Durante más de una década, el denisovano ha sido uno de los grandes enigmas de la evolución humana. Conocido únicamente por fragmentos óseos diminutos y secuencias de ADN, este antiguo pariente de los humanos modernos ha permanecido en la sombra de sus primos más famosos: los neandertales y los Homo sapiens. Ahora, un nuevo y revolucionario estudio ha puesto rostro (y cráneo) a este misterioso grupo: el célebre “hombre dragón” de China ha sido identificado como el primer cráneo completo perteneciente a un denisovano. Esta revelación marca un punto de inflexión en la paleoantropología y abre la puerta a una comprensión más profunda sobre nuestra historia evolutiva.
La calavera, hallada cerca de Harbin, en el noreste de China, y conservada en secreto durante décadas, ya había despertado el interés de los científicos por su morfología robusta y atípica. Sin embargo, ahora, gracias a un análisis genético y proteómico avanzado, los investigadores han confirmado lo que muchos sospechaban: el “hombre dragón” es un auténtico denisovano, un miembro de una rama humana arcaica que coexistió e incluso se cruzó con nuestros antepasados.
Un hallazgo que reescribe los libros de historia
Hasta ahora, los denisovanos eran conocidos exclusivamente por fósiles extremadamente fragmentarios hallados en la cueva Denisova en Siberia en 2010: un pequeño hueso de dedo, algunos dientes, y poco más. A pesar de lo limitado de las pruebas físicas, los análisis de ADN revelaron que se trataba de un grupo humano distinto de los neandertales y los Homo sapiens, aunque estrechamente emparentado con ambos.
El nuevo estudio, liderado por la genetista Qiaomei Fu del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología en Pekín, representa la primera vez que se logra asociar una calavera completa a un individuo denisovano. Según los científicos, el cráneo hallado en Harbin perteneció a un hombre que vivió hace al menos 146 000 años.
“Este es el primer cráneo que podemos atribuir de forma fiable a un denisovano”, declaró Fu, cuyo equipo publicó los hallazgos en la revista Cell. El análisis proteómico permitió identificar 95 proteínas, entre las cuales había tres variantes que resultaron ser exclusivas de los denisovanos. La dificultad del hallazgo radica en que, a pesar de los intentos, el equipo no logró extraer ADN nuclear directamente del hueso. Sin embargo, encontraron una solución inesperada: el análisis del sarro dental.
ADN mitocondrial: la pista genética clave
El sarro, esa capa endurecida que se forma sobre los dientes, resultó contener ADN mitocondrial, el cual se transmite exclusivamente por vía materna. Aunque la cantidad era mínima, fue suficiente para confirmar que el cráneo pertenecía a un denisovano.
“Fue una cantidad muy pequeña”, explica Fu, “pero bastó para dar con la respuesta que estábamos buscando desde hace años”. El hallazgo confirma lo que durante mucho tiempo fue solo una sospecha entre los paleoantropólogos: que los denisovanos no eran una población restringida a Siberia, sino que pudieron habitar regiones más extensas de Asia, desde las montañas del Altái hasta el norte de China.
Samantha Brown, investigadora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana en Burgos, España, que no participó en el estudio, valoró positivamente el enfoque creativo del equipo: “Es un resultado increíble, y fantástico que se hayan atrevido a intentar algo que la mayoría habría pasado por alto. Creo que la mayoría de los investigadores no habrían considerado el sarro dental como una fuente viable para estudios genéticos”.
El “hombre dragón”, una figura colosal
El cráneo del “hombre dragón”, como fue apodado en un inicio por su tamaño inusual y por su hallazgo cerca del río Dragón Negro, presenta una morfología robusta: enormes arcos superciliares, una mandíbula poderosa y una capacidad craneal comparable a la de los humanos modernos.
“Mi impresión fue: esto es exactamente el tipo correcto de fósil en el lugar correcto y en el momento adecuado para ser un denisovano”, afirmó Bence Viola, de la Universidad de Toronto, quien participó en la interpretación del hallazgo. Según él, este descubrimiento permite comenzar a reconstruir no solo la biología de los denisovanos, sino también su posible aspecto físico.
Este tipo de reconstrucción era imposible con los restos anteriores, que se limitaban a fragmentos óseos que no daban indicios claros sobre la anatomía general de estos antiguos humanos. Con el cráneo completo del hombre de Harbin, los investigadores ahora pueden analizar proporciones faciales, tamaño del cerebro y rasgos morfológicos con mayor precisión.
Gigantes del pasado
Uno de los hallazgos más sorprendentes que ha salido a la luz tras el análisis de esta calavera es el gran tamaño corporal que parece haber tenido este individuo. Según los científicos, los denisovanos podrían haber sido incluso más grandes y robustos que los neandertales, tradicionalmente considerados los “musculosos” de la evolución humana.
“Pensábamos que los neandertales eran nuestros parientes más robustos, pero en realidad, los denisovanos podrían haber sido los ‘grandes muchachos’ del registro fósil”, comentó Brown. Esto también podría tener implicaciones sobre cómo vivían, se alimentaban o se adaptaban a climas extremos.
La estructura ósea densa, el tamaño del cráneo y otras características anatómicas podrían haber sido adaptaciones a un ambiente frío, similar al de los neandertales. También cabe la posibilidad de que el gran tamaño ofreciera ventajas en términos de caza o defensa frente a depredadores.
Un rostro revelado
Gracias a técnicas modernas de reconstrucción facial, los investigadores han podido elaborar una representación del rostro del denisovano a partir del cráneo del “hombre dragón”. El resultado muestra un rostro humanoide con rasgos marcados y profundos, diferentes tanto de los neandertales como de los humanos modernos, pero sin duda familiares.
La importancia de poner “rostro” a un denisovano va más allá de lo simbólico. Este logro permite a los científicos y al público general visualizar a este grupo humano como algo más que una secuencia genética. “Ver una cara (una expresión humana) ayuda a conectar emocionalmente con nuestro pasado evolutivo”, afirma Viola.
Un nuevo capítulo para la evolución humana
Este hallazgo también reabre muchas preguntas. ¿Cuánto se extendieron realmente los denisovanos por Asia? ¿Cuánto influyeron en las poblaciones humanas modernas con las que coexistieron? Ya sabemos, por estudios genéticos, que sus genes siguen presentes en personas actuales de Asia, Oceanía y algunas regiones de América.
Los denisovanos dejaron un legado genético sorprendente en los humanos modernos. Algunas poblaciones del sudeste asiático y Oceanía tienen hasta un 5 % de su ADN heredado de estos antiguos humanos. Algunas de estas secuencias incluso se han relacionado con adaptaciones a altitudes elevadas o a climas extremos, como ocurre con los tibetanos, cuya capacidad de adaptación a la hipoxia parece derivar de genes denisovanos.
La presencia de este cráneo en China también sugiere que pudo haber varias poblaciones o linajes de denisovanos distribuidos a lo largo del continente asiático. A medida que los métodos de análisis molecular avanzan y se refinan, es probable que aparezcan más fósiles con los que reconstruir el rompecabezas de nuestra evolución.
Ciencia y tecnología al servicio del pasado
Lo que hace que este descubrimiento sea aún más impresionante es el uso combinado de tecnologías modernas en genética, proteómica y reconstrucción facial. La imposibilidad inicial de extraer ADN del hueso fue superada mediante la identificación de proteínas y la recuperación de ADN mitocondrial del sarro. Estos métodos innovadores permiten trabajar con restos muy degradados, lo que amplía las posibilidades de nuevos descubrimientos.
El estudio demuestra que incluso los restos aparentemente poco prometedores (como el sarro dental) pueden convertirse en claves esenciales para la resolución de grandes misterios evolutivos. En palabras de Samantha Brown, “este hallazgo no solo revela la identidad del hombre de Harbin, sino que también abre nuevas vías metodológicas para el estudio de fósiles antiguos”.
Fuente: Fu, Q., Cao, P., Dai, Q., Bennett, E. A., Feng, X., Yang, M. A., Ping, W., Pääbo, S., & Ji, Q. (2025). Denisovan mitochondrial DNA from dental calculus of the >146,000-year-old Harbin cranium. Cell, 188(13), Artículo 2703–2712. https://doi.org/10.1016/j.cell.2025.05.040
Fuente: New Scientist. (2025, junio 20). We finally know what the face of a Denisovan looked like. https://www.newscientist.com/article/2484822-we-finally-know-what-the-face-of-a-denisovan-looked-like/
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