¿Por qué la crianza es más difícil ahora? Una mirada a los cazadores-recolectores lo explica

Descubre cómo la crianza moderna enfrenta desafíos comparados con las prácticas de los cazadores-recolectores. Un estudio revela que la historia evolutiva sugiere beneficios en el cuidado infantil con múltiples cuidadores. ¿Qué lecciones pueden aplicarse hoy? Explora las claves para mejorar el bienestar de madres e hijos en la sociedad actual.

De la guardería a las clases de natación y de las fiestas infantiles a los clubes deportivos, muchas madres estarán de acuerdo: hay que correr y volar para criar a los hijos. Pero no siempre ha sido así. Antes, las madres recibían mucha más ayuda de la gente de su entorno. Y eso es mejor tanto para la madre como para el hijo.

Los cerebros de los niños pequeños pueden haberse desarrollado de tal forma que prosperan mejor con atención y cuidados personales, pero estos no tienen por qué proceder necesariamente de la propia madre, escriben antropólogos de Cambridge en un nuevo estudio sobre el cuidado de los niños en la época de los cazadores y recolectores. En aquella época, los niños pequeños recibían unas nueve horas diarias de atención personal y contacto físico de hasta 15 cuidadores distintos, según parece.

Mucho más apoyo en el pasado

Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, las madres recibían mucho más apoyo que en la sociedad occidental actual, afirma el investigador Nikhil Chaudhary. “Durante más del 95 por ciento de nuestra historia evolutiva, vivimos como cazadores-recolectores. Por tanto, las sociedades de aquellos tiempos pueden enseñarnos si hay ciertos métodos de crianza a los que los niños y sus madres se han adaptado psicológicamente”.

Para averiguar hasta qué punto esto es así, Chaudhary y un colega fueron a ver a los Mbendjele BaYaka, un pueblo que vive como cazador-recolector en el Congo. Su primera conclusión es que los niños están “programados evolutivamente” para esperar niveles excepcionalmente altos de contacto físico y atención personal de múltiples cuidadores, además de sus padres biológicos. En la época de los cazadores-recolectores, los niños tenían al menos 10 cuidadores y a veces hasta 20 o más. No se trataba solo de adultos, sino también de niños mayores de la familia, que podían así adquirir una valiosa experiencia para cuando fueran padres ellos mismos.

Para dejar claro el gran papel que desempeñaban todos estos cuidadores: respondían al llanto del bebé más de la mitad de las veces en lugar del padre o la madre. “Este apoyo materno también tiene muchos beneficios para los niños. Por ejemplo, reduce el riesgo de que un niño sufra abandono o malos tratos. En general, protege contra las dificultades en el seno de la familia y mejora el bienestar de la madre, lo que a su vez hace que cuide mejor a su hijo”, responde la coinvestigadora Annie Swanepoel.

Mejor cuidado de los niños y más atención personal

Pero, ¿cómo se aplica esto en la sociedad actual? Al fin y al cabo, es difícil llamar a todos los vecinos para pedirles que te ayuden a criar a tus hijos. Por eso, los investigadores sostienen que la solución pasa por mejorar y hacer más asequibles los servicios de guardería. Es importante que no haya demasiados niños por cuidador y que los cuidadores sigan siendo las mismas personas durante varios años. De este modo, se imita ligeramente la situación de los cazadores-recolectores.

Además, aunque en la actualidad el cuidado de los niños sirve sobre todo para que los padres puedan ir a trabajar, en realidad también debería dar a padres y madres un descanso del cuidado. En toda la historia de la humanidad, los padres no han estado sometidos a tanta presión como ahora en lo que se refiere a la falta de apoyo, argumentan los investigadores. “El sistema familiar de Occidente está a kilómetros de distancia de la vida comunitaria de los cazadores-recolectores como los mbendjele”, afirma Chaudhary.

Aunque los niños de estas comunidades tienen docenas de personas que cuidan de ellos, solo hay un puñado de “cuidadores principales” dentro de esta amplia red. Así, los niños de Mbendjele se benefician del cuidado de muchas personas, pero también tienen acceso a la atención personal y a los cuidados constantes de un grupo reducido. Esto es lo mejor para su bienestar psicológico, concluyen los investigadores.

Coincide con investigaciones anteriores que mostraban una relación entre la inestabilidad de los cuidadores y el desarrollo emocional y cognitivo de los niños, dice Chaudhary, que se muestra preocupada por el estado del cuidado de los niños en muchos países occidentales.

Flexible: colaboración clave

Pero hay que hacer más, opina la investigadora. “Como sociedad, desde los responsables políticos a los empresarios, pasando por la sanidad, tenemos que trabajar juntos para garantizar que madres e hijos reciban el apoyo y la atención que necesitan para prosperar”. Y esto no tiene por qué hacerse cuidando a los niños como lo hacían los cazadores-recolectores. “Muchos aspectos de nuestra psicología han evolucionado para ser flexibles y no solo adecuados a un modo de vida concreto. La medida en que esto se aplica a la crianza de los hijos sigue siendo objeto de debate”, se afirma en la conclusión.

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