Los cigarrillos electrónicos alteran tu cerebro, pero no afectan a todos de la misma manera

Aunque los cigarrillos electrónicos se concibieron como una alternativa más segura al tabaco, resulta que el vapeo afecta de manera distinta a ratas según su género y edad, revelando complejidades neurobiológicas que desafían la percepción inicial de seguridad en su uso.

Los vapes, o cigarrillos electrónicos, se han popularizado como una alternativa más segura al tabaquismo tradicional. Pero cada vez más estudios demuestran que no son tan seguros como se pensaba. Especialmente entre el grupo de edad para el que no estaban pensados: los jóvenes. 

El vapeo es cada vez más popular. Mientras que en 2011 había unos 7 millones de vapers en el planeta, en 2016 ya eran 35 millones. Según Euromonitor International, es muy posible que esa cifra haya aumentado hasta los 55 millones en la actualidad. El nuevo cigarrillo es especialmente popular entre los jóvenes. En realidad, el cigarrillo electrónico estaba pensado para ayudar a los fumadores actuales a deshacerse de su adicción, ofreciéndoles una alternativa más saludable con el vapeo.

Pero también hay mucho que decir sobre esto último. Al fin y al cabo, el cigarrillo electrónico causa tantos daños cardiovasculares como un cigarrillo normal. Y la nicotina, también presente en muchos vapeadores, puede afectar considerablemente al cerebro. Así lo demuestra una nueva investigación de la Universidad de Western Ontario. El estudio probó los efectos del vapor de nicotina en ratas. Y resulta que no solo la edad, sino también el sexo desempeñan un papel importante en la reacción a la nicotina.

Diferencias de género

Para entender mejor cómo responde nuestro cuerpo a la nicotina, los investigadores expusieron a vapores de nicotina a ratas de distintos sexos y edades. Después observaron cuánto deseaban las ratas la nicotina y cómo se comportaban cuando no se les daba nicotina. También observaron qué conexiones formaban sus cerebros y cuánta nicotina había en sus cuerpos y cerebros.

Los resultados mostraron que a las ratas hembras adultas les gustaba la nicotina. Querían una exposición más frecuente y prolongada al vapor en comparación con las ratas adolescentes hembras y todas las ratas macho. Por el contrario, las ratas macho sufrían más síntomas de abstinencia tras la exposición, mientras que las ratas hembra no mostraban estos síntomas. Además, los investigadores descubrieron que las ratas hembras adultas tenían niveles mucho más altos de nicotina en el cuerpo y el cerebro.

Cuando observaron el cerebro, los investigadores se dieron cuenta de algo más. Los cerebros de las ratas a las que se administró nicotina estaban conectados de forma diferente a los de las ratas a las que no se administró nada de la sustancia adictiva. Pero las conexiones cerebrales también diferían entre sexos y edades. Por ejemplo, la parte del cerebro que regula la liberación de dopamina (una sustancia implicada en la recompensa y la adicción) estaba aumentada. Esto no solo hace que sientas más ganas de vapear, sino que también te hace menos sensible a otras recompensas. Además, vapear redujo la actividad del córtex prefrontal, una región cerebral importante para el control de los impulsos, la toma de decisiones y la autorregulación. Por lo tanto, esto también hace que sea más difícil tomar decisiones para dejar de fumar, incluso si se experimentan los efectos negativos del vapeo.

Cerebro en desarrollo

Los investigadores creen que este problema afecta sobre todo a los jóvenes. Porque el cerebro aún está creciendo. “En este estudio medimos el cerebro de las ratas de la misma forma que lo hacemos en los humanos. Por tanto, nuestros resultados muestran bien lo que el vapeo de nicotina hace al cerebro de adolescentes y adultos, y lo importante que es el género en esto”, afirma el investigador principal, Jibran Khokhar. “De hecho, en los jóvenes, la interrupción del desarrollo cerebral y del establecimiento de otras conexiones puede causar importantes problemas de aprendizaje y memoria, trastornos del estado de ánimo y otros problemas mentales”.

Investigación adicional

Así pues, este estudio demuestra una vez más que los cigarrillos electrónicos no son tan inocuos como parecían, y que cada persona reacciona de forma diferente a la nicotina. “También indica que debemos tener en cuenta las diferencias de género en la forma en que el cuerpo procesa la nicotina, porque eso también determina cómo actúa la nicotina”. Hombres y mujeres suelen tomar la misma dosis, “pero nunca sabemos cuánta nicotina entra realmente en el cerebro o en la sangre”, explica Khokhar.

Para estudiar mejor los efectos del vapeo, especialmente en roedores, los investigadores han desarrollado un nuevo dispositivo. Los investigadores esperan que, al reducir el umbral para llevar a cabo este tipo de investigación, se inicien más estudios sobre los efectos del vapeo. Khokhar: “Al fin y al cabo, es un tema urgente y muy relevante para la salud pública”.

Artículo Anterior Artículo Siguiente

Formulario de contacto