Los animales salvajes no siempre prefieren mantenerse alejados de los humanos

Los encierros del COVID-19 proporcionaron una oportunidad única para observar el comportamiento animal cuando la actividad humana se redujo drásticamente en un corto período de tiempo.

A un animal le gusta tener gente cerca, mientras que otro huye con fuerza. Una nueva investigación demuestra que los animales salvajes reaccionan de forma diferente ante los humanos dependiendo de dónde vivan y de lo que coman.

Se trata de uno de los mayores estudios jamás realizados sobre la actividad de los animales salvajes. Participaron más de 220 investigadores y se estudiaron 163 especies de mamíferos con la ayuda de 5.000 cámaras de fauna salvaje. Los grandes herbívoros, es decir, ciervos y alces, se vuelven más activos cuando hay humanos cerca, mientras que los carnívoros, como los lobos, se vuelven menos activos. Prefieren evitar los encuentros con humanos.

Y hay un tercer grupo de animales salvajes, como los mapaches, que se vuelven más activos cerca de los humanos cuando se acostumbran a su presencia. Sobre todo si descubren que pueden encontrar comida, como basura o plantas, a las que tienen acceso sobre todo por la noche. Pero los animales que viven más lejos de las ciudades y otras zonas habitadas son más precavidos y prefieren no encontrarse con humanos.

Durante y antes de los encierros

Los investigadores utilizaron datos de antes y durante los encierros del COVID-19 para observar el impacto de una mayor o menor actividad humana en los animales. “Los encierros del COVID-19 brindaron a los investigadores una oportunidad única de ver cómo reaccionan los animales cuando el número de personas con las que tienen que compartir su entorno cambia drásticamente en un corto periodo de tiempo”, explica Cole Burton, investigador principal.

“Y en contra de lo que se suele decir, no observamos un patrón general de ‘animales salvajes que se sienten liberados’ mientras los humanos se refugian en sus casas. Más bien, observamos una gran variación en la actividad humana y animal. Lo más sorprendente es que la respuesta de los animales dependía del tipo de paisaje y de su posición en la cadena alimentaria”.

Menor actividad entre lobos y pumas

En Canadá, los investigadores descubrieron que carnívoros como los lobos y los pumas en particular se volvían menos activos cuando aumentaba la actividad humana. En cambio, los grandes herbívoros eran más activos, pero también se volvían más nocturnos cuando había más gente.

La conclusión es que, en cualquier caso, la presencia humana tiene un gran impacto en el comportamiento animal. Por eso, los investigadores creen que deberían tomarse medidas para que la fauna salvaje se vea menos perturbada por las personas. “En zonas remotas con pocas instalaciones, los efectos de nuestra presencia son especialmente grandes. Para dar a la fauna salvaje el espacio que necesita, deberíamos plantearnos establecer más reservas naturales protegidas o corredores donde la actividad humana esté prohibida, o incluso restricciones estacionales, como el cierre temporal de campings o rutas de senderismo durante la época de cría”, afirma la bióloga Kaitlyn Gaynor.

Ayuda en los planes de conservación animal

Pero repito: no en todos los casos es mejor menos actividad humana. Puede que funcione en zonas rurales, pero en zonas donde humanos y animales conviven más, como las ciudades, no tiene por qué ser así. Para estos animales, la noche es importante, por lo que debemos asegurarnos de que puedan vivir tranquilos y evitar conflictos. Por ejemplo, no deberían poder llegar a la basura para que se mantengan alejados de la comida de las personas y se podría advertir más a la gente sobre los animales en la carretera para que sea menos probable que los atropellen.

Los hallazgos son especialmente importantes ahora que se vuelve a viajar mucho después de la pandemia y que las actividades al aire libre, como el senderismo en las montañas, se han vuelto mucho más populares. “Comprender mejor cómo responde la fauna salvaje a la actividad humana en diferentes situaciones nos ayuda a desarrollar planes de conservación que puedan tener un impacto tanto local como internacional. Por esta razón, estamos trabajando para mejorar los sistemas de vigilancia, como las cámaras en los bosques, que nos permiten observar mejor el comportamiento de los animales”, señalaron.

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