Un equipo internacional de biólogos ha descubierto por qué algunas arañas desarrollaron venenos letales para los humanos, mientras que otras especies, incluso venenosas, no suponen amenaza alguna. El secreto está en su dieta.
Las arañas no suelen ser bienvenidas en los hogares, y mucho menos si llevan la etiqueta de “venenosas”. Sin embargo, un nuevo estudio liderado por investigadores de la Universidad de Galway ha revelado que muchas de las arañas venenosas que conviven con nosotros no representan ningún riesgo real para la salud humana. ¿La razón? Su veneno no está diseñado para atacarnos, sino para inmovilizar presas muy distintas a nosotros.
Este hallazgo, publicado en la revista científica Biology Letters, ofrece una nueva perspectiva sobre la evolución de los venenos arácnidos. A diferencia de lo que se creía, no es el tamaño de la araña ni su forma de cazar lo que determina cuán peligroso puede ser su veneno, sino lo que el animal come habitualmente. En otras palabras: el menú dicta la toxicidad.
El mito de las arañas domésticas peligrosas
A pesar de la alarma que suelen generar las arañas en la cultura popular (con representaciones que van desde la letal viuda negra hasta monstruos de la ficción), muchas especies venenosas son en realidad inofensivas para los humanos. En países como Irlanda, Reino Unido, España o los Países Bajos, especies como la común araña doméstica (Tegenaria domestica) aparecen con frecuencia en interiores, sin que ello suponga un riesgo real para las personas.
“El hecho de que una araña sea venenosa no implica automáticamente que sea peligrosa para nosotros”, afirma Keith Lyons, coautor del estudio e investigador en la Escuela de Ciencias Biológicas, de la Universidad de Galway. “Muchas arañas desarrollaron venenos altamente específicos para atacar únicamente a los animales que forman parte de su dieta habitual, como insectos. Por tanto, su veneno no tiene efectos significativos en organismos como los humanos, que no forman parte de esa cadena alimenticia”.
Este contraste es notable si se compara con especies más temidas como las arañas del banano (Phoneutria) o las viudas negras (Latrodectus), cuyo veneno sí puede provocar complicaciones médicas graves e incluso la muerte. Estas especies, según los investigadores, tienen una dieta más diversa que incluye pequeños vertebrados, por lo que han desarrollado toxinas capaces de afectar también a mamíferos.
Un análisis comparativo sin precedentes
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron el veneno de 70 especies de arañas distribuidas en distintos hábitats y con dietas variadas. Estudiaron múltiples variables: el tamaño del cuerpo, la forma de cazar (si usaban redes o si eran cazadoras activas), la composición de su veneno y, fundamentalmente, el tipo de presas que consumen.
Lo que hallaron fue revelador: la potencia del veneno no está vinculada al tamaño de la araña ni al método de caza, como se suponía. Lo determinante fue qué tipo de presas consumían habitualmente.
“Las toxinas del veneno de araña han evolucionado para ser especialmente eficaces contra los animales que forman parte de la dieta natural de la araña”, explica Lyons. “Esto puede explicar por qué especies como Phoneutria, que a veces cazan pequeños mamíferos, han desarrollado toxinas que afectan fuertemente al sistema nervioso humano. En cambio, las arañas que se alimentan exclusivamente de invertebrados (como la araña doméstica) han desarrollado toxinas que no tienen efectos en humanos”.
¿Veneno más fuerte según la estrategia de caza? Un mito refutado
El equipo también exploró una hipótesis que había sido ampliamente aceptada: que las arañas que cazan con telarañas necesitarían un veneno menos potente, ya que su estrategia de caza se basa en la inmovilización física de la presa. En cambio, las arañas que cazan activamente requerirían venenos más potentes para abatir rápidamente a sus víctimas.
Pero esa idea fue descartada por los datos. “Esperábamos que las arañas que cazan usando telarañas produjeran toxinas menos potentes, porque evolucionaron para depender más de su red para capturar presas”, comenta el doctor Kevin Healy, uno de los autores del estudio. “Sorprendentemente, no encontramos ninguna correlación entre el método de caza y la potencia del veneno. Esto sugiere que el comportamiento de caza no es tan influyente como la dieta”.
Esta conclusión desafía décadas de suposiciones en el estudio de la biología de arañas. A partir de ahora, la dieta aparece como un factor clave para entender por qué el veneno de algunas especies es peligrosamente activo en humanos, mientras que el de otras es inocuo incluso en contacto directo.
Una evolución guiada por la dieta
Los investigadores utilizaron modelos filogenéticos para entender cómo evolucionó la potencia del veneno en distintos linajes de arañas. Encontraron que aquellas especies que se alimentaban ocasionalmente de vertebrados (como lagartijas, roedores o pequeños pájaros) habían desarrollado toxinas capaces de afectar también a los humanos.
Por el contrario, las arañas especializadas en cazar solo insectos no han tenido presión evolutiva para desarrollar toxinas capaces de cruzar las barreras fisiológicas de los vertebrados. Es decir, su veneno está optimizado para interferir con el sistema nervioso de insectos, y simplemente no tiene “la llave” para afectar de igual forma a nuestro organismo.
Esto significa que no solo el tipo de presa, sino también la diversidad de la dieta, puede ser un factor evolutivo que moldee la toxicidad del veneno.
Implicaciones para la medicina y la agricultura
Más allá del interés biológico, estos descubrimientos tienen implicaciones prácticas muy significativas. En los últimos años, la industria farmacéutica ha mostrado un creciente interés en el veneno de araña, al descubrir que contiene péptidos con potencial para desarrollar medicamentos, especialmente analgésicos y tratamientos neurológicos.
“Este estudio puede orientar la búsqueda de compuestos bioactivos en venenos de arañas”, afirma Healy. “Comprender por qué algunas especies producen toxinas específicas puede ayudarnos a identificar qué tipos de veneno tienen mayor probabilidad de contener sustancias útiles para el desarrollo de nuevos fármacos”.
Pero también podría tener aplicaciones en el ámbito agrícola. Algunas toxinas de arañas son letales únicamente para ciertos insectos plaga y no afectan a polinizadores como las abejas. Esto abre la puerta al diseño de pesticidas selectivos y ecológicos, que combatan plagas sin perjudicar el ecosistema.
“El hecho de que muchas toxinas sean altamente específicas para ciertas presas es una gran ventaja”, añade Healy. “Podríamos usar estos venenos para desarrollar bioplaguicidas que ataquen a insectos dañinos sin afectar a otros invertebrados beneficiosos”.
La naturaleza como fuente de innovación
Este estudio es un ejemplo claro de cómo la naturaleza puede ser una fuente inagotable de soluciones innovadoras. Lejos de los estereotipos que pintan a las arañas como amenazas, estas criaturas se revelan como modelos de precisión evolutiva y potenciales aliadas en campos tan diversos como la medicina, la biotecnología o la sostenibilidad agrícola.
Además, aporta una nueva dimensión al debate sobre la conservación de la biodiversidad. Entender la función ecológica y bioquímica de especies como las arañas (incluso las más pequeñas e ignoradas) puede ser clave para resolver desafíos globales como el dolor crónico, la resistencia a los pesticidas o el cambio climático.
Un nuevo enfoque para comprender el veneno
Tradicionalmente, el estudio del veneno en animales ha estado centrado en su letalidad y en sus efectos clínicos en humanos. Sin embargo, este trabajo pone el foco en una perspectiva más ecológica y evolutiva: ¿por qué el veneno existe? ¿Para quién fue diseñado? ¿Qué dice sobre la historia natural de su portador?
“La toxicidad del veneno no es un accidente”, concluye Lyons. “Es el resultado de millones de años de evolución dirigida por la dieta. Y ahora que lo comprendemos mejor, podemos mirar a las arañas con una mezcla de respeto y curiosidad, en lugar de miedo”.
Fuente: Lyons, K., Dugon, M. M., & Healy, K. (2025). Spider venom potency exhibits phylogenetic prey specificity but does not trade-off with body size or silk use in prey capture. Biology Letters, 21(5), 20250133. https://doi.org/10.1098/rsbl.2025.0133
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