Si bien estudios previos sugerían que animales como los monos experimentaban envidia, la investigación más reciente presenta una perspectiva más matizada.
Es una pregunta que ha intrigado a los pensadores durante siglos: ¿somos los humanos los únicos que buscamos la equidad y nos frustramos cuando otros obtienen lo que deseamos? En los últimos años, psicólogos evolutivos han sugerido que quizás no seamos tan especiales como creemos. Animales, desde cuervos hasta monos capuchinos, parecen experimentar envidia a veces. Sin embargo, una nueva investigación de la Universidad de California, Berkeley, sugiere que los humanos podrían ser únicos en este aspecto.
El sentido de la justicia
Nuestro sentido de la justicia en la distribución de recursos probablemente ha jugado un papel clave en nuestra evolución. Nos permitió construir refugios, compartir comida y crear sociedades complejas. Por supuesto, nuestra idea de justicia varía de persona a persona, pero en esencia se centra en lo que los psicólogos llaman “aversión a la desigualdad”: una fuerte aversión a las distribuciones injustas y un sentimiento instintivo de cómo las cosas deberían distribuirse equitativamente.
Ejemplos de injusticia percibida
Vemos ejemplos de esto a nuestro alrededor, como cualquier padre o hermano puede confirmar. Dale a un niño algo mejor que a su hermano o hermana, y el protesto está prácticamente garantizado. No se trata solo de perder un juguete o un dulce; se trata principalmente del hecho de que alguien más sí lo recibió. Esa reacción revela una clara aversión a la desigualdad.
Comportamiento animal y equidad
Se ha debatido durante siglos cómo los animales perciben la justicia. Algunos animales muestran comportamientos que reconocemos fácilmente como envidia, por ejemplo, cuando se les pasa por alto para una golosina. Muchos investigadores ven esto como prueba de que no somos los únicos en reaccionar ante situaciones que percibimos como injustas.
El caso del mono capuchino
El innovador trabajo del primatólogo Frans de Waal, incluyendo el ahora icónico video de un mono capuchino indignado, aportó una visión fascinante: los animales parecen tener un sentido de la desigualdad sorprendentemente similar al de los niños. Todo funcionaba bien mientras ambos monos recibían una rodaja de pepino. Pero cuando uno de ellos recibió una uva, el ambiente cambió drásticamente. El mono con el pepino reaccionó con indignación, le arrojó el trozo al investigador y golpeó la jaula con enojo.
¿Los humanos, únicos en la envidia?
De Waal y sus colegas argumentaron que este y experimentos posteriores demostraron que los humanos no son la única especie con un sentido de la justicia. Estudios similares con córvidos, perros e incluso ratones parecen indicar una aversión a la desigualdad. Pero, ¿significa esto que estos animales realmente pueden sentir envidia? Según el investigador Oded Ritov, esta es “la interpretación más simple, y quizás un poco antropomórfica”. Sin embargo, no descarta otras explicaciones.
Un estudio exhaustivo sobre la envidia animal
En un nuevo estudio, Ritov y su equipo investigaron durante años estudios sobre si los animales tienen un sentimiento similar de justicia. Con datos de 23 estudios sobre “aversión a la desigualdad”, estudiaron los resultados de más de 60 000 observaciones de 18 especies animales. Los investigadores llaman a su estudio “el estudio empírico más extenso sobre la aversión a la desigualdad no humana hasta la fecha”. Reanalizaron datos anteriores y adoptaron un nuevo enfoque que profundiza significativamente nuestra comprensión de la justicia. El metaanálisis se publicó en la revista Proceedings of the Royal Society B.
Resultados: ausencia de envidia animal
¿Pueden sentir envidia los animales? Según Ritov, sus hallazgos no lo indican. “Sobre la base de nuestros datos, no podemos concluir que los animales experimenten envidia”, dice. “Si existe algún efecto, es muy débil y solo ocurre en situaciones muy específicas. Pero tiene poco que ver con el sentimiento profundamente arraigado de justicia que vemos en los humanos”.
La crisis de reproducibilidad en la investigación
Ritov afirma que muchos estudios se ven obstaculizados por una crisis de replicación, un problema en la ciencia donde muchos resultados de investigación son difíciles o imposibles de reproducir por otros investigadores. Esto ha sido un desafío para la psicología y otras disciplinas durante algún tiempo. Si bien los hallazgos a menudo parecen convincentes, se basan en muestras pequeñas y son difíciles de replicar, lo que reduce su validez científica. “Consideramos importante reunir la mayor cantidad posible de datos sobre si los animales pueden sentir envidia y descubrir qué patrón emerge cuando usamos un conjunto de datos más grande”, dice Ritov.
El patrón emergente de la nueva investigación
El patrón que surgió después de repetir los datos con una nueva variable indica que los animales no mostraron envidia. En cambio, estaban decepcionados porque, basándose en comportamientos anteriores, esperaban, por ejemplo, una uva. Estudios posteriores provocaron una frustración similar en los monos, incluso cuando las uvas se colocaban en una jaula vacía, sin otro mono con el que sentir envidia. “Creemos que los rechazos son una forma de protesta social”, afirma Ritov. “Pero lo que los animales realmente protestan no es que reciben menos que otro, sino que el humano no los trata tan bien como podría”.
Quizás la reacción nunca fue realmente una cuestión de aversión a la desigualdad, argumenta Ritov. Se trataba más bien de expectativas incumplidas. Y eso es algo con lo que tanto humanos como animales pueden identificarse.
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