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Científicos descubren que un ave marina solo defeca mientras vuela, un enigma biológico en alta mar
miércoles, agosto 20, 2025

Científicos descubren que un ave marina solo defeca mientras vuela, un enigma biológico en alta mar

Pardela canosa (Calonectris leucomelas) planeando sobre el océano mientras extiende sus largas alas adaptadas al vuelo de larga distancia

Los científicos han descubierto que el Calonectris leucomelas, un ave marina también conocida como pardela rayada o pardela canosa, nunca defeca mientras flota en el agua, sino únicamente durante el vuelo. Este comportamiento, registrado en casi 200 ocasiones gracias a cámaras instaladas en su cuerpo, plantea un nuevo enigma para la biología: ¿por qué estas aves evitan hacerlo mientras descansan sobre el mar?

El hallazgo fue descrito en un estudio publicado en la revista Current Biology, donde los investigadores Leo Uesaka y Katsufumi Sato, de la Universidad de Tokio, detallan cómo llegaron de manera fortuita a esta conclusión. Su objetivo inicial no era estudiar la excreción de estas aves, sino comprender cómo logran despegar del agua corriendo sobre la superficie marina. Para ello colocaron diminutas cámaras en 15 individuos, orientadas hacia atrás y situadas en el abdomen. Sin embargo, al revisar las grabaciones se toparon con una conducta inesperada. “Mientras observaba los videos me sorprendió que defecaban muy a menudo”, explica Uesaka. “Al principio lo encontré gracioso, pero después resultó ser muy interesante”.

El análisis reveló un patrón muy claro: las pardelas rayadas defecan casi exclusivamente en pleno vuelo y, en muchos casos, poco después de despegar. Incluso en varias grabaciones se vio cómo algunas aves parecían elevarse brevemente solo para evacuar, regresando al agua menos de un minuto después. Este comportamiento, repetido de manera sistemática, indica que el acto de defecar en el agua es algo que evitan deliberadamente.

Observaciones inesperadas en pleno vuelo

Gracias a las cámaras instaladas, los científicos registraron 194 episodios de defecación durante los vuelos de estas aves. Lo llamativo es que ninguno de ellos ocurrió mientras flotaban tranquilamente en el mar. Por el contrario, muchas veces la defecación se producía justo al iniciar el vuelo, como si liberarse de ese peso fuese parte del proceso de ascenso. Los investigadores destacan que, en ocasiones, los pijlstormvogels levantaban vuelo sin un destino aparente más que deshacerse de los desechos.

Esta observación llevó al equipo a preguntarse qué tan costoso es para el ave elevarse cada vez solo para evacuar. Las pardelas tienen alas extremadamente largas y estrechas, adaptadas al planeo sobre grandes distancias. Eso significa que no están diseñadas para el batido constante, lo que hace que cada despegue demande un gasto energético significativo. Según Uesaka, “Las Calonectris leucomelas tienen alas muy largas y delgadas, que son perfectas para deslizarse, no para aletear. Deben batirlas con fuerza para levantarse del agua, lo que los agota”.

El hecho de que, aun con este costo energético, las aves prefieran volar para defecar antes que hacerlo flotando, sugiere que hacerlo en el agua representa riesgos o inconvenientes importantes.

Posibles explicaciones del comportamiento

Aunque los investigadores no tienen aún una respuesta definitiva, plantean varias hipótesis. Una de ellas es que las aves evitan ensuciar su propio plumaje. Las plumas impermeables son esenciales para mantenerse aislados del frío marino y cualquier residuo que las manche puede reducir su eficacia. Otra posibilidad es que defecar en el agua podría atraer depredadores, especialmente si las heces emiten señales químicas que delaten la presencia del ave.

También podría tratarse de una cuestión mecánica: la postura al flotar en el agua no sería la más adecuada para expulsar con facilidad los desechos, mientras que en el aire, con la fuerza de la gravedad y el movimiento, la tarea resulta más sencilla. Uesaka señala que “el hecho de que a veces despeguen solo para defecar muestra que hacerlo en el agua tiene desventajas serias”.

Un ritmo fisiológico peculiar

El estudio no solo reveló dónde defecan estas aves, sino también cada cuánto lo hacen. Una vez en vuelo, las pardelas canosas se liberan de excrementos cada cuatro a diez minutos, lo que equivale a unos 30 gramos por hora. Este ritmo llamó poderosamente la atención de los investigadores, que aún no saben qué lo determina. “No sabemos por qué mantienen este patrón de excreción, pero debe tener una razón”, reflexiona Uesaka, quien planea continuar sus investigaciones utilizando cámaras de mayor autonomía y sistemas GPS que permitan rastrear a las aves durante más tiempo.

Si se confirma que este ritmo regular tiene un propósito biológico, podría estar relacionado con la eficiencia del vuelo, la digestión o incluso con la manera en que estas aves contribuyen al ecosistema marino.

El papel ecológico de los excrementos marinos

Aunque a primera vista pueda parecer un detalle trivial, el modo en que estas aves defecan tiene consecuencias mucho más amplias para el medio marino. Los excrementos de aves marinas son ricos en nitrógeno y fósforo, dos nutrientes esenciales que fertilizan tanto suelos como aguas costeras. Hasta ahora, la mayoría de estudios se había centrado en la acumulación de guano en islas donde se concentran colonias reproductivas. Sin embargo, se sabía poco sobre el efecto que podían tener estas aves en mar abierto, lejos de las costas.

Este nuevo trabajo ofrece la primera estimación cuantitativa del ritmo de excreción de una especie de ave marina mientras se desplaza por el océano. “Nuestra investigación sugiere que las aves marinas también pueden enriquecer aguas alejadas de la costa con nutrientes, siempre que estén presentes en número suficiente”, explica Uesaka. Considerando que existen millones de individuos de esta especie en el planeta, el impacto potencial en los ecosistemas marinos podría ser significativo.

Los investigadores plantean que si todas estas aves liberan nutrientes únicamente mientras vuelan, su efecto fertilizador abarcaría amplias zonas del océano, incluso aquellas donde rara vez descansan en la superficie. Esto podría influir en la distribución del plancton y, en consecuencia, en toda la cadena alimentaria marina.

Una incógnita abierta para futuras investigaciones

El hallazgo abre nuevas preguntas sobre la fisiología y el comportamiento de las aves marinas. ¿Se trata de un rasgo exclusivo de esta especie o podría estar presente en otras? ¿Cuál es exactamente la ventaja evolutiva de defecar únicamente en vuelo? Para responder a estas preguntas será necesario ampliar la investigación a otras especies y desarrollar nuevas tecnologías de monitoreo.

Uesaka confía en que el uso de cámaras con baterías de mayor duración y el seguimiento satelital permitirá obtener datos más precisos sobre cuándo y dónde defecan las pardelas rayadas. Con esta información será posible evaluar mejor su papel ecológico y comprender si este comportamiento tiene implicaciones en su éxito evolutivo.

Lo que sí queda claro es que, aunque pueda parecer un tema anecdótico o incluso gracioso, estudiar la manera en que estas aves defecan revela aspectos cruciales sobre la relación entre la biología animal y el funcionamiento de los ecosistemas marinos. Como resume el investigador: “Los excrementos son importantes, pero la mayoría de la gente no piensa mucho en ellos”.

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