectos sobre el cerebro también son más graduales”. En términos simples, el cuerpo se embriaga más despacio. Esto podría no solo reducir la intensidad de la borrachera, sino también el impulso de continuar bebiendo.

Alcoholismo y salud pública

El impacto potencial de este hallazgo va más allá del interés médico. En Estados Unidos, más de la mitad de los adultos consumen alcohol y uno de cada diez sufre algún tipo de trastorno por abuso o dependencia. El consumo excesivo está estrechamente asociado con enfermedades cardiovasculares, daño hepático, hipertensión y varios tipos de cáncer.

A comienzos de 2025, el inspector general de Salud Pública de Estados Unidos reiteró que el alcohol sigue siendo la tercera causa prevenible de cáncer, después del tabaquismo y la obesidad. Por ello, cualquier tratamiento que ayude a reducir su consumo podría tener un impacto importante en salud pública.

Para la doctora Quddos, los resultados “ofrecen una posible vía terapéutica que merece ser explorada en estudios más amplios”. Añade que “las diferencias entre quienes tomaban GLP-1 y quienes no eran notorias, incluso en un grupo tan pequeño, lo que abre la puerta a nuevas estrategias en la lucha contra la adicción al alcohol”.

De la obesidad al tratamiento de adicciones

En los últimos años, los agonistas GLP-1 han revolucionado el manejo de la obesidad al demostrar una eficacia sin precedentes en la reducción del peso corporal. Medicamentos como Ozempic y Wegovy se han vuelto populares entre millones de personas, pero sus efectos sobre el comportamiento han llamado también la atención de la comunidad científica.

Varios estudios previos en animales ya habían sugerido que estos fármacos podrían influir en la dopamina, el neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa. Sin embargo, el trabajo de Virginia Tech apunta a un mecanismo distinto: no se trataría de una alteración directa del cerebro, sino de una modificación del proceso digestivo que cambia la forma en que el cuerpo percibe los efectos del alcohol.

Esta diferencia es clave, ya que podría implicar menos efectos secundarios en comparación con los tratamientos actuales contra la adicción, muchos de los cuales actúan directamente sobre los receptores cerebrales y pueden alterar el estado de ánimo o causar dependencia cruzada.

De las redes sociales a la ciencia

El hecho de que la hipótesis surgiera de conversaciones en redes sociales refleja un cambio en la manera en que la ciencia detecta nuevos fenómenos. “Fue sorprendente ver cómo las experiencias compartidas en Reddit llevaron a una pregunta de laboratorio legítima”, comenta DiFeliceantonio. “En vez de descartar los testimonios anecdóticos, decidimos investigarlos de manera científica”.

El equipo reconoce que este tipo de hallazgos puede abrir nuevas líneas de investigación interdisciplinaria, donde los datos informales se convierten en punto de partida para descubrimientos clínicos. En este caso, las historias personales de pacientes que reportaban “pérdida de interés por el alcohol” tras iniciar tratamiento con semaglutida coincidieron con lo que después demostraron las pruebas fisiológicas.

La doctora Quddos subraya que “el diálogo entre la experiencia de los pacientes y la investigación académica puede ser enormemente valioso”. En su opinión, la creciente disponibilidad de estos medicamentos y la magnitud del problema del alcoholismo justifican estudiar más a fondo su potencial terapéutico.

El legado del profesor Warren Bickel

El proyecto fue concebido por el fallecido profesor Warren Bickel, pionero en la investigación sobre los mecanismos del autocontrol y la adicción. Su trabajo se centró durante décadas en comprender cómo las personas toman decisiones cuando se enfrentan a recompensas inmediatas frente a beneficios futuros, un dilema central en los trastornos por consumo de sustancias.

“Él siempre se preguntaba cómo podíamos ayudar a la gente de manera práctica y rápida”, recuerda DiFeliceantonio. “La idea de que un medicamento ya aprobado y considerado seguro pudiera reducir el consumo de alcohol encajaba perfectamente con su visión”.

Para el equipo, continuar esta línea de investigación es también una forma de rendir homenaje a su legado científico. La doctora Quddos señaló que “la dedicación de Bickel hacia la ciencia del comportamiento humano nos guía todavía; este estudio es una prueba de ello”.

Estudios futuros y precauciones

A pesar del entusiasmo, los investigadores son cautos al interpretar los resultados. Se trata de una investigación piloto con una muestra pequeña y bajo condiciones controladas. No puede asumirse que todas las personas que toman Ozempic o Wegovy experimenten el mismo efecto.

Además, los autores enfatizan que no se trata de recomendar estos fármacos como tratamiento contra el alcoholismo, ya que no están aprobados para ese fin. Sin embargo, su posible papel en la reducción del consumo plantea una oportunidad valiosa para futuras terapias.

“Es necesario replicar los hallazgos en estudios más amplios y en poblaciones diversas”, indicó Quddos. “Pero estos resultados iniciales muestran que un medicamento desarrollado con otro propósito podría ofrecer esperanza a quienes luchan contra la adicción al alcohol”.

Implicaciones globales

El potencial de los agonistas GLP-1 para modificar el comportamiento de consumo de alcohol podría tener repercusiones globales. La Organización Mundial de la Salud estima que cada año mueren más de 3 millones de personas por causas relacionadas con el alcohol. En América Latina y Europa, el consumo per cápita sigue siendo de los más altos del mundo.

Si futuros estudios confirman los efectos observados por el equipo de Virginia Tech, los médicos podrían disponer de una herramienta adicional para ayudar a los pacientes que buscan reducir o abandonar la bebida. “No hablamos de una cura milagrosa”, aclara DiFeliceantonio, “sino de un posible apoyo fisiológico que podría facilitar los cambios de comportamiento”.

El trabajo también plantea interrogantes sobre la relación entre metabolismo, adicción y recompensa, y cómo los sistemas digestivo y nervioso interactúan más estrechamente de lo que se pensaba. En palabras del investigador: “Lo que comemos, cuánto comemos y cómo bebemos parecen estar mucho más conectados con nuestro cerebro de lo que la ciencia imaginaba hace solo una década”.

Una nueva línea de investigación

El estudio de Virginia Tech marca el inicio de una posible revolución en la comprensión del vínculo entre medicamentos metabólicos y conductas adictivas. En la actualidad, el equipo ya prepara ensayos clínicos más amplios que incluirán tanto personas con sobrepeso como pacientes con trastorno por consumo de alcohol diagnosticado.

De confirmarse los hallazgos, los agonistas GLP-1 podrían abrir una nueva vía de tratamiento, basada no en la modificación química del cerebro, sino en el control de los procesos fisiológicos que influyen en la experiencia del placer y el impulso de consumo.

“Estamos en una etapa muy temprana, pero los datos son prometedores”, concluye Quddos. “Este tipo de investigación nos recuerda que, a veces, los grandes descubrimientos llegan de los lugares más inesperados: de un foro en internet a un laboratorio universitario, y de allí, potencialmente, a la salud de millones de personas”.

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