Científicos entierran 36 personas en 3 lugares distintos y hacen un descubrimiento sorprendente

Los científicos eligieron enterrar los cuerpos en tres ubicaciones diferentes con climas distintos, y distribuyeron los entierros a lo largo de diferentes estaciones del año. Esto les permitió recopilar datos sobre la descomposición en una variedad de condiciones ambientales, lo que amplió la comprensión de cómo actúan los microbios en diferentes entornos.

Todos nos enfrentamos a ello tarde o temprano: un día dejaremos de existir y volveremos a la Tierra. Y aunque el proceso de descomposición está muy bien establecido para las plantas, en comparación no podemos afirmar lo mismo de los animales (incluidos los humanos). Hasta ahora: los científicos han descubierto una red de microbios que siempre aparece al mismo tiempo.

Ahora es mucho más difícil conseguir el asesinato perfecto. De hecho, los científicos han logrado un verdadero avance para la ciencia forense: se ha registrado una red de unos 20 microbios que siempre ayudan a descomponer los restos humanos. Y no solo eso: lo hacen a horas tan fijas que facilitarán a establecer la hora de la muerte con precisión.

El científico David Carter ha colaborado en el estudio. Explica: “Como investigador, hay muy pocas clases de pruebas contundentes de las que puedas estar seguro de que estarán presentes. Por poner un ejemplo, nunca se puede garantizar que haya huellas dactilares, manchas de sangre o imágenes de cámaras para estudiar, por ejemplo”. Lo extraordinario es que esto está cambiando ahora. En palabras de Carter, “los microbios son diferentes: siempre aparecerán”. La investigación se ha publicado en la revista Nature Microbiology.

El estudio proporcionó mucha información

Para el estudio, los científicos utilizaron cadáveres humanos donados a la ciencia. Los investigadores enterraron un total de 36 cuerpos: 12 cerca de la Universidad de Tennessee, 12 cerca de la Universidad Estatal Sam Houston y 12 cerca de la Universidad Colorado Mesa. El equipo eligió estos lugares por una buena razón: todos se enfrentan a climas mutuamente diferentes. Además, los investigadores no enterraron todos los cuerpos al mismo tiempo, sino que los distribuyeron a lo largo de las distintas estaciones. Tras enterrar los cadáveres, los científicos recogieron muestras diarias del propio cuerpo y del suelo que lo rodeaba durante 21 días.

El estudio de estas muestras proporcionó abundante información sobre la composición de las moléculas y los genomas presentes en las células. Una vez armados con esta información, los científicos comenzaron el siguiente paso: determinar los microbios presentes. Jessica Metcalf, miembro del equipo y coinvestigadora, explica: “En pocas palabras, nos preguntamos: ¿qué microbios hay? ¿Cómo llegaron allí? ¿Cómo cambian con el tiempo y qué hacen exactamente?”. La respuesta a todas estas preguntas resultó ser bastante extraordinaria. Por ejemplo, explica Metcalf: “seguimos encontrando el mismo conjunto de unos 20 microbios que ayudan a la descomposición, independientemente de la estación y el clima. Encontramos estos microbios en los 36 cadáveres. Y no solo eso: estos microbios, tras la muerte, siempre aparecían en los mismos momentos”.

Pero, ¿de dónde procedían exactamente estos microbios? Los investigadores también lo averiguaron. Para ello, se fijaron inicialmente en el propio cuerpo enterrado: ¿se trataba tal vez de microorganismos que vivían en la piel o en los intestinos? Resultó que no. Los investigadores tampoco pudieron encontrar estos microbios en muestras de tierra recogidas en lugares donde no se habían enterrado restos humanos. Esto revela que este conjunto de microbios solo aparece en el suelo cuando se entierra allí a alguien Y que no proceden del propio cuerpo enterrado. Naturalmente, esto plantea la pregunta de dónde proceden los microbios. Los investigadores creen saberlo: sospechan que proceden de insectos.

Descubierto por fin, es un gran avance

La investigación supone un gran avance para la ciencia forense. Nancy la Vigne trabaja en el Instituto Nacional de Justicia. “Una de las principales cuestiones a las que se enfrenta toda investigación es: ¿cuándo murió esta persona? Los resultados de esta investigación son prometedores: pueden ser muy útiles para evaluar coartadas e identificar quién murió realmente”. Y Metcalf también se muestra entusiasmado: “Es muy guay que ahora hayamos descubierto este conjunto fijo de microbios que, por tanto, siempre aparecen en el proceso de descomposición. Realmente espero que hayamos desvelado todo un nuevo campo de investigación con este estudio”.

Por cierto, también es comprensible que los científicos estén tan delirantes con su propio trabajo: al fin y al cabo, llevar a cabo la investigación llevó mucho tiempo y se basa en más de una década de conocimientos científicos. Por cierto, el conjunto de datos desarrollado no solo es útil para el mundo forense. “El conjunto de datos también puede ser muy relevante para la industria agrícola y alimentaria”, concluye Metcalf. “Realmente creo que con esta investigación hemos creado un montón de nuevas oportunidades que permitirán a los científicos investigar mejor la ecología (interacciones entre organismos) y el ciclo de los nutrientes”.

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