Durante décadas, los científicos creyeron que las ballenas jorobadas solo parían en las cálidas aguas tropicales a las que migraban cada año. Sin embargo, una investigación reciente desafía esta idea al documentar más de 200 nacimientos de crías en aguas frías del sur de Australia y Nueva Zelanda. Este descubrimiento podría transformar nuestra comprensión sobre el comportamiento reproductivo de estos majestuosos cetáceos y reconfigurar las estrategias de conservación global.
Un hallazgo sorprendente en las aguas frías del hemisferio sur
La nueva investigación, publicada en Frontiers in Marine Science por un equipo de científicos de instituciones australianas y neozelandesas, recopiló más de 200 avistamientos de crías de ballenas jorobadas nacidas en zonas que, según las teorías tradicionales, no deberían albergar estos eventos. Específicamente, los nacimientos ocurrieron hasta 1500 kilómetros al sur de las regiones tropicales donde se creía que las ballenas daban a luz.
“Estas observaciones contradicen las expectativas científicas de larga data”, afirman los autores del estudio. “La presencia repetida de crías recién nacidas en estas aguas sugiere que la reproducción de las jorobadas es más flexible de lo que se pensaba”.
El paradigma anterior sostenía que las ballenas jorobadas migraban desde las regiones polares, donde se alimentan, hasta aguas tropicales cálidas, consideradas más seguras para las crías, por su temperatura y la menor presencia de depredadores. Este nuevo patrón de nacimientos en latitudes medias frías obliga a reconsiderar esa suposición básica.
¿Qué impulsa a las ballenas a parir en aguas frías?
Los investigadores han propuesto varias hipótesis para explicar por qué las hembras eligen (o se ven obligadas a elegir) estos entornos menos cálidos para dar a luz. Una posibilidad es que algunas madres no completaron la migración a tiempo debido a condiciones adversas, retrasos, o problemas de salud. En esos casos, podrían haber dado a luz de manera no planificada en el lugar donde se encontraban.
Pero también hay una segunda hipótesis, aún más intrigante: algunas ballenas podrían estar seleccionando deliberadamente estas regiones por sus posibles ventajas ecológicas. Las aguas más frías del sur de Australia y Nueva Zelanda albergan una menor densidad de depredadores como las orcas, así como menos competencia con otras ballenas adultas.
“Puede que haya un componente estratégico en estas decisiones reproductivas”, señalan los investigadores. “Menos orcas y menos ruido ecológico podrían traducirse en un entorno más seguro y tranquilo para los nacimientos”.
Sin embargo, esta estrategia plantea nuevos desafíos. Las crías de ballena recién nacidas no tienen la misma capacidad de termorregulación que los adultos y deben consumir grandes cantidades de leche materna rica en grasa para mantenerse calientes. El gasto energético que implica vivir en aguas frías podría aumentar su vulnerabilidad durante las primeras semanas de vida.
¿Sobreviven las crías en estos ambientes?
Una de las principales preocupaciones del equipo científico es si estas crías logran sobrevivir a largo plazo en estas condiciones. Aunque aún no existen datos concluyentes, algunos de los registros muestran comportamientos alentadores, como madres que permanecen activas junto a sus crías durante varios días tras el nacimiento.
Pero también existen dudas. “La supervivencia de estas crías sigue siendo una gran incógnita”, advierten los autores. “Necesitamos realizar más estudios de seguimiento para saber cuántas de ellas sobreviven y qué factores influyen más en su bienestar”.
Se espera que las investigaciones futuras incluyan el seguimiento por satélite de madres e hijos, análisis térmicos del entorno marino y recopilación de datos fisiológicos sobre el gasto energético de las crías.
El papel inesperado del turismo y la ciencia ciudadana
Uno de los aspectos más singulares del estudio es cómo se recopiló la información: no solo a través de observaciones científicas convencionales, sino gracias al apoyo inesperado de operadores de turismo de avistamiento de ballenas y observadores ciudadanos.
Empresas dedicadas al avistamiento de ballenas en Australia y Nueva Zelanda llevan años reportando encuentros con crías recién nacidas, algunas de ellas aún con restos de cordón umbilical o sangre en el agua. En Kaikoura, Nueva Zelanda, se documentó incluso una escena de parto en tiempo real, con sangre visible en el océano, lo que dejó pocas dudas sobre la naturaleza del evento.
Estos datos, en su mayoría ignorados o subestimados en el pasado, fueron sistematizados por los científicos para construir un mapa detallado de nacimientos en latitudes templadas y frías. “Ha sido una colaboración extraordinaria entre ciencia y comunidad”, afirma el equipo. “Sin esos testimonios y registros fotográficos de operadores turísticos y ciudadanos curiosos, muchas de estas observaciones habrían pasado desapercibidas”.
Cambios urgentes en la política de conservación
El hallazgo tiene implicaciones significativas para la conservación marina. Si las ballenas jorobadas están pariendo en más lugares de lo que se creía, las zonas consideradas como prioritarias para su protección podrían estar mal definidas o incompletas.
“Esto nos obliga a expandir el enfoque de conservación más allá de las zonas de cría clásicas”, explican los investigadores. “Debemos considerar medidas de protección también en estas nuevas áreas de parto, como restricciones temporales a la pesca con redes, límites de velocidad para embarcaciones durante la temporada de nacimientos, o incluso establecer nuevas áreas marinas protegidas”.
Estas medidas serían especialmente urgentes durante los meses en los que se producen más nacimientos, ya que las crías corren el riesgo de quedar atrapadas en redes o ser golpeadas por embarcaciones si no se les ofrece un entorno seguro.
Además, la aparición de crías en áreas tradicionalmente ocupadas por humanos también plantea desafíos logísticos. Algunas de las zonas donde se han registrado nacimientos coinciden con rutas de navegación comercial, puertos turísticos o zonas de actividad pesquera intensa.
¿Una conducta nueva o un fenómeno antiguo ignorado?
Aunque este descubrimiento puede parecer una conducta nueva, los investigadores sugieren que los nacimientos en aguas frías podrían haber ocurrido durante mucho más tiempo, pero pasaron desapercibidos o no fueron tomados en serio.
De hecho, en antiguos registros de balleneros del siglo XIX ya se mencionaban observaciones de crías en aguas australes, pero tales testimonios fueron descartados por los científicos modernos por no coincidir con las teorías vigentes. Hoy, esos relatos cobran un nuevo sentido.
“Es posible que hayamos ignorado datos valiosos simplemente porque no encajaban con nuestras ideas preconcebidas”, reflexionan los autores. Este reconocimiento subraya la importancia de integrar múltiples fuentes de información (incluidos relatos históricos) en la ciencia contemporánea.
Una nueva era para la investigación sobre cetáceos
Este hallazgo marca el inicio de una nueva etapa en la investigación sobre cetáceos. No solo amplía el conocimiento sobre las rutas migratorias y patrones reproductivos de las ballenas jorobadas, sino que también pone de manifiesto la capacidad de estos animales para adaptarse a diferentes condiciones ambientales y tomar decisiones que desafían la lógica humana.
A medida que el cambio climático sigue alterando la temperatura de los océanos y el comportamiento de las especies marinas, es posible que más ballenas adopten estrategias reproductivas flexibles. El equipo planea seguir monitorizando estas zonas, con especial interés en los factores ambientales (como temperatura del agua, presencia de depredadores, y niveles de ruido) que podrían estar influyendo en estas decisiones.
La participación ciudadana también seguirá siendo clave. Los investigadores están desarrollando aplicaciones móviles y sistemas de reporte digital para que navegantes, operadores turísticos y habitantes costeros puedan contribuir con datos de alta calidad.
Fuente: McPhee-Frew, J., Dedden, A. V., Pirotta, V., Marshall, A., Waples, K., Raudino, H. C., & Rogers, T. L. (2025). Humpback whales (Megaptera novaeangliae) continue migration after giving birth in temperate waters in Australia and New Zealand. Frontiers in Marine Science, 12. https://doi.org/10.3389/fmars.2025.1545526
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