Árboles que contaminan ¿Sería mejor talar todos los robles?

¿Deberíamos preocuparnos por la influencia de los robles en la calidad del aire y repensar nuestras decisiones de plantación de árboles en un mundo en calentamiento global?

El pensamiento brota (y dura un momento) cuando los investigadores se dan cuenta de que algunos árboles (entre ellos robles y álamos) están provocando el deterioro de la calidad del aire en un mundo que se calienta.

Una nueva investigación (publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences) sugiere que, a medida que la Tierra sigue calentándose, algunos árboles emiten más isopreno. Y eso no es deseable. Porque el isopreno agrava la contaminación atmosférica.

¿Y qué pasa con el isopreno?

Es posible que nunca hayas oído hablar del isopreno, pero este hidrocarburo es el segundo más emitido en la Tierra, solo superado por el metano producido por actividades humanas. "El isopreno ha estado subestimado durante mucho tiempo, pero su importancia a la hora de medir la calidad del aire es asombrosa", argumenta el investigador Thomas Sharkey. Las plantas y los árboles lo producen durante la fotosíntesis por una razón crucial: el isopreno los hace más resistentes a factores estresantes como los insectos y el aumento de las temperaturas.

Investigaciones anteriores ya han demostrado que los cambios que experimenta actualmente nuestro planeta afectan a la producción de isopreno de los robles, por ejemplo, de formas diferentes (y algo contradictorias). Por ejemplo, los árboles y las plantas empiezan a producir menos isopreno cuando aumentan las concentraciones de CO₂. Pero mientras tanto, un aumento de la temperatura provoca a su vez un aumento de la producción de isopreno. Sin embargo, no estaba claro cómo se comparaba la disminución provocada por el aumento de la concentración de CO₂ con el incremento provocado por el aumento de la temperatura, es decir, cómo cambiaba exactamente la producción de isopreno en el fondo. El nuevo estudio aporta más claridad a este respecto.

En su estudio, los científicos determinaron qué respuesta subyace a la disminución de isopreno provocada por el aumento de las concentraciones de CO₂. “Los científicos llevaban mucho tiempo buscándolo”, afirma la investigadora Abira Sahu. “Y por fin lo hemos encontrado”. Y con esa información en su haber, los investigadores también pueden decir ahora más sobre cómo la disminución de la producción de isopreno provocada por las mayores concentraciones de CO₂ se relaciona con el aumento de la producción de isopreno provocado por el aumento de la temperatura. “Podemos concluir que el efecto que tiene la temperatura es mayor que el que tiene la concentración de CO₂”, dijo Sharkey. “Cuando se alcanzan los 35 grados centígrados, la concentración de CO₂ ya no deprime la producción de isopreno y este sale”. Los investigadores se basan en experimentos con álamos, entre otros. En estos experimentos, expusieron las hojas de los árboles a temperaturas de hasta 10 grados centígrados. A esa temperatura, la producción de isopreno se multiplicó por más de diez.

Contaminación atmosférica

Son malas noticias. Porque el isopreno interactúa con el óxido de nitrógeno, liberado al aire por los motores de los vehículos o las centrales eléctricas de carbón. Y esa interacción produce ozono, aerosoles y otros subproductos que no son saludables ni para los seres humanos ni para las propias plantas.

Que el isopreno tiene este efecto no es, como ya se ha dicho, ninguna novedad. Solo unos pocos son conscientes de ello. Por un breve momento, eso pareció cambiar en la década de 1980, cuando el entonces presidente estadounidense Ronald Reagan afirmó (erróneamente) que los árboles producían más contaminación atmosférica que los coches. En realidad, los árboles no son la fuente de la contaminación atmosférica. Lo somos nosotros, los humanos, con nuestros coches y nuestro consumo de electricidad. Los árboles solo agravan la contaminación atmosférica. 

“Es un fenómeno interesante”, opina Sharkey. “Ves corrientes de aire que se mueven sobre una ciudad, recogen óxidos de nitrógeno y luego se deslizan sobre un bosque donde se crea semejante brebaje tóxico”. Puede explicar por qué la calidad del aire a las afueras de la ciudad es a veces mucho peor que en ella, argumenta el investigador.

Se acabó lo de plantar un roble

Los investigadores quieren que su nuevo estudio aporte más datos sobre la cantidad de isopreno que producirán las plantas y los árboles en el futuro. Porque si lo sabemos, también podríamos prepararnos mejor para ello. Al mismo tiempo, también esperan que su estudio dé un poco más de publicidad a la producción de isopreno. Y que inspire a la gente y a los paisajistas a tomar decisiones más saludables. En concreto, significa que, en lugar de árboles productores de isopreno, como álamos y robles, quizá sea mejor elegir otra especie arbórea a la hora de plantar parques o bosques.

Pero, ¿qué hacer con todos los robles y álamos que ya han echado raíces en bosques, parques y patios? Aunque por un momento los investigadores pensaron que sería mejor talarlos, después de reflexionar un poco tienen una solución mejor: deberíamos centrarnos en reducir nuestras emisiones de óxidos de nitrógeno. Porque, si bien los árboles y plantas productores de isopreno empeoran aún más la calidad del aire cuando ya es mala, en realidad pueden mejorar aún más la calidad del aire limpio. Así pues, los productores de isopreno también pueden jugar a nuestro favor. Solo tenemos que mejorar la calidad del aire.

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