Las grandes urbes del continente, cada vez más verdes y menos dependientes de pesticidas, se están convirtiendo en un inesperado refugio para la fauna silvestre. Una nueva investigación en Dinamarca muestra cómo las liebres europeas prosperan en el corazón de ciudades como Aalborg o Aarhus, desafiando las expectativas de los ecólogos.
Durante años, los biólogos han observado con preocupación cómo las poblaciones de liebres europeas (Lepus europaeus) disminuyen en los campos agrícolas del continente, afectadas por la mecanización intensiva y el uso de productos químicos. Sin embargo, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Aalborg ha arrojado un hallazgo inesperado: las ciudades pueden ofrecer a estas especies un hábitat más seguro y favorable que los paisajes rurales tradicionales.
Los resultados, publicados en la revista Urban Science, revelan cifras sorprendentes. En el centro urbano de ciudades como Aalborg y Aarhus, se han registrado densidades de hasta 40 liebres por kilómetro cuadrado, un valor que supera incluso al de muchas áreas naturales protegidas.
Liebres en plena ciudad: una sorpresa urbana
Quien camine al amanecer por el Zuiderpark de La Haya, el bosque de Ámsterdam o el Máximapark de Utrecht, podría toparse con una liebre corriendo entre arbustos o cruzando un sendero. Estas imágenes, que hasta hace poco habrían parecido propias del campo, son ahora cada vez más comunes en el corazón de las ciudades europeas.
La principal autora del estudio, Sussie Pagh, expresó su asombro por los hallazgos: “En algunas zonas, la población es igual o incluso mayor que en las mejores áreas naturales del campo europeo”. La investigadora y su equipo llevaron a cabo un análisis exhaustivo en las ciudades danesas de Aalborg y Aarhus, documentando casi 1900 avistamientos de liebres.
Termografía, ciencia ciudadana y alta densidad
Para alcanzar estos resultados, los investigadores combinaron tecnología avanzada con la colaboración ciudadana. Usaron cámaras térmicas portátiles, capaces de detectar animales por su calor corporal, lo que permitió identificar a las liebres incluso cuando estaban ocultas entre edificios, vehículos o arbustos.
“La cámara térmica fue esencial para comprender la verdadera densidad de liebres en las zonas reportadas por el público. Nos permitió localizarlas de forma silenciosa y efectiva”, explicó Hanne Lyngholm Larsen, una de las investigadoras del estudio.
La termografía se complementó con observaciones ciudadanas: muchos residentes de ambas ciudades informaron avistamientos, especialmente durante las primeras horas del día (entre las 6 y las 8 de la mañana) y en el crepúsculo (de 20 a 22 horas). Aunque en algunos casos los habitantes sobreestimaban el número de ejemplares, sus informes resultaron valiosos para trazar un mapa detallado de las zonas más frecuentadas por los animales.
De campos agrícolas a parques urbanos
¿Por qué las liebres están abandonando el campo? Según los investigadores, el entorno rural ha dejado de ser un refugio seguro para estas especies. La expansión de la agricultura intensiva ha reducido drásticamente la diversidad de plantas silvestres de las que dependen para alimentarse, y el uso extendido de pesticidas ha deteriorado aún más sus hábitats.
Frente a este panorama, las ciudades que han adoptado políticas verdes se han convertido en nuevas reservas naturales para las liebres. “Los gobiernos locales están reduciendo el uso de pesticidas y mejorando la biodiversidad en espacios verdes. Esto permite que florezcan hierbas y plantas silvestres, que son esenciales para la dieta de las liebres”, señaló Sussie Pagh.
Actualmente, estudiantes de la Universidad de Aalborg están trabajando para identificar qué especies vegetales proliferan en los entornos urbanos y cuáles son preferidas por las liebres, con el fin de comprender mejor su adaptación a estos ecosistemas artificiales.
Las ciudades como nuevos ecosistemas
Este fenómeno no es exclusivo de las liebres. Zorros, erizos, tejones e incluso aves rapaces están encontrando refugio en las ciudades europeas. “Lo que estamos viendo es una transformación en nuestra percepción de las urbes. De ser consideradas junglas de cemento, están pasando a verse como importantes áreas de conservación”, explicó Cino Pertoldi, profesor de genética de la conservación en la Universidad de Aalborg y colaborador del estudio.
El concepto de “fuente-hábitat” cobra aquí especial relevancia. En ecología, un fuente-hábitat es un entorno que no solo mantiene a una especie, sino que permite su reproducción y expansión. Y eso es precisamente lo que se está viendo en muchas ciudades europeas: no son meros refugios temporales, sino hábitats donde las especies prosperan.
Este cambio no ha sido casual. Muchas ciudades han transformado su planificación urbana para incluir más corredores ecológicos, techos verdes, parques urbanos con vegetación nativa y una gestión del suelo menos agresiva. Estas medidas han creado pequeños oasis en medio del cemento, donde las liebres y otras especies encuentran lo que ya no hallan en el campo.
Retos y oportunidades para la coexistencia
A pesar del optimismo que despiertan estos hallazgos, la convivencia entre humanos y fauna urbana también plantea desafíos. Las liebres, por ejemplo, pueden ser atropelladas en calles transitadas o sufrir el acoso de mascotas como perros sin correa. Además, algunos ciudadanos podrían no ver con buenos ojos la presencia de animales salvajes en entornos habitados.
Sin embargo, los investigadores subrayan que con una buena planificación urbana y educación ambiental, estos problemas pueden mitigarse. “Las liebres no suponen un riesgo para los humanos. Al contrario, su presencia en las ciudades es un indicador de buena salud ecológica”, afirmó Pagh.
Los autores del estudio destacan que estos animales suelen evitar las áreas más ruidosas o con alta densidad de tráfico, prefiriendo espacios más tranquilos como parques periféricos, cementerios o zonas industriales abandonadas que han sido reforestadas.
Implicaciones para la conservación futura
Lo que sucede en Dinamarca podría replicarse en otras ciudades de Europa, siempre que se apliquen políticas similares. Las conclusiones del estudio podrían impulsar a gobiernos locales a considerar sus parques y zonas verdes no solo como lugares recreativos, sino como ecosistemas funcionales para la conservación de especies.
Además, el uso combinado de tecnología y ciencia ciudadana se perfila como una herramienta poderosa para el monitoreo de fauna urbana. La implicación de los ciudadanos no solo facilita el trabajo de los científicos, sino que también fomenta la conexión emocional con la naturaleza en contextos urbanos.
“Cada vez que un niño ve una liebre en su parque local, se genera un vínculo que puede traducirse en mayor conciencia ecológica en el futuro”, sostiene Pertoldi.
Una nueva narrativa para las ciudades del futuro
Los resultados del estudio de Aalborg invitan a repensar la narrativa dominante sobre la relación entre naturaleza y urbanismo. Lejos de ser excluyentes, ambos conceptos pueden integrarse de manera armónica. Las liebres, al igual que otros animales que han colonizado las ciudades, son símbolos vivientes de esa integración posible.
Las ciudades del futuro, concluyen los investigadores, podrían ser no solo habitables para los humanos, sino también para una rica diversidad de especies silvestres. Convertir las urbes en aliados de la conservación podría ser una de las respuestas más efectivas al declive de la biodiversidad en el siglo XXI.
Fuente: Pagh, S., Jensen, L. L., Pertoldi, C., & Larsen, H. L. (2025). Monitoring urban European hares (Lepus europaeus Pallas) with citizen science and a thermal spotter. Urban Science, 9(2), 27. https://doi.org/10.3390/urbansci9020027
Fuente: EurekAlert. (2025). Researchers surprised to find hares thriving in Danish cities. https://www.eurekalert.org/news-releases/1080366
Sin comentarios