¿Fueron los volcanes la causa de la extinción de los dinosaurios? Un modelo informático afirma que sí

Impacto de meteorito o erupción volcánica: nuevo estudio respalda la teoría volcánica como causa de la extinción de los dinosaurios hace 66 millones de años.

Es una de las extinciones masivas más desconcertantes que ha conocido la Tierra: ¿cómo pudieron desaparecer de un plumazo aquellos grandes y poderosos dinosaurios hace 66 millones de años? Y no solo los dinosaurios, tres cuartas partes de la vida en la Tierra desaparecieron. ¿Fue el impacto de un meteorito o una erupción volcánica lo que puso fin al Cretácico?

Por una vez, los investigadores decidieron no implicarse ellos mismos, sino dejar que un ordenador hiciera el trabajo. Y eso les llevó a un resultado sorprendente: no fue el asteroide, sino la erupción de las Trampas del Decán la que habría afectado fatalmente a la vida en la Tierra. 

Alrededor de la transición Cretácico-Terciario, el oeste de la India entró en erupción en un área de 500 000 kilómetros cuadrados. Las erupciones volcánicas continuaron durante un millón de años, liberando enormes cantidades de CO₂ al aire y calentando rápidamente la Tierra. La zona de las Trampas del Decán está formada por una capa de basaltos solidificados de 2 kilómetros de espesor.

Volcán frente a meteorito

Según la teoría más reciente, estas erupciones volcánicas constituyeron el preludio, tras lo cual el meteorito fue el golpe final. Los escombros y el polvo en el aire tras el impacto bloquearon la luz solar, haciendo frío y oscuridad en la Tierra durante aproximadamente una década, lo que pudo haber provocado la extinción de muchas especies. Pero no lo sabemos con certeza.

Así que tal vez un modelo informático pueda darnos la respuesta. “En lugar de decir ‘echemos la culpa a los volcanes y expliquemos por qué’ o ‘echemos la culpa al asteroide y expliquemos por qué’, el objetivo era tener la menor aportación humana o sesgo posible”, afirma el geólogo computacional Alexander Cox, del Dartmouth College estadounidense.

La idea era empezar por las pruebas, porque las hay: la perforación de sedimentos marinos profundos ha encontrado restos geológicos que apuntan a la presencia de cantidades mortales de gas en la atmósfera y los océanos, sobre todo CO₂ y dióxido de azufre. Pero esos gases podrían proceder tanto de erupciones volcánicas como de impactos de meteoritos, ya que provocaron la combustión de rocas en la superficie terrestre, razonan los investigadores.

Modelo matemático especial

Para desentrañar la magnitud de la contribución de ambas catástrofes, utilizaron un modelo estadístico específico: el Método de Monte Carlo basado en cadenas de Markov (para los amantes de este método). Este método calcula sistemáticamente la probabilidad de diferentes escenarios de emisión de las distintas fuentes. La solución surge a medida que los resultados de las simulaciones se acercan cada vez más a las observaciones geológicas. Lo que hace que los resultados sean aún más sólidos es que los investigadores hicieron que hasta 128 procesadores diferentes ejecutaran simulaciones en paralelo. “Todos los procesadores compararon sus resultados al final de cada simulación, como los compañeros de clase comparan sus respuestas”, explica Cox. Esto permitió realizar en pocos días cálculos que normalmente llevarían hasta un año.

Los datos proceden de tres testigos perforados en sedimentos marinos profundos, todos ellos de hace entre 67 y 65 millones de años. En esos sedimentos se encontraron foraminíferos, microorganismos cuyas conchas contienen diferentes isótopos de carbono y oxígeno. Se puede pensar en ello como un reflejo de la composición química del océano durante ese periodo. Por lo tanto, se puede utilizar como un indicador indirecto para deducir, por ejemplo, la temperatura de aquella época o cuántos animales vivían en los océanos y cuánto carbono iba y venía entre la atmósfera, el océano y la tierra.

Y las simulaciones por ordenador arrojaron un resultado interesante: la cantidad de gas arrojada a la atmósfera por los volcanes era suficiente para explicar el cambio de temperatura y el ciclo del carbono, como se deduce de los foraminíferos de los núcleos de perforación. Además, el asteroide que formó el enorme cráter de Chicxulub, en lo que hoy es México, probablemente no produjo un pico tan grande de dióxido de carbono o de azufre como se creía, según muestra el análisis.

No todos están convencidos

Sin embargo, muchos científicos aún no están del todo convencidos de que este cálculo informático responda de una vez por todas a una pregunta que ha intrigado a los investigadores durante décadas. “Es una forma elegante de resolver este problema”, responde Sierra Petersen, geoquímica de la Universidad de Michigan. “Utilizar un modelo de esta forma da libertad para llegar a un consenso que tenga en cuenta muchos datos. Pero, como con cualquier modelo, la salida depende de la entrada”. Según Petersen, los foraminíferos no son el proxy ideal para deducir las temperaturas del pasado. Las proporciones de isótopos de oxígeno pueden cambiar no solo por la temperatura, sino también por la composición del agua de mar. Según Petersen, es probable que los modelos reproduzcan distintos patrones de liberación de gases en función de la temperatura.

También critica la conclusión del estudio. “Es un gran paso afirmar que este estudio demuestra que el impacto del meteorito no causó la extinción. Creo que solo demuestra que el impacto no liberó tanto gas”. Pero el asteroide aún pudo haber tenido un impacto mortal de otra manera. Por ejemplo, liberó grandes nubes de hollín y polvo en el aire. Investigaciones anteriores sugerían que esto podría haber reducido la luz solar que llega a la Tierra hasta en un 20 %, dejándola fría como una piedra y matando a muchos animales y plantas.

Así pues, aunque este estudio es una interesante aportación al debate sobre el final de la era de los dinosaurios, una vez más no ofrece una respuesta definitiva en el debate “erupción volcánica versus impacto de meteorito”, pero quizá sea un punto más para la teoría volcánica.

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