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Así podríamos encontrar vida extraterrestre en el futuro
miércoles, septiembre 03, 2025

Así podríamos encontrar vida extraterrestre en el futuro

Imagen de un exoplaneta rocoso visto desde el espacio, con atmósfera azulada y una estrella brillante al fondo.

Detectar planetas similares a la Tierra donde pueda existir vida sigue siendo uno de los grandes desafíos de la astronomía moderna. Un equipo de científicos ha propuesto un innovador diseño de telescopio que, con la tecnología disponible en la actualidad, podría acercarnos a la posibilidad real de identificar mundos habitables y, quizás, señales de vida extraterrestre.

El avance fue descrito en un artículo publicado en la revista Frontiers in Astronomy and Space Sciences, donde un grupo de investigadores liderado por Heidi Newberg, del Rensselaer Polytechnic Institute, propone un diseño revolucionario de telescopio espacial con un espejo rectangular en lugar de circular. La propuesta busca resolver una de las limitaciones más complejas de la astronomía: distinguir la débil luz de un planeta parecido a la Tierra de la intensidad abrumadora de su estrella anfitriona, tal como se resume también en un comunicado de prensa difundido en EurekAlert.

A lo largo de décadas, los científicos han buscado mundos fuera de nuestro sistema solar que tengan condiciones compatibles con la vida. Hasta ahora, todas las formas de vida conocidas —desde organismos unicelulares hasta animales complejos— se encuentran en la Tierra, donde el agua líquida actúa como base esencial de las reacciones químicas. Este elemento es tan crucial que la búsqueda de exoplanetas habitables se centra en detectar mundos donde pueda existir agua en estado líquido. Sin embargo, identificar esos lugares a distancias de decenas de años luz requiere tecnologías extremadamente avanzadas que aún presentan enormes obstáculos.

La dificultad de encontrar exoplanetas habitables

Uno de los mayores retos al detectar exoplanetas radica en la diferencia de brillo entre la estrella y el planeta. Los mundos con agua líquida emiten radiación principalmente en longitudes de onda cercanas a los 10 micrómetros, lo que corresponde a la radiación infrarroja media. Esa longitud de onda es unas veinte veces mayor que la de la luz visible y permite analizar características relacionadas con la temperatura y la composición de una atmósfera.

El problema, explican los investigadores, es que para distinguir un planeta como la Tierra de su estrella madre a 30 años luz de distancia se necesitaría un telescopio con una apertura de al menos 20 metros de diámetro, instalado fuera de la atmósfera terrestre. El telescopio espacial James Webb (JWST), que tiene una apertura de 6,5 metros y fue un hito tecnológico al ser desplegado en 2021, ya representó una misión extremadamente compleja y costosa. Lanzar y operar una estructura tres veces más grande sería hoy en día prácticamente inviable.

Según el equipo, los telescopios basados en la Tierra no son suficientes debido a que la atmósfera distorsiona y bloquea gran parte de la radiación infrarroja. Además, incluso si se lograra construir un observatorio de 20 metros en el espacio, los desafíos técnicos y financieros serían descomunales. Esto obliga a los astrofísicos a pensar en alternativas más creativas y factibles con la tecnología existente.

Ideas en desarrollo y sus limitaciones

Durante años, distintos grupos han explorado soluciones alternativas. Entre ellas se encuentra la idea de desplegar enjambres de telescopios más pequeños que, combinados, funcionen como uno solo de gran tamaño, mediante una técnica llamada interferometría. Sin embargo, esta estrategia presenta enormes dificultades: coordinar con precisión absoluta múltiples telescopios en órbita para que trabajen de manera conjunta supera ampliamente nuestras capacidades actuales.

Otra propuesta consiste en utilizar longitudes de onda más cortas, como la luz visible, lo que permitiría reducir el tamaño necesario del espejo. El inconveniente es que en esa franja del espectro la diferencia de brillo entre la estrella y el planeta es abismal: un astro similar al Sol puede ser hasta diez mil millones de veces más luminoso que un planeta parecido a la Tierra. Bloquear la luz de la estrella sin eliminar al mismo tiempo la del planeta aún está fuera del alcance tecnológico.

Estos obstáculos han llevado a los expertos a buscar fórmulas más realistas que puedan implementarse en las próximas décadas, sin tener que esperar a avances revolucionarios en ingeniería espacial.

El diseño del telescopio rectangular

La propuesta más reciente, presentada por el equipo de Newberg, plantea abandonar la forma circular tradicional de los espejos y sustituirla por un diseño rectangular de 1 metro por 20 metros. Aunque su área total sería similar a la del JWST, su geometría permitiría captar la luz de manera distinta y, sobre todo, facilitaría separar el resplandor de una estrella del débil brillo de un planeta cercano.

Según explican los investigadores en su estudio, la clave estaría en que la forma alargada del espejo permite girar el telescopio y alinear su eje largo con la posición relativa de la estrella y el planeta. De esta manera, el instrumento puede optimizar su capacidad de discriminación angular, lo que aumenta la posibilidad de diferenciar los dos objetos.

Newberg destacó que “el objetivo es diseñar un telescopio que, sin ser más grande que los que ya sabemos construir, pueda ofrecer un rendimiento mucho más cercano al que necesitamos para detectar planetas similares a la Tierra”. La ventaja de este concepto es que no requiere materiales imposibles de fabricar ni tecnologías aún inexistentes: se trata de una reconfiguración de lo que ya se ha logrado con misiones como el JWST.

Lo que podría lograrse con esta tecnología

Los cálculos del equipo indican que un telescopio con estas características podría identificar en menos de tres años la mitad de todos los planetas tipo Tierra que existan en un radio de 30 años luz de nuestro sistema solar. En la práctica, esto se traduce en la detección de alrededor de 30 planetas potencialmente habitables, siempre que se cumpla la estimación de que en promedio hay un mundo rocoso en zona habitable alrededor de cada estrella similar al Sol.

Una vez localizados, estos exoplanetas podrían ser objeto de observaciones de seguimiento para analizar sus atmósferas en busca de biofirmas, como oxígeno, ozono o metano en concentraciones que sugieran actividad biológica. “Si logramos encontrar señales de que estos planetas no solo son habitables sino que podrían estar habitados, el siguiente paso lógico sería considerar misiones de exploración más ambiciosas, como el envío de sondas interestelares hacia los candidatos más prometedores”, señalaron los investigadores en el artículo.

Este último punto abre la puerta a una nueva etapa de la astronomía: la posibilidad de estudiar de manera directa otros mundos más allá del sistema solar, no solo a través de telescopios, sino con instrumentos que algún día puedan llegar físicamente hasta ellos.

Un paso intermedio hacia el gran objetivo

Aunque el diseño del espejo rectangular no resuelve todos los problemas, representa un avance importante hacia la posibilidad de estudiar exoplanetas en condiciones más cercanas a lo que los astrónomos necesitan. Los investigadores reconocen que todavía quedan desafíos, como perfeccionar los mecanismos de alineación y rotación, así como garantizar la estabilidad de la estructura en el espacio.

Aun así, consideran que no existen obstáculos técnicos insalvables. La propuesta se enmarca dentro de lo que ya ha demostrado la ingeniería espacial y podría desarrollarse con una inversión mucho menor que la de un telescopio de 20 metros de diámetro. En palabras de Newberg, “este enfoque nos permite soñar con un futuro en el que, con los recursos actuales, seamos capaces de encontrar planetas gemelos de la Tierra y dar un paso gigantesco en la búsqueda de vida extraterrestre”.

Expectativas de futuro

Si bien todavía no se ha construido un prototipo, el estudio ha despertado interés en la comunidad científica por su enfoque pragmático. Algunos expertos señalan que esta clase de proyectos podría complementar las capacidades de observatorios ya en operación, como el JWST, y futuros telescopios terrestres de gran apertura que entrarán en funcionamiento durante la próxima década.

La posibilidad de encontrar mundos habitables en las proximidades cósmicas refuerza la importancia de seguir desarrollando tecnologías para la exploración espacial. Detectar planetas con condiciones similares a las de la Tierra no solo respondería a una de las preguntas más antiguas de la humanidad —si estamos solos en el universo—, sino que también proporcionaría un marco para reflexionar sobre nuestro propio lugar en el cosmos.

Con cada avance, la búsqueda de vida más allá de la Tierra se acerca a dejar de ser un tema de ciencia ficción para convertirse en una realidad científica. Y propuestas como la del telescopio rectangular son un recordatorio de que, con creatividad y perseverancia, la astronomía moderna puede superar sus propios límites y acercarnos a un descubrimiento que cambiaría para siempre nuestra visión del universo.

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