Investigación revela que el cultivo de garbanzo en la Luna podría ser una realidad

La investigadora Jessica Atkin logró cultivar garbanzos en suelo lunar simulado utilizando una combinación de hongos y excrementos de lombriz como parte del compost. Esta mezcla no solo proporcionó nutrientes a las plantas, sino que también modificó positivamente las propiedades físicas del polvo lunar, permitiendo así que los garbanzos germinaran con éxito en condiciones similares a las lunares.

Una estudiante del Texas A&M College of Agriculture and Life Sciences tiene un proyecto de graduación muy especial: por primera vez ha conseguido cultivar garbanzos en polvo lunar simulado. Y eso acerca un poco más un puesto de falafel en la Luna.

Jessica Atkin ha sido la primera científica (que pronto lo será) en conseguirlo: cultivar garbanzos en suelo lunar simulado. Lo ha conseguido mezclando el suelo lunar con hongos y excrementos de lombriz, lo que de repente ha permitido que crezcan los garbanzos.

El suelo lunar es distinto, sustancias tóxicas

“La Luna no tiene suelo tal y como lo conocemos en la Tierra”, explica Atkin. “En la Tierra, hay mucha materia orgánica en el suelo que está llena de nutrientes y formas de vida. Esto ayuda a las plantas a crecer. En la Luna es distinto: no hay materia orgánica en el suelo”. 

“El cultivo de plantas en la Luna también se enfrenta a otros retos. Por ejemplo, la gravedad es menor, hay mucha radiación y sustancias tóxicas en el suelo lunar”. Para su proyecto de graduación, ha desarrollado un tipo de fertilizante que puede mezclarse con este suelo lunar y que, en última instancia, sí permite el crecimiento. La investigación aún no ha sido sometida a una revisión por pares, pero ya puede consultarse en línea aquí.

Para el estudio se utilizó suelo lunar simulado. Hay una razón muy práctica para ello: simplemente no hay suficiente suelo lunar en la Tierra con el que experimentar. Durante los experimentos, los garbanzos lograron crecer en una mezcla de 75 % de suelo lunar simulado y 25 % de compost. El compost consta de dos componentes: hongos y vermicompost, o excrementos de lombriz. El papel de la caca de lombriz es relativamente sencillo: aporta nutrientes a la planta y modifica positivamente las propiedades físicas del polvo lunar. Mientras tanto, los hongos se encargan de que la mayor parte de las toxinas (que se encuentran de forma natural en el suelo lunar) no lleguen a la planta de garbanzos. Y así funciona: Atkin consiguió que germinaran varias plantas de garbanzos en el suelo lunar simulado.

Una futura granja en la Luna

La investigación también ha sido calificada en círculos científicos de revolucionaria. De hecho, gracias a sus investigaciones, es posible que los futuros astronautas puedan comer garbanzos cultivados directamente en la propia Luna. “Los garbanzos son ricos en proteínas”, explica Atkin. “También utilizan menos agua y nitrógeno que otros cultivos. Además, lo bueno del abono de lombrices es que incluso podría producirse en el espacio, reduciendo así la necesidad de que pasen cohetes de abastecimiento”.

Por último, Atkin hizo un comentario sobre su propia investigación. El mayor inconveniente fue que los garbanzos tardaron solo un poco más en madurar del todo: 120 días en lugar de 100. Así que los futuros habitantes lunares tendrán que ser un poco más pacientes antes de poder comerse sus garbanzos.

¿Cómo es el suelo en la Luna?

El suelo lunar, también conocido como regolito, es fundamentalmente distinto al suelo terrestre. Está compuesto principalmente por fragmentos de roca, polvo y otros materiales pulverizados por impactos de meteoritos y procesos geológicos. Carece de materia orgánica y nutrientes que son esenciales para el crecimiento de plantas en la Tierra. Además, la gravedad en la Luna es significativamente menor que en la Tierra, lo que afecta el proceso de germinación y el crecimiento de las plantas. La radiación cósmica y las sustancias tóxicas presentes en el suelo lunar representan otros desafíos importantes para la agricultura en la Luna. Los científicos están investigando métodos para modificar y adaptar el suelo lunar, así como desarrollar tecnologías de cultivo que permitan el crecimiento de plantas en este entorno inhóspito. Estos avances son cruciales para la sostenibilidad y la exploración futura de la Luna y otros cuerpos celestes.
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