¿Los jóvenes de la generación Z son demasiado sensibles?

Aunque vivimos en una de las épocas más seguras de la historia, la Generación Z, influenciada por un flujo constante de noticias negativas, tiende a percibir el mundo como más peligroso

Los jóvenes sufren más ansiedad, depresión y pensamientos suicidas que nunca. ¿Se ha vuelto la vida mucho más difícil o es que esta generación lo está viviendo así? Sea cual sea la causa, ¿qué podemos hacer? Ahora se está investigando para averiguarlo.

El cambio climático, las guerras y la creciente desigualdad: hay muchas razones para preocuparse. Sin embargo, existe la idea de que la generación que se preocupa extraordinariamente (la Generación Z) es especialmente ansiosa y depresiva porque estaría demasiado mimada o sería demasiado sensible. “Una falacia”, la llama Gabriel Rubin, profesor de la Universidad Estatal de Montclair. Él investiga la salud mental de la “Generación Z” y adelanta algunas conclusiones. Su teoría: esta generación ve y experimenta los riesgos de la vida de forma diferente.

La Generación Z incluye aproximadamente a los jóvenes nacidos entre 1997 y 2012. Crecieron con un teléfono móvil, se identifican con temas como la inclusividad, la justicia racial y la sostenibilidad, y como generación están defendiendo el cambio climático. “Esta generación tiene una enorme cantidad de información al alcance de la mano”, explica la investigadora Diana Bogueva. “Al mismo tiempo, les preocupa que les dejen el legado de un capitalismo explotador en el que solo unos pocos se benefician a costa de muchos”. Son temas que Rubin también vio pasar en su investigación.

Tiroteos y cambio climático

Para ello, ha hablado hasta ahora con 50 jóvenes estadounidenses para ver qué preocupaciones afectan más a su bienestar. “En esas entrevistas descubrí que, por un lado, sigue habiendo estigmas en torno al tema de la salud mental, pero también que los jóvenes de la Generación Z se enfrentan a enormes presiones y preocupaciones diarias”. A los jóvenes estadounidenses les preocupaban especialmente los tiroteos, el cambio climático, las redes sociales, la presión de los padres y los ejercicios de encierro o simulacros de emergencia en el colegio.

Aunque estas preocupaciones no son nada del otro mundo, vivimos en una de las épocas más seguras de la historia, según los estudios de evaluación de riesgos, afirma Rubin. Entonces, ¿por qué esta generación en particular tiene tantos miedos? En parte, se debe a un flujo constante de noticias negativas y alarmantes, argumenta el investigador. En conjunto, pintan un panorama de un mundo muy peligroso. “Por eso, los jóvenes sienten que se les ha arrebatado el derecho a la autonomía corporal, que sus escuelas son inseguras y que el cambio climático pronto destruirá el planeta”.

“Las preocupaciones fundamentales son muy reales”, subraya Rubin. La Generación Z, dice, solo tiene una visión distorsionada de los riesgos, que no siempre coinciden con la realidad. “Ven el riesgo como una cuestión en blanco y negro, en la que algo es completamente seguro o completamente peligroso. En consecuencia, no pueden manejar bien los matices e incertidumbres que conllevan muchos riesgos. También basan su evaluación del riesgo más en emociones e intuiciones que en hechos y pruebas”. Según Rubin, este desfase en la percepción del riesgo tiene graves consecuencias para la salud mental de los jóvenes, especialmente de las mujeres, ya que parecen verse más afectadas. La investigadora indica que, por lo tanto, es necesario tomar medidas urgentes para hacer frente a esta crisis.

Para ello, elabora una serie de posibles soluciones basadas en sus investigaciones. Limitar el contenido negativo en las redes sociales, por ejemplo, o lanzar campañas en torno a la salud mental. Además, Rubin señaló que es importante ofrecer más información sobre los riesgos de los problemas sociales y dar contexto a las tragedias y noticias que aparecen en los medios de comunicación y en las redes sociales. “Por ejemplo, comparar las estadísticas de tiroteos con las de otras causas de muerte”. Por último, dice que es importante que los jóvenes se impliquen más en abordar las causas de sus preocupaciones, mediante la colaboración intergeneracional, por ejemplo, el activismo o la acción. Al fin y al cabo, dice, también hay que buscar las causas. “Y no solo gestionar los síntomas”.

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