Estrella caníbal devora planetas y deja una marca metálica, científicos revelan la explicación

Las enanas blancas, al devorar planetas circundantes, dejan una especie de “cicatriz metálica” en su superficie. Este hallazgo desafía las expectativas previas, ya que se esperaba que el material metálico estuviera distribuido uniformemente. En cambio, la observación muestra que la fuerza de esta cicatriz varía durante la rotación de la estrella, lo que sugiere que los metales se acumulan en puntos específicos de la enana blanca, influenciados por su campo magnético.

Las enanas blancas comen planetas. No se trata del comienzo de un siniestro cuento de hadas, sino de un fenómeno bien conocido en el universo. Y los investigadores han encontrado por primera vez pruebas de este proceso en forma de cicatriz metálica.

Las enanas blancas son los restos de estrellas como nuestro Sol que se enfrían lentamente. Hacia el final de su existencia, comienzan a engullir planetas circundantes. Por eso también se las llama estrellas caníbales. Hasta aquí, nada nuevo. La novedad es que los científicos saben por fin cómo sucede: el campo magnético de la estrella desempeña un papel crucial, creando una cicatriz en su superficie.

Los astrónomos lo descubrieron utilizando el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile. Así se hizo Zoom sobre la superficie de la enana blanca WD 0816-310. Este remanente, ahora del tamaño de la Tierra, procedía de una estrella parecida a nuestro Sol, solo que era ligeramente mayor. La cicatriz que los investigadores encontraron en la superficie está formada por metales, procedentes de un resto planetario del tamaño de Vesta, el segundo asteroide más grande de nuestro sistema solar, con un diámetro de unos 500 kilómetros. Cuando los planetas o asteroides se acercan a una enana blanca, se desintegran y forman un disco de escombros alrededor de la estrella muerta. Parte de ellos son tragados por la estrella, dejando huellas en su superficie.

No están distribuidos uniformemente

La cuestión ahora es cómo consiguió la estrella la cicatriz metálica, ya que se esperaba que este material estuviera distribuido uniformemente por la superficie. Pues no es así. Según las observaciones, la fuerza de la cicatriz metálica varía durante la rotación de la estrella. Estas variaciones siguen el ritmo de los cambios en el campo magnético de la enana blanca. Esto sugiere que los metales se han acumulado en una parte concreta de la enana blanca, cerca de uno de sus polos magnéticos.

Así pues, hay indicios claros de que el campo magnético dirigió el metal hacia la estrella que permitió la formación de la cicatriz. La acumulación de metales se mantiene en ese punto, del mismo modo que el campo magnético arrastró hacia la superficie de la estrella los restos de los planetas que se estrellaron contra ella.

Diferente de lo que se pensaba

De este modo, las observaciones van en contra de la teoría predominante. De hecho, los astrónomos ya habían observado anteriormente enanas blancas en cuya superficie había metales esparcidos. Al parecer, procedían de planetas que se acercaban demasiado a la estrella y seguían una órbita similar a la de los cometas. Pero en el caso de la enana blanca estudiada, las cosas son distintas. El material evaporado fue guiado hacia sus polos magnéticos por el campo magnético de la estrella moribunda.

“Esto no se había visto nunca antes”, afirma uno de los investigadores. Utilizaron FORS2, un instrumento especial del VLT para observar la cicatriz metálica y medir con precisión el campo magnético. Esto les permitió concluir que este campo magnético permitió que el metal se acumulara, creando una especie de cicatriz.

Un descubrimiento extraordinario, que a su vez aporta más información sobre la composición de los exoplanetas. También demuestra que los sistemas planetarios permanecen dinámicamente activos incluso después de la muerte, tal y como lo describen los investigadores.

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