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¿Pueden las experiencias traumáticas de nuestras abuelas modificar nuestro ADN?
martes, marzo 04, 2025

¿Pueden las experiencias traumáticas de nuestras abuelas modificar nuestro ADN?

Representación del ADN humano con cadenas genéticas modificadas, simbolizando cómo las experiencias traumáticas pueden dejar huellas epigenéticas en las generaciones futuras.

Un nuevo estudio revela que el trauma vivido por las mujeres sirias durante la masacre de Hama en 1982 ha dejado huellas epigenéticas en el ADN de sus nietos, desafiando la idea de que solo heredamos características físicas de nuestros antepasados.

La violencia deja cicatrices visibles en las sociedades, pero las heridas invisibles podrían ser aún más profundas y duraderas. Investigadores de la Universidad de Florida han descubierto que los traumas vividos por las abuelas sirias durante la masacre de Hama no solo marcaron sus vidas, sino que dejaron una huella biológica en sus descendientes. El estudio, publicado recientemente, demuestra que el sufrimiento extremo puede transmitirse a través de generaciones mediante cambios epigenéticos, un mecanismo que modifica la expresión genética sin alterar el ADN en sí.

Este hallazgo abre una nueva dimensión en la comprensión de cómo los traumas humanos afectan no solo a quienes los sufren, sino también a sus hijos y nietos.

La cicatriz de Hama

En febrero de 1982, el régimen sirio liderado por Hafez al-Assad desató una brutal ofensiva contra la ciudad de Hama para sofocar una revuelta islamista. La operación, dirigida por Rifaat al-Assad, hermano del presidente y conocido como el “Carnicero de Hama”, se convirtió en una de las mayores masacres del mundo árabe.

Durante casi un mes, las fuerzas del régimen bombardearon la ciudad con artillería, destruyeron barrios enteros y ejecutaron a miles de civiles. Se estima que entre 10 000 y 40 000 personas murieron o desaparecieron, dejando una herida abierta en la memoria colectiva de Siria.

Lo que entonces no podía imaginarse es que las cicatrices del trauma no solo afectarían a los supervivientes, sino que podrían inscribirse en la biología de sus descendientes.

¿Cómo el trauma se hereda a través del ADN?

Tradicionalmente, se pensaba que solo los cambios genéticos permanentes podían transmitirse entre generaciones. Sin embargo, la epigenética ha revolucionado esta visión al demostrar que ciertos factores ambientales, como el estrés extremo o la malnutrición, pueden modificar la forma en que los genes se expresan sin alterar su secuencia.

Cuando una persona experimenta un trauma, su cuerpo activa mecanismos de supervivencia que desencadenan la liberación de hormonas del estrés, como el cortisol. Estas hormonas pueden provocar que las células añadan pequeñas marcas químicas, llamadas grupos metilo, a ciertas regiones del ADN. Estas marcas actúan como interruptores que pueden activar o desactivar genes específicos.

“Sabemos que los traumas extremos pueden dejar una marca biológica duradera”, explica Connie Mulligan, genetista de la Universidad de Florida y autora principal del estudio. “Pero lo más sorprendente es que estas marcas pueden transmitirse a las siguientes generaciones, incluso si nunca han vivido el trauma directamente”.

Un estudio entre generaciones

Para demostrar esta transmisión, los investigadores analizaron muestras de ADN de 138 personas pertenecientes a 48 familias sirias refugiadas en Jordania. El estudio incluyó tres generaciones: abuelas que habían vivido la masacre de Hama, madres que habían crecido en el contexto de violencia o guerra civil, y sus hijos.

Los científicos compararon las muestras con las de familias que habían huido antes de los conflictos y no habían experimentado violencia. Los resultados revelaron que los nietos de las mujeres que sobrevivieron a la masacre presentaban 14 regiones epigenéticas alteradas en su genoma, especialmente en genes relacionados con el estrés, la inmunidad y el metabolismo.

“Es la primera vez que se identifican huellas epigenéticas tan claras asociadas al trauma humano a lo largo de varias generaciones”, destaca Mulligan.

¿Qué consecuencias tiene para la salud?

Aunque los efectos exactos de estas modificaciones aún no se comprenden por completo, estudios previos sugieren que las marcas epigenéticas inducidas por el estrés podrían aumentar el riesgo de diversas enfermedades. Entre ellas se encuentran:

  • Trastornos de ansiedad y depresión
  • Enfermedades cardiovasculares
  • Diabetes tipo 2
  • Trastornos inmunológicos

“Algunas modificaciones epigenéticas pueden protegernos en situaciones de estrés, pero otras podrían aumentar nuestra vulnerabilidad a enfermedades crónicas”, explica Mulligan. “El desafío ahora es entender cuáles son beneficiosas y cuáles pueden tener efectos negativos”.

Violencia y ADN: ¿Un fenómeno global?

Aunque el estudio se centra en las víctimas de la masacre de Hama, los investigadores creen que este fenómeno podría aplicarse a cualquier tipo de trauma extremo.

“Creemos que las huellas epigenéticas podrían encontrarse también en descendientes de sobrevivientes del Holocausto, de genocidios o de violencia doméstica”, señala Mulligan. “Es urgente estudiar cómo las experiencias traumáticas en cualquier parte del mundo pueden dejar cicatrices biológicas en las generaciones futuras”.

Además de las guerras, otros tipos de violencia, como el abuso infantil, la violencia sexual o el racismo sistémico, podrían generar las mismas marcas epigenéticas.

“Todas las formas de violencia tienen el potencial de dejar cicatrices invisibles que se transmiten a través del tiempo”, añade Mulligan.

¿Es posible revertir el legado del trauma?

A diferencia de las mutaciones genéticas, las marcas epigenéticas podrían ser reversibles. La investigación sugiere que factores como el apoyo psicológico, la terapia o la mejora de las condiciones de vida podrían ayudar a restaurar los patrones epigenéticos normales.

“El hecho de que estas marcas sean potencialmente reversibles nos da esperanzas”, afirma Mulligan. “Podríamos romper el ciclo del trauma con las intervenciones adecuadas”.

Más allá de la biología: una cuestión ética

El descubrimiento de que el trauma puede heredarse plantea cuestiones éticas fundamentales. ¿Deberían los gobiernos y las organizaciones humanitarias ofrecer apoyo psicológico a las víctimas de violencia no solo por su bienestar, sino también por el de las generaciones futuras?

“Entender que el sufrimiento puede transmitirse biológicamente debería hacernos más empáticos como sociedad”, afirma Mulligan. “Tenemos la responsabilidad de proteger a las víctimas de violencia, no solo por ellas mismas, sino por sus hijos y nietos”.

Un legado grabado en el ADN

El estudio revela que las cicatrices del pasado no solo permanecen en la memoria colectiva, sino que también se inscriben en nuestro ADN. La epigenética está redefiniendo lo que significa ser heredero del sufrimiento, demostrando que el trauma de una generación puede moldear el destino biológico de las siguientes.

Este hallazgo subraya la importancia de abordar las crisis humanitarias no solo como tragedias inmediatas, sino como problemas con repercusiones a largo plazo que pueden afectar a la salud y el bienestar de generaciones enteras.

—Fuente: Mulligan, C.J., Quinn, E.B., Hamadmad, D. et al. Epigenetic signatures of intergenerational exposure to violence in three generations of Syrian refugees. Sci Rep 15, 5945 (2025). https://doi.org/10.1038/s41598-025-89818-z

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