La contaminación atmosférica también provoca bebés más pequeños, pero hay solución

Contaminación atmosférica y peso al nacer: la relación revelada por científicos noruegos, y cómo la vegetación puede mitigar los riesgos para la salud pulmonar de bebés en cinco países europeos

La contaminación atmosférica no solo es insalubre para los adultos, también afecta al feto. Las embarazadas que respiran aire sucio dan a luz bebés más pequeños de media, que además tienen más probabilidades de sufrir problemas pulmonares.

Científicos noruegos consiguieron relacionar cinco contaminantes de la atmósfera con un menor peso al nacer. Para ello, investigaciones anteriores ya mostraban una estrecha relación entre el peso al nacer y la salud pulmonar. Los bebés de poco peso son más propensos a padecer asma y, más adelante en la vida, tienen más probabilidades de desarrollar EPOC, antes conocida como bronquitis crónica o enfisema pulmonar.

Los investigadores explican que es importante seguir luchando contra la contaminación atmosférica y, al mismo tiempo, reverdecer pueblos y ciudades para evitar que los bebés y sus pulmones en desarrollo sufran daños duraderos. Los resultados se basan en datos del estudio Respiratory Health in Northern Europe (RHINE). En el estudio participaron 4286 niños y sus madres de cinco países europeos: Dinamarca, Noruega, Suecia, Islandia y Estonia.

Cinco sustancias nocivas

Los noruegos cartografiaron la cantidad de vegetación alrededor de los hogares de las futuras madres, midiendo la densidad de la vegetación con imágenes por satélite. Se incluyeron bosques y tierras de cultivo, así como parques y otros tipos de vegetación en zonas urbanizadas.

Además, los investigadores utilizaron los valores de cinco contaminantes para hacerse una idea del nivel de contaminación atmosférica en distintas zonas residenciales. Midieron el dióxido de nitrógeno (NO2), el ozono (O3), el carbono negro (BC) y dos tipos de partículas (PM2,5 y PM10) y comprobaron que la calidad media del aire se ajustaba a las estrictas normas europeas. Los científicos compararon toda esta información con el peso de los bebés al nacer, teniendo en cuenta al mismo tiempo el mayor número posible de factores que podían afectar al peso al nacer, como la edad de la madre, su hábito de fumar y cualquier problema de salud.

Bebés más pequeños: asma y EPOC

Al final, encontraron una clara relación entre la cantidad de contaminantes en la atmósfera y un menor peso al nacer, con PM2,5, PM10, NO2 y BC, que conducen a una disminución del peso al nacer de 48 a 56 gramos. Si se incluye la cantidad de vegetación alrededor del hogar, este efecto se hace mucho menor. 

En el estudio, las mujeres que vivían en zonas más verdes dieron a luz a bebés 27 gramos más pesados, de media, que las madres que vivían en zonas menos verdes.

“El tiempo que un bebé crece en el útero es crucial para el desarrollo pulmonar”, explica el investigador principal, Robin Mzati Sinsamala, de la Universidad noruega de Bergen. “Sabemos por investigaciones anteriores que los bebés con menor peso al nacer tienen más probabilidades de sufrir inflamación en el pecho, lo que puede provocar asma y EPOC más adelante. Nuestro estudio demuestra que incluso cantidades relativamente bajas de contaminación atmosférica hacen que nazcan bebés más pequeños y ligeros. Además, hemos descubierto que un entorno rico en árboles y plantas puede reducir este efecto. Podría deberse a que las zonas residenciales más verdes tienen menos tráfico por término medio o a que las plantas hacen que se eliminen toxinas del aire. También podría ser que las mujeres embarazadas hagan más ejercicio debido a la naturaleza acogedora de las zonas verdes. En cualquier caso, se ahorra una media de 27 gramos de peso al nacer”.

Efecto de la contaminación atmosférica

Este estudio forma parte de un programa de investigación más amplio llamado Life-GAP, que lleva décadas cartografiando en Europa los efectos sobre la salud de la contaminación atmosférica y las zonas verdes en los pulmones. “El estudio demuestra una vez más lo perjudicial que es la contaminación atmosférica para la salud pública, especialmente en bebés y niños pequeños vulnerables”, afirmó la profesora Arzu Yorgancioğlu, que no participó directamente en el estudio.

“Las mujeres embarazadas quieren proteger al feto en la medida de lo posible de los trastornos físicos y mentales. Pero como individuos, a veces no es posible influir en la exposición a toxinas o en la cantidad de vegetación del entorno vital inmediato. Los médicos e investigadores que nos preocupamos por la salud de los niños debemos presionar a los gobiernos y a los responsables políticos. El aire que respiramos puede y debe ser más limpio. Ahora que parece que algunos de los efectos nocivos de la contaminación atmosférica se compensan con zonas verdes en el entorno residencial inmediato, tenemos que actuar al respecto lo antes posible”, concluye Yorgancioğlu.

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