¿Por qué cuesta más reconocer las caras cuando están boca abajo?

Un hombre con la cabeza girada y un defecto congénito que ve el mundo al revés ayuda a los científicos a explicar por qué cuesta más reconocer las caras cuando están boca abajo en un estudio revelador sobre la percepción facial.

Cuando uno ve una cara conocida, reconoce inmediatamente a la persona. Pero si ves esa misma cara al revés, te cuesta mucho más ubicarla. ¿Por qué?

Para responder a esa pregunta, los investigadores estudiaron a Claudio, un hombre de 47 años con un peculiar defecto congénito. Concretamente, tiene la cabeza girada casi 180 grados, lo que le hace ver el mundo al revés. Como percibe el mundo que le rodea de una forma completamente distinta, los científicos le pidieron que participara en un interesante experimento. En este experimento, los investigadores querían entender por qué nos cuesta reconocer las caras que se nos presentan al revés.

El experimento

Los científicos saben desde hace tiempo que nuestra capacidad para reconocer caras disminuye significativamente, o incluso desaparece por completo, cuando un rostro se gira 180 grados. Sin embargo, ha resultado difícil determinar si este fenómeno es el resultado de mecanismos evolutivos o simplemente se debe al hecho de que vemos las caras en posición vertical. “Casi todo el mundo tiene mucha más experiencia viendo caras en posición vertical”, afirma el primer autor del nuevo estudio, Brad Duchaine. “Por lo tanto, es difícil determinar si el hecho de que tengamos dificultades con las caras giradas se debe a la evolución o a la experiencia. Pero como la cabeza de Claudio está en una posición casi invertida con respecto a las caras que ve, su situación nos brinda la oportunidad de investigar qué ocurre cuando las caras que percibe tienen una orientación distinta a la suya”.

Durante los experimentos realizados entre 2015 y 2019, el equipo de investigación puso a prueba la capacidad de Claudio para reconocer e identificar caras. También estudiaron lo bien que distinguía distorsiones, como ojos y bocas modificados, lo que se conoce como ilusión Thatcher. En este caso, la pregunta era: ¿cómo afecta la perspectiva única de Claudio a su capacidad para reconocer caras? ¿Y le afecta en algo esta diferencia de perspectiva?

Los resultados son interesantes. Por ejemplo, Claudio reconoció mejor las caras invertidas que el grupo de control. También identificó mejor las caras “Thatcherizadas”. Curiosamente, su puntuación fue similar a la del grupo de control a la hora de identificar la identidad de las caras.

La ilusión de Thatcher

A los investigadores les sorprendió cómo percibía Claudio las caras “Thatcherizadas”. En este caso, Claudio obtenía mejores resultados cuando las caras manipuladas aparecían en posición vertical. Aunque los investigadores admiten que no saben exactamente a qué se debe, sospechan que la ilusión Thatcher tiene su origen en mecanismos visuales distintos de la detección y el reconocimiento de caras. Además, creen que estos procesos distintos probablemente tuvieron su propia historia de desarrollo por separado.

Según los investigadores, el estudio nos da pistas interesantes sobre cómo percibimos y procesamos las caras en general. Por ejemplo, concluyen que nuestra capacidad para reconocer rostros erguidos probablemente se deba tanto a mecanismos evolutivos como a nuestras propias experiencias.

Combinación: experiencia y mecanismo visual

“Es sorprendente que Claudio no reconozca mejor las caras verticales que las invertidas”, dice Duchaine. “El hecho de que la orientación de las caras con las que tiene más experiencia no suponga ninguna ventaja sugiere que nuestra gran sensibilidad a las caras en posición vertical probablemente esté influida tanto por nuestra experiencia personal como por mecanismos innatos de nuestro sistema visual, que están específicamente sintonizados para reconocer caras en posición vertical”.

Los investigadores no abandonan todavía este interesante tema. De hecho, en futuros estudios esperan profundizar en otros aspectos de la percepción facial, como las expresiones faciales, la edad, el sexo, el atractivo, la dirección de la mirada y la fiabilidad. Además, también quieren seguir estudiando a Claudio. Por ejemplo, tienen previsto medir su actividad cerebral cuando ve caras. De este modo, esperan averiguar si su forma de procesar las caras se basa en los mismos procesos visuales que los de la mayoría de las personas.

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