El aumento de incendios forestales en el mundo amenaza la estabilidad de ecosistemas enteros, y un nuevo estudio revela que la mayoría de los bosques en riesgo no podrán resistir sin un manejo activo por parte de las comunidades y autoridades ambientales.
El avance fue descrito en un artículo publicado en la revista Frontiers in Forests and Global Change, desarrollado por investigadores de Vibrant Planet, Northern Arizona University, American Forest Foundation y Blue Forest. El estudio pone en evidencia que el manejo forestal, que incluye técnicas como la quema controlada o la eliminación de material combustible acumulado, reduce hasta en un 88 % la probabilidad de que un incendio alcance una magnitud catastrófica. Se trata de un hallazgo con gran relevancia para el diseño de políticas ambientales en un contexto en el que el cambio climático intensifica las olas de calor y prolonga las sequías, factores que alimentan la propagación del fuego.
Durante las dos últimas décadas, el número de incendios forestales ha aumentado de manera alarmante, especialmente en el hemisferio norte. Aunque algunos bosques están naturalmente adaptados al fuego, los cambios climáticos y la presión humana han roto el equilibrio. Hoy, muchos ecosistemas que antes lograban regenerarse tras incendios de baja intensidad, ahora enfrentan un escenario en el que sin gestión activa están condenados a perderse en megaincendios imposibles de controlar.
Un problema creciente en todo el planeta
La tendencia global muestra que los incendios no solo son más frecuentes, sino también más intensos y destructivos. En regiones como California, Australia, el Mediterráneo y la Amazonía, la combinación de sequías prolongadas, acumulación de material seco y temperaturas extremas crea las condiciones perfectas para que una chispa se convierta en un desastre.
La pérdida de bosques por fuego no solo significa la destrucción de árboles: con ellos se pierden reservas de carbono que vuelven a la atmósfera, empeorando la crisis climática. Además, disminuye la biodiversidad, se alteran los ciclos del agua y aumenta la vulnerabilidad de las comunidades humanas que dependen de estos ecosistemas. El nuevo estudio pone cifras concretas a un fenómeno que ya se percibía, pero que ahora encuentra respaldo científico en un análisis exhaustivo.
Evidencia desde la Sierra Central de California
El equipo investigador analizó 216 proyectos de manejo forestal en la región de la Sierra Central de California, un área particularmente golpeada por los incendios de 2020 y 2021, años en los que el estado vivió algunos de los siniestros más devastadores de su historia. Las prácticas incluyeron la reducción de combustible forestal, la aplicación de quemas prescritas y la gestión activa de zonas críticas.
Los resultados mostraron que los bosques tratados no solo resistieron mejor las llamas, sino que también lograron mantener su capacidad de almacenamiento de carbono. En algunos casos, apenas siete años después de las intervenciones, los ecosistemas alcanzaron niveles estables de resiliencia, a pesar de haber enfrentado sequías extremas y megaincendios recientes.
En promedio, la severidad de los incendios disminuyó en un 32 %, y la probabilidad de incendios de gran magnitud se redujo en un 88 % en comparación con bosques sin manejo. Estas cifras refuerzan la importancia de invertir en programas de restauración y gestión, pues los beneficios se manifiestan en periodos relativamente cortos.
La voz de los investigadores
Sophie Gilbert, directora de estrategia científica en Vibrant Planet y coautora del estudio, señaló que estos hallazgos ayudan a responder preguntas claves que enfrentan hoy los gestores ambientales. En sus palabras, “estos resultados ayudan a responder una de las cuestiones centrales para quienes administran la tierra: cuántos tratamientos necesitamos, con qué intensidad y en qué lugares para reducir el riesgo de incendios severos y de los efectos de la sequía”.
Gilbert subraya además que el tema trasciende la técnica y se vincula con la relación cultural y ecológica de los seres humanos con el territorio. “El tratamiento de los bosques no es solo una estrategia para reducir incendios, es una forma de restaurar la relación recíproca entre las comunidades y el medioambiente. Requiere atención constante y esfuerzo, pero a cambio los bosques ofrecen servicios ecosistémicos esenciales, desde la captura de carbono hasta la regulación del agua y la conservación de la biodiversidad”.
Nuevas oportunidades de gestión y financiamiento
Desde Blue Forest, organización participante en la investigación, se resalta que los hallazgos abren la puerta a mecanismos innovadores de financiamiento para restauración y conservación. Al demostrarse que la gestión activa genera beneficios tangibles y medibles, es posible atraer recursos de instituciones públicas y privadas que buscan invertir en soluciones sostenibles al cambio climático.
Esto resulta crucial porque, a pesar de la efectividad comprobada de las técnicas de manejo, muchos proyectos se frenan por falta de presupuesto. Los resultados del estudio muestran que cada dólar invertido en prevención puede ahorrar múltiples veces ese monto en la mitigación de daños futuros, desde la protección de infraestructuras hasta la reducción de costos en salud pública asociados a la contaminación por humo.
Bosques y cambio climático: una relación de doble filo
Los bosques son uno de los principales sumideros naturales de carbono del planeta, y su capacidad de absorber dióxido de carbono es esencial para frenar el calentamiento global. Sin embargo, cuando arden, liberan grandes cantidades de gases de efecto invernadero, lo que acelera aún más la crisis climática.
Esto crea un círculo vicioso: el cambio climático aumenta la probabilidad de incendios, y los incendios agravan el cambio climático. Romper este ciclo es uno de los mayores retos de la gestión ambiental contemporánea, y el estudio publicado en Frontiers in Forests and Global Change ofrece un camino concreto: la intervención humana cuidadosa y planificada puede marcar la diferencia entre la supervivencia o la pérdida irreversible de los bosques.
Un llamado a la acción global
Aunque el trabajo se centró en California, las lecciones son aplicables a ecosistemas de todo el mundo. Países del Mediterráneo, como España, Italia o Grecia, enfrentan temporadas de incendios cada vez más largas y devastadoras. En América del Sur, la Amazonía vive un escenario crítico donde el fuego se combina con la deforestación y el avance agrícola. En Australia, los incendios de 2019 y 2020 arrasaron con hábitats completos, dejando en evidencia que ni siquiera los bosques más antiguos están a salvo.
En este contexto, la investigación se convierte en una guía práctica y científica que puede inspirar estrategias adaptadas a cada región. No se trata de copiar modelos, sino de aplicar el principio central: los bosques necesitan del ser humano para sobrevivir en el mundo actual.
La reciprocidad como principio
Más allá de las cifras, el estudio propone un enfoque filosófico y práctico: entender el manejo forestal no como un acto de dominio humano sobre la naturaleza, sino como una práctica de reciprocidad. Gilbert lo resume de manera clara al afirmar que “los bosques nos recompensarán con agua limpia, aire puro, biodiversidad y estabilidad climática si nosotros los cuidamos con atención y esfuerzo continuos”.
Este cambio de perspectiva resulta fundamental para construir políticas de largo plazo que integren a comunidades indígenas, científicos, gobiernos y sector privado en un objetivo común: proteger los bosques como aliados estratégicos en la lucha contra el cambio climático y como guardianes de la vida en la Tierra.
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