El asteroide 2024 YR4, descubierto a fines de 2024, atrajo la atención de la comunidad científica tras alcanzar una probabilidad superior al 1 % de colisión con la Tierra. Aunque ese riesgo ha sido descartado, los astrónomos siguen de cerca su trayectoria por una razón igual de intrigante: podría impactar en la Luna en diciembre de 2032. Y gracias a nuevas observaciones desde Chile, ahora se sabe que esta roca espacial no solo es más grande de lo esperado, sino que también presenta una forma inusual y una historia que podría reescribir lo que se sabía sobre los objetos cercanos a la Tierra.
Lo que comenzó como una alerta por un posible impacto se ha transformado en una oportunidad científica de primer orden. El objeto, denominado oficialmente 2024 YR4, ha revelado detalles fascinantes sobre su composición, forma y origen gracias a los últimos análisis realizados con el telescopio Gemini South, ubicado en Chile. Lejos de ser solo una amenaza potencial, esta roca espacial se perfila como una pieza clave para comprender mejor la evolución dinámica de los cuerpos del sistema solar y sus trayectorias hasta las cercanías de nuestro planeta.
Un descubrimiento que captó la atención internacional
El asteroide fue detectado el 27 de diciembre de 2024 por el sistema ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System), justo cuando realizaba un sobrevuelo cercano a la Tierra, a una distancia de solo 0,017 unidades astronómicas, lo que equivale a unos 2,5 millones de kilómetros. Esta proximidad, unida a las incertidumbres iniciales en su órbita, disparó las alarmas entre los astrónomos.
A finales de enero de 2025, las probabilidades de impacto con la Tierra para el 22 de diciembre de 2032 superaron el umbral de advertencia del International Asteroid Warning Network (IAWN), estimado en un 1 %. Fue entonces cuando se obtuvo tiempo de observación especial en el telescopio Gemini South, utilizando su espectrógrafo de objetos múltiples (GMOS), para caracterizar con mayor precisión al recién descubierto visitante espacial.
Con el paso de las semanas y más datos orbitales en mano, los expertos descartaron una colisión terrestre. Sin embargo, la amenaza no desapareció por completo. “Aunque ahora sabemos que 2024 YR4 no impactará la Tierra, aún existe una pequeña posibilidad, de apenas unos pocos puntos porcentuales, de que colisione con la Luna”, explican los investigadores. Esta remota posibilidad ha transformado al asteroide en un foco de atención, ya no por su riesgo inmediato, sino por el valor científico que representa.
Un objeto más grande de lo que se pensaba
Uno de los hallazgos más relevantes aportados por las nuevas observaciones es el tamaño del objeto. Si bien estimaciones anteriores, como las del telescopio espacial James Webb, ya sugerían que se trataba de un cuerpo de unos 60 metros de diámetro, los datos de Gemini South lo confirman y amplían el rango: 2024 YR4 mide entre 30 y 65 metros. Esta dimensión lo convierte en uno de los cuerpos más grandes con potencial de impactar la Luna del que se tenga registro reciente.
Además de su tamaño, su rotación ha sorprendido a los científicos. La roca espacial completa una vuelta sobre su eje cada 20 minutos, lo que indica una rotación inusualmente rápida para un objeto de estas características. Este comportamiento no solo influye en su dinámica orbital, sino también en su forma, que resulta ser particularmente llamativa.
“Esta observación con Gemini South fue una pieza crucial del rompecabezas para entender las características de 2024 YR4”, explicó Bryce Bolin, autor principal del estudio que será publicado en The Astrophysical Journal Letters. Bolin lidera un equipo internacional compuesto por astrónomos de instituciones como Eureka Scientific, la Universidad de Hawái, el Observatorio Gemini, entre otros.
Una forma fuera de lo común
Las imágenes capturadas por el telescopio chileno han permitido reconstruir un modelo tridimensional del asteroide, revelando que su forma se asemeja más a un disco aplanado, similar a un disco de hockey, que a las formas más habituales de los esteroides. La mayoría de estos cuerpos adoptan formas irregulares, parecidas a una patata o una peonza, debido a los procesos de colisión y acreción que han experimentado a lo largo de millones de años.
“La forma que tiene este objeto fue una sorpresa total”, señaló Bolin. “La mayoría de los asteroides que conocemos tienen formas más caóticas, por lo que encontrar uno con esta estructura tan simétrica fue inesperado”. Esta particularidad añade otra capa de interés a 2024 YR4, ya que podría ayudar a entender mejor cómo se moldean estos cuerpos en el entorno espacial, especialmente aquellos que rotan a alta velocidad.
La forma de disco también podría tener implicancias sobre cómo interactuaría este objeto con una superficie lunar en caso de impacto. Dado que aún se desconocen muchos aspectos sobre cómo se forman los cráteres según el ángulo y la geometría del cuerpo impactante, un eventual choque en la Luna podría ofrecer una oportunidad única para llenar esos vacíos de conocimiento.
Un origen misterioso en el corazón del cinturón de asteroides
Otro hallazgo de gran relevancia tiene que ver con el origen del objeto. Según el equipo investigador, todo indica que 2024 YR4 proviene del cinturón principal de asteroides, ubicado entre Marte y Júpiter. Pero lo más llamativo es que su punto de origen estaría en la región central del cinturón, un sector del que hasta ahora no se creía que pudieran surgir tantos objetos con trayectorias cercanas a la Tierra.
“El origen en el centro del cinturón principal nos ha tomado por sorpresa, porque normalmente los objetos que cruzan la órbita terrestre provienen de otras zonas”, explicó Bolin. Se sospecha que fue la poderosa gravedad de Júpiter la que alteró su órbita, lanzándolo fuera de su zona original y llevándolo eventualmente a una trayectoria que lo aproxima a la Tierra y la Luna.
Los investigadores también destacan que su giro retrógrado (es decir, en dirección contraria al sentido orbital general del sistema solar) respalda la hipótesis de que esta roca haya sido perturbada gravitacionalmente desde el cinturón interior y empujada hacia las regiones internas del sistema solar. Esto convierte a 2024 YR4 en un excelente ejemplo del tipo de migraciones que pueden experimentar los cuerpos menores a lo largo del tiempo.
Un laboratorio natural para la ciencia planetaria
Si bien la posibilidad de impacto en la Luna sigue siendo remota, los astrónomos no descartan seguir su trayectoria muy de cerca. La razón es clara: una colisión lunar sería una oportunidad científica sin precedentes. Hasta ahora, se ha estudiado teóricamente cómo varía el tamaño de los cráteres dependiendo del tamaño y forma del objeto que impacta, pero no existen observaciones directas de un evento así con cuerpos conocidos y relativamente grandes.
“Una colisión visible de este tipo podría ayudarnos a correlacionar directamente el tamaño de un objeto con el tamaño del cráter que produce”, indican los autores. “Este tipo de datos simplemente no existen en la actualidad, por lo que cualquier evento que podamos observar en vivo proporcionará información valiosísima”.
Además, un impacto lunar no representaría peligro alguno para la vida en la Tierra, lo que lo convierte en una oportunidad ideal para observar un evento de alta energía a corta distancia y sin riesgo. Sería también una forma de poner a prueba los sistemas de monitoreo actuales y la capacidad de los telescopios terrestres para estudiar este tipo de eventos en tiempo real.
Un ejemplo del valor de la vigilancia planetaria
El caso de 2024 YR4 también sirve como ejemplo de la importancia de contar con sistemas de alerta temprana y seguimiento detallado de objetos cercanos a la Tierra. La rápida respuesta del sistema ATLAS y la activación de observaciones especializadas con Gemini South permitieron conocer con rapidez los verdaderos riesgos, al tiempo que generaron conocimiento valioso sobre las características físicas de este tipo de cuerpos.
“Comprender las propiedades y orígenes de los asteroides cercanos a la Tierra es fundamental para entender el riesgo de colisiones con nuestro planeta”, explicó Martin Still, director del programa de la NSF para el Observatorio Gemini. “Los telescopios como Gemini y otros observatorios astronómicos son herramientas vitales para la defensa planetaria”.
En este sentido, el año 2029 ha sido proclamado como el Año Internacional de Concienciación sobre Asteroides y Defensa Planetaria por las Naciones Unidas, lo que subraya la creciente relevancia que estos objetos tienen para la seguridad global y el avance del conocimiento científico.
Fuente: Bolin, B. T., Hanuš, J., Denneau, L., Bonamico, R., Abron, L.-M., Delbo, M., Ďurech, J., Jedicke, R., Alcorn, L. Y., Cikota, A., Panda, S., & Reggiani, H. (2025). The discovery and characterization of Earth-crossing asteroid 2024 YR4. arXiv preprint arXiv:2503.05694. https://doi.org/10.48550/arXiv.2503.05694
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