La Luna se está encogiendo; es cada vez más pequeña, y es un problema si queremos volver allá

El estudio sugiere que las fracturas lunares y la actividad sísmica asociada podrían representar un desafío significativo para futuras misiones humanas en la Luna, especialmente en las zonas previamente consideradas como lugares de aterrizaje estratégicos, como el Polo Sur. Este fenómeno plantea preguntas sobre la seguridad de las bases lunares permanentes y destaca la necesidad de obtener nuevos datos sísmicos para comprender mejor estos riesgos potenciales.

En efecto, el encogimiento de la Luna va acompañado de auténticos “terremotos lunares” y de la formación de fracturas; precisamente también en las zonas donde los estadounidenses quieren enviar gente dentro de unos años.

Así lo escriben investigadores en la revista Planetary Science Journal. Basan sus conclusiones en las observaciones del Lunar Reconnaissance Orbiter: un satélite que lleva bastante tiempo dando vueltas alrededor de la Luna y que, entre otras cosas, toma fotografías de la superficie lunar.

Esas imágenes muestran miles de fracturas relativamente pequeñas y aún jóvenes que se extienden por toda la superficie lunar. Las fracturas se deben al encogimiento de la Luna (véase el recuadro).

La Luna se encoge

La Luna está encogiendo. Esto se debe a dos razones. En primer lugar, porque el interior de la Luna, que actualmente está bastante caliente, se está enfriando. Esto provoca el encogimiento del cuerpo celeste. Además, las fuerzas de marea de la Tierra que actúan sobre la Luna también contribuyen al encogimiento de nuestro satélite natural.

Y a medida que la Luna se encoge, se ejerce tensión sobre la superficie lunar y se producen fracturas. Entonces, los dos trozos de corteza situados a ambos lados de esa fractura se deslizan uno sobre otro. O se empujan con fuerza la una contra la otra, empujando finalmente ambas un poco hacia arriba. El resultado es una especie de acantilado o montículo (véase también la imagen inferior).

Acantilados en la Luna
Imagen: Universidad Estatal de Arizona / Smithsonian.

Terremotos, falla de Gerlache

La formación de este tipo de fracturas va acompañada de actividad sísmica. Hace tiempo que se sabe que en la Luna también se producen seísmos. La Red Sísmica Pasiva Apolo, un conjunto de sismómetros instalados en la Luna por los astronautas del Apolo, ya había detectado terremotos lunares. Uno de los seísmos más potentes detectados por estos sismómetros parecía tener su origen en el polo sur de la Luna, el lugar donde la NASA planea ubicar a los humanos dentro de unos años.

No se puede decir con certeza dónde se localizó exactamente el epicentro de ese seísmo relativamente grave. Pero en el nuevo estudio, los científicos apuntan a la aún joven falla de Gerlache, en el Polo Sur, como una de las posibles fuentes. E incluso si esta no es la fuente del seísmo más fuerte jamás detectado por la Red Sísmica Pasiva Apolo, al menos esta falla parece haberse producido junto con un seísmo de fuerza similar. Y eso es bastante preocupante, dado que esta falla se encuentra en una zona que los estadounidenses están considerando como lugar de aterrizaje para Artemis III: la próxima misión tripulada a la Luna.

“A la hora de elegir un emplazamiento y preparar una base lunar permanente, debemos tener en cuenta los eventos sísmicos potencialmente potentes que pueden producir las fracturas activas, que podrían suponer un peligro para futuras misiones robóticas y tripuladas a la Antártida”, concluyen los investigadores en su estudio. El peligro no reside únicamente en la formación de nuevas fracturas. Las fracturas existentes también pueden causar daños, haciendo que los trozos de corteza situados a ambos lados de la fractura se deslicen horizontalmente. Esto puede provocar una actividad sísmica perceptible incluso a decenas de kilómetros de distancia.

Corrimientos de tierra peligrosos

Estos seísmos pueden ser bastante peligrosos por sí solos, por supuesto. Pero no se quedan ahí, advierten los investigadores. Un análisis de la estabilidad de las pendientes en la región polar sur de la Luna muestra que incluso los seísmos más leves pueden provocar corrimientos de tierra. Especialmente también en algunas zonas permanentemente sombreadas del polo sur. Y estas son precisamente las zonas que serían muy interesantes para futuros colonos lunares, ya que en ellas podrían encontrarse importantes recursos (como hielo de agua).

Así pues, hay mucho en lo que pensar. Y en lo que profundizar en un futuro próximo. “Para comprender mejor el peligro que la actividad sísmica puede suponer para futuras actividades humanas en la Luna, necesitamos nuevos datos sísmicos”, argumenta la investigadora Renee Weber. “No solo del polo sur, sino de toda la Luna”. La buena noticia es que hay misiones en proyecto en las que se pueden recopilar estos datos. “Misiones como la próxima Farside Seismic Suite complementan las mediciones realizadas durante las misiones Apolo y aumentarán nuestro conocimiento de la actividad sísmica global en la Luna”, predice Weber.

Más información sobre los seísmos en la Luna

Los seísmos en la Luna, también conocidos como “lunamotos” o "terremotos lunares", han sido objeto de estudio desde las misiones Apolo. Aunque la Luna no tiene placas tectónicas como la Tierra, se registran movimientos sísmicos que son causados principalmente por dos factores.

En primer lugar, el enfriamiento interno de la Luna contribuye al encogimiento del cuerpo celeste, generando tensiones en la superficie y dando lugar a fracturas. Estos eventos de deslizamiento y colapso pueden desencadenar seísmos. Además, las fuerzas de marea de la Tierra también influyen, contribuyendo al estrés en la Luna.

Aunque los seísmos lunares son generalmente menos frecuentes y menos intensos que los terremotos terrestres, presentan características únicas. A medida que la Luna se enfría, las fracturas en su superficie se vuelven más prominentes, y estas fracturas son propensas a generar actividad sísmica.

Un fenómeno intrigante es la “luna temblorosa”. A diferencia de los terremotos en la Tierra, los seísmos lunares pueden durar mucho más tiempo, incluso hasta una hora. Este prolongado temblor podría deberse a la falta de agua y atmósfera en la Luna, lo que reduce la amortiguación de las ondas sísmicas.

Además, las misiones futuras, como la Artemis de la NASA, planean desplegar sismómetros avanzados en la Luna para recopilar datos más precisos sobre la actividad sísmica. Estos instrumentos proporcionarán información crucial para evaluar la seguridad de las estructuras lunares y comprender mejor la geología lunar, brindando una perspectiva valiosa para la exploración humana y la posible colonización en el futuro.

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