¿Por qué los adolescentes huelen tan mal? Investigadores desentrañan el enigma

Los investigadores encontraron que el sudor de los adolescentes contiene niveles elevados de varios tipos de “ácidos carboxílicos”, cuyo olor fue descrito como “terroso”, “a moho”o "a queso". Este hallazgo destaca cómo ciertos compuestos químicos específicos contribuyen al olor desagradable asociado con la adolescencia

La mayoría de las sustancias químicas responsables del olor corporal parecen ser bastante similares entre bebés y adolescentes. Salvo algunas diferencias clave, que pueden afectar a las relaciones sociales. 

Es un fenómeno bien conocido que los bebés tienen un olor agradable y dulce. El olor de los recién nacidos activa incluso el sistema de recompensa en el cerebro de las madres. Unos 15 años después, esa sensación ha desaparecido por completo, cuando el mismo niño se encuentra en plena adolescencia. Se sabe que los adolescentes varones, en particular, huelen menos frescos. Sobre todo en comparación con el olor de sus años de bebés. Un equipo de químicos especializados en aromas decidió investigar las causas de esta diferencia.

Para ello, los investigadores examinaron a 18 niños de hasta tres años. Pidieron a sus padres que lavaran a los pequeños con un gel sin fragancia y que tomaran bastoncillos de algodón de las axilas de sus pijamas antes de acostarse. Hicieron lo mismo con un grupo de 18 adolescentes de entre 14 y 18 años. Recogieron todos los bastoncillos de algodón y los analizaron en un laboratorio. Mediante el método analítico “espectrometría de masas”, el equipo de investigación identificó los compuestos químicos presentes en los bastoncillos de algodón. Con la cromatografía de gases (que permite separar las sustancias en fase gaseosa o vapor) y un “olfateador” humano, el equipo pudo finalmente relacionar los olores con los compuestos químicos.

El sudor de los adolescentes

Los resultados mostraron que el sudor de los adolescentes contiene niveles muy elevados de varios tipos de “ácidos carboxílicos”. Un grupo molecular cuyo olor fue descrito por los revisores como “terroso”, “a moho” o “a queso”. Los investigadores también encontraron dos esteroides en el sudor de los adolescentes que no estaban presentes en el sudor de los bebés. Uno de ellos también desprendía olores “almizclados o similares a la orina”. El otro, según los revisores, olía más a “almizcle y sándalo”. El sudor de bebé tiene un olor menos complejo y, por tanto, más dulce, debido a la ausencia de estos compuestos químicos. Aunque aún se desconocen los mecanismos moleculares exactos que lo explican.

Según los investigadores, el hecho de que empecemos a oler de forma diferente cuando somos niños está probablemente relacionado con los cambios fisiológicos que se producen durante la pubertad. “En particular, la activación de las glándulas sudoríparas apocrinas y apoecrinas en las zonas axilar, perineal, genital y anogenital y un aumento de la producción de sebo”. Pero también parece haber un componente social implicado. “La información quimiosensorial transmitida por los olores corporales puede desempeñar un papel en las relaciones sociales, ya sea entre amigos, parejas o dentro de las familias”.

Se cree que el olor corporal contribuye de varias formas a la comunicación interpersonal entre padres e hijos en distintas etapas del desarrollo. Poco después de nacer, por ejemplo, los bebés aprenden a reconocer el olor individual de su madre. Los padres también pueden reconocer el olor de su propio bebé. Les parece que uno huele “más bien” que el olor de otros bebés.

En cambio, el olor corporal alterado de los hijos adolescentes es menos agradable. También para los padres. Investigaciones anteriores sugieren que esto hace que los progenitores sean incapaces de identificar a su propio hijo durante esta etapa del desarrollo. “Algunos estudios muestran incluso la aversión de los padres al olor corporal de sus hijos adolescentes del sexo opuesto, lo que podría servir para evitar la endogamia”, afirma el estudio. Sin embargo, se necesitan más investigaciones para comprender mejor el impacto de los olores en los padres.

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