Así es como reconoce esta bacteria depredadora a su presa: hallazgo clave contra la resistencia a antibióticos

La bacteria depredadora Bdellovibrio bacteriovorus, con su singular método de reconocimiento de presas, podría ser una esperanza en la lucha contra la resistencia a los antibióticos, ofreciendo nuevas posibilidades en medicina y microbiología.

Bdellovibrio bacteriovorus es microscópica, rápida como el rayo y tiene un apetito insaciable. Por ello, esta bacteria depredadora es el terror de muchas otras especies de bacterias, a las que salta, inyecta, invade y sorbe hasta vaciarlas. En silencio, crece y se divide, tras lo cual la siguiente generación acaba brotando de los restos de la desventurada presa.

Esta bacteria depredadora se alimenta, por ejemplo, de la famosa bacteria intestinal E. coli, pero también de los microbios responsables de enfermedades como el cólera, las infecciones por salmonela y la neumonía. Y esto convierte potencialmente a la B. bacteriovorus (que significa algo así como “sanguijuela móvil come-bacterias”) en un aliado muy bienvenido en la lucha contra la resistencia a los antibióticos, los problemas medioambientales y el deterioro de los alimentos.

Un arsenal de activos

En las últimas décadas, esta bacteria depredadora se ha sometido muchas veces al microscopio. Ahora sabemos, por ejemplo, que produce todo tipo de sustancias activas diferentes para matar y comerse a otras bacterias. Entre ellas se encuentran enzimas que trocean proteínas, descomponen el ADN o manipulan la pared celular. Pero la mayor parte de estas sustancias nunca se han estudiado. Solo se han podido predecir tras analizar el ADN de B. bacteriovorus.

Una nueva e importante pieza del rompecabezas ha encajado ahora. Científicos británicos han descubierto cómo este microbio asesino identifica a su presa y luego lanza un ataque a medida contra distintos patógenos. 

“Desde la década de 1960, sabíamos que el Bdellovibrio bacteriovorus caza a otras bacterias, las mata, las invade y se las come desde dentro, antes de reproducirse y salir de sus restos”, explican los científicos. Pero la pregunta que los investigadores se hacían una y otra vez era: “¿cómo es posible que esta bacteria depredadora consiga adherirse por la fuerza al exterior de su presa, teniendo en cuenta lo diferentes que son todas las dianas bacterianas entre sí?”, afirma el investigador principal, Andrew Lovering, de la Universidad de Birmingham.

Un gran avance

Lovering lleva casi 15 años colaborando en este campo con su colega Liz Sockett, de la Universidad de Nottingham. El avance se produjo cuando dos de sus estudiantes descubrieron que Bdellovibrio coloca una vesícula sólida en la piel de la presa cuando entra en la célula. “La vesícula crea una especie de esclusa u ojo de cerradura por el que se cuela el depredador microscópico. Cuando nos dimos cuenta de esto, conseguimos extraer esta vesícula de la presa muerta con bastante rapidez y aislarla. Nunca antes lo habíamos conseguido. Estudiamos la vesícula muy de cerca, revelando la forma en que Bdellovibrio domina a su presa y la invade. Es como si el cerrajero dejara la llave en la cerradura, como prueba”, explica Sockett.

“Al observar la estructura de la vesícula, descubrimos que Bdellovibrio deposita todo un arsenal de moléculas de reconocimiento de la presa en la piel del desventurado microbio. La bacteria depredadora no sabe a qué tipo de presa se enfrenta, pero de este modo prueba todo un manojo de llaves, por así decirlo, para abrir la puerta al sabroso contenido de todo tipo de diminutas víctimas”, prosigue el investigador británico.

Los investigadores analizaron todas estas moléculas clave y descubrieron que están formadas por fibras largas. De media, son unas 10 veces más largas que las proteínas globulares “normales”. Esto les permite operar a distancia y escanear el entorno en busca de sus presas. En total, contaron 21 fibras moleculares distintas, tras lo cual los investigadores averiguaron de cada especie cómo realizan su labor destructiva a nivel celular y molecular, y qué fibra abre la puerta de cada especie bacteriana. Emparejar la “llave” correcta con la presa adecuada acerca mucho más la lucha contra los distintos tipos de bacterias patógenas utilizando Bdellovibrio.

“Como esta bacteria depredadora vive normalmente en el suelo, tiene un rango de matanza muy amplio. Esto dificulta mucho la identificación de las fibras y las presas que forman una pareja. Pero finalmente conseguimos descifrar la firma química del exterior de la bacteria presa tras cinco intentos. Esto es algo único en la investigación de Bdellovibrio”, se entusiasma Lovering.

Un enorme potencial

Queda mucho trabajo por hacer antes de que este nuevo descubrimiento pueda ponerse en práctica, pero el potencial es enorme. Posiblemente, este microbio asesino podría servir como antibiótico, matar bacterias que provocan el deterioro de los alimentos o acabar con microbios que dañan el medio ambiente. “Sabemos que estas bacterias pueden ser muy útiles. Si llegamos a comprender del todo la forma en que se ensamblan y encuentran sus presas, se abrirá un mundo de nuevos descubrimientos y posibilidades”, concluye.

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