¿Por qué dejamos de crecer tras la pubertad? Moscas de la fruta ofrecen una posible explicación

Aunque las moscas de la fruta y los humanos parecen mundos aparte, ambos comparten un peculiar vínculo hormonal en el proceso de crecimiento. La diminuta mosca de la fruta, a pesar de su tamaño, revela secretos que podrían estar conectados a la razón por la cual dejamos de crecer durante la pubertad. Así, en el mundo de la biología, lo pequeño puede contener respuestas a grandes misterios.

Pasamos de ser un bebé de unos 50 centímetros a ser adultos de  1,70 metros (que es el promedio mundial), pero luego dejamos de crecer. Y esto ocurre con todos los animales en algún momento. Pero aún no está del todo claro cómo funciona.

Para averiguarlo, investigadores de la Universidad de Illinois han recurrido a su insecto favorito, la mosca de la fruta. Descubrieron un posible desencadenante que hace que el insecto deje de crecer. Un hallazgo importante que también permite comprender mejor el crecimiento en los seres humanos, según se publica en la revista PNAS.

Cada vez más temprano en la pubertad

Ya en torno a la pubertad, el cuerpo humano envía una señal para dejar de crecer, pero pasan varios años hasta que eso ocurre realmente. En las últimas décadas, las cosas han cambiado en la pubertad. Este estudio también es importante para saber más al respecto. “Sabemos que la pubertad empieza a edades cada vez más tempranas. Pero para entender por qué cambia algo, hay que saber cómo funciona”, explica el profesor de biología Alexander Shingleton.

De ahí las moscas de la fruta. Al fin y al cabo, estas también pasan por una especie de pubertad cuando sufren la metamorfosis de larva a mosca adulta. La teoría entre muchos biólogos es que la larva deja de crecer cuando alcanza cierta longitud corporal. Es entonces cuando se da la señal que inicia el proceso de convertirse en mosca adulta. Otros insectos también hacen esto. Por ejemplo, un insecto grande llamado chinche besucona utiliza un receptor de estiramiento en su abdomen para controlar su tamaño, explica Shingleton. Ese receptor se estira y envía así una señal.

Pero los científicos no estaban convencidos de que las moscas de la fruta también tuvieran un mecanismo de este tipo. Más bien pensaron que el crecimiento de las moscas tenía algo que ver con una hormona esteroide llamada ecdisona, similar al estrógeno y la testosterona en los humanos.

Los biólogos utilizaron un modelo matemático para explorar esta idea. El modelo demostró que la longitud del cuerpo no es el desencadenante que hace que una mosca de la fruta deje de crecer. En cambio, el crecimiento sí se detiene debido a la glándula que produce la ecdisona. En la fase larvaria, esa glándula recibe mucha información sobre los nutrientes que le ayuda a decidir cómo regular la producción de ecdisona. Pero una vez que la ecdisona alcanza cierto nivel, la glándula ya no necesita la información para tomar decisiones y empieza a regularse a sí misma. Este cambio, tras el cual la mosca de la fruta ya no necesita información nutricional, es probablemente la razón por la que deja de crecer. “No es que la mosca de la fruta se mida a sí misma de forma directa”, dice Shingleton. Lo hace de forma mucho más indirecta, a través de la producción de la hormona ecdisona.

Mas información sobre la ecdisona

La ecdisona es una hormona esteroidal fundamental en el ciclo de vida de los insectos, especialmente en el proceso de muda. Producida en la glándula prothorácica, desencadena una compleja cascada hormonal que regula la metamorfosis, permitiendo el desarrollo y crecimiento del insecto a través de las distintas etapas de su vida. Este proceso coordinado y controlado por la ecdisona es esencial para el éxito biológico de los insectos.

Más investigación en mamíferos

Ahora bien, por supuesto, la mosca de la fruta es muy diferente de los humanos. Por lo tanto, es necesario seguir investigando, empezando por los mamíferos. Es posible que allí ocurra algo similar y obtengamos más información sobre cómo los humanos deciden dejar de crecer. En cualquier caso, Shingleton sospecha que en los humanos ocurre algo parecido a lo que ocurre en la mosca de la fruta, porque en ambos intervienen el mismo tipo de hormonas esteroideas. Además, tanto la mosca de la fruta como el ser humano transmiten la información nutricional a través de la insulina. Así pues, hay más similitudes de las que parece y la explicación de dejar de crecer en la pubertad podría encontrarse en esa diminuta mosca de la fruta.

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