Aunque un colapso total de la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico (AMOC) parece poco probable este siglo, su progresivo debilitamiento podría desencadenar profundas alteraciones climáticas con efectos devastadores en todo el mundo.
El trabajo, liderado por Jonathan Baker, del Met Office del Reino Unido, ofrece una perspectiva más optimista que estudios anteriores, aunque los propios autores subrayan que la situación sigue siendo alarmante. “Es poco probable que el sistema colapse completamente este siglo, pero eso no significa que no debamos preocuparnos”, asegura Baker.
Una cinta transportadora vital para el planeta
La AMOC actúa como una gigantesca cinta transportadora oceánica que redistribuye calor entre el hemisferio norte y el sur. El agua cálida y salada viaja desde los trópicos hacia el Atlántico Norte, donde se enfría, se hunde y regresa hacia el sur en capas profundas hasta llegar al océano Antártico, donde vuelve a ascender.
Este mecanismo ayuda a moderar las temperaturas de Europa Occidental, impulsa las lluvias monzónicas en África y América del Sur, y regula el nivel del mar en la costa este de América del Norte. Sin embargo, el calentamiento global y el deshielo de los polos están alterando el delicado equilibrio de este sistema.
“Si la AMOC se debilita, se producirán impactos generalizados en los patrones climáticos globales, como sequías prolongadas en el Amazonas o inviernos más fríos en Europa”, explica Baker.
Un debilitamiento progresivo
Los científicos llevan años observando una disminución en la intensidad de la AMOC, vinculada principalmente al aumento del deshielo en Groenlandia y a cambios en las precipitaciones provocados por el cambio climático. Aunque aún existe incertidumbre sobre si este debilitamiento podría desembocar en un colapso total, los modelos climáticos sugieren que el sistema se encuentra en riesgo.
Algunas investigaciones previas advertían que la AMOC podría alcanzar un punto de inflexión entre 2025 y 2095, tras el cual colapsaría abruptamente. Sin embargo, el nuevo estudio plantea una visión más matizada: aunque la corriente se debilitará significativamente, no llegará a detenerse por completo antes de 2100.
“Hemos encontrado que el sistema se mantendrá estable gracias a la interacción de diferentes corrientes oceánicas y vientos en el océano Austral”, explica Baker. “Eso no significa que podamos relajarnos, porque incluso un debilitamiento parcial puede tener impactos graves”.
El papel del océano Austral
Uno de los hallazgos más importantes del estudio es el papel que desempeñan los vientos del océano Austral en la estabilidad de la AMOC. Estos vientos impulsan el ascenso de aguas profundas hacia la superficie, un proceso conocido como afloramiento, que ayuda a compensar el hundimiento de agua fría en el Atlántico Norte.
“El afloramiento en el océano Austral es clave para mantener el equilibrio del sistema”, afirma Baker. “Si este mecanismo se debilita, entonces el riesgo de colapso aumentaría significativamente”.
No obstante, los investigadores también advierten que la AMOC podría colapsar si se desarrolla una circulación similar en el océano Pacífico (un fenómeno conocido como Circulación Meridional de Vuelco del Pacífico), que aumentaría el hundimiento de agua en esa región y desequilibraría el sistema global.
“Es una posibilidad remota, pero nuestros modelos muestran que si la circulación del Pacífico se vuelve lo suficientemente fuerte, la AMOC podría entrar en un estado de colapso”, advierte Baker.
Consecuencias globales
Aunque el estudio descarta un colapso total este siglo, los expertos advierten que incluso una AMOC debilitada podría provocar cambios drásticos en los patrones climáticos globales. Entre las posibles consecuencias se encuentran:
- Enfriamiento de Europa: Las temperaturas invernales en Europa Occidental podrían descender entre 3 °C y 10 °C si la AMOC se debilita significativamente, afectando especialmente al Reino Unido, Irlanda y los países nórdicos.
- Alteración de los monzones en África y América del Sur: La reducción del transporte de calor hacia el Atlántico Norte podría debilitar las lluvias monzónicas, provocando sequías prolongadas en el Sahel y la cuenca amazónica.
- Aumento del nivel del mar en la costa este de Estados Unidos: Un AMOC más débil reduciría la capacidad del océano para absorber calor, lo que aceleraría la subida del nivel del mar en ciudades como Nueva York y Miami.
- Cambios en los ecosistemas marinos: La redistribución de nutrientes podría afectar gravemente las pesquerías del Atlántico Norte, con consecuencias para la biodiversidad marina.
“El hecho de que la AMOC no colapse por completo no significa que podamos sentarnos y relajarnos”, afirma René van Westen, científico climático del Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos. “Incluso un debilitamiento parcial tendría impactos devastadores para millones de personas”.
La urgencia de reducir las emisiones
Los investigadores coinciden en que la única forma de evitar que la AMOC alcance un punto de inflexión es reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
“Cada tonelada de CO₂ que emitimos aumenta la probabilidad de que el sistema se debilite aún más”, señala Peter Ditlevsen, físico climático de la Universidad de Copenhague. “El tiempo es crucial. No queremos acercarnos a ningún punto de inflexión, porque es uno de los sistemas más peligrosos del planeta”.
Nuevas investigaciones en marcha
El estudio ha abierto la puerta a nuevas investigaciones para comprender mejor la vulnerabilidad de la AMOC y su interacción con otros sistemas oceánicos. Los científicos están desplegando redes de boyas oceánicas para monitorizar la intensidad de las corrientes en tiempo real, mientras que los modelos climáticos se están perfeccionando para simular con mayor precisión los efectos del cambio climático.
“El sistema es más complejo de lo que pensábamos, y necesitamos más datos para hacer predicciones fiables”, concluye Baker.
Aunque el estudio ofrece cierta esperanza al descartar un colapso total de la AMOC este siglo, los investigadores insisten en que el debilitamiento de este sistema podría desencadenar consecuencias catastróficas. La única forma de evitar estos impactos es reducir las emisiones globales lo antes posible y limitar el calentamiento global por debajo de los 2 °C, tal como establece el Acuerdo de París.
—Fuente: Baker, J.A., Bell, M.J., Jackson, L.C. et al. Continued Atlantic overturning circulation even under climate extremes. Nature 638, 987–994 (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-024-08544-0
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