Estas aves pueden cambiar de amigos por comida, pero nunca abandonan a su familia

La sorprendente lealtad de las grajillas: cambian de amigos por comida, pero nunca abandonan a sus familias, revelando valiosas lecciones sobre la evolución de la inteligencia y las decisiones sociales.

La grajilla es un pájaro cantor brillante. Sabe cuándo llega el momento en que debe cambiar a sus viejos amigos para conseguir un sabroso bocado. Sin embargo, siempre permanece leal a su familia, pase lo que pase. Por eso, está dispuesto incluso a pasar hambre.

¿Hasta qué punto es leal una grajilla? Eso es lo que se preguntaron unos investigadores británicos. Para averiguarlo, realizaron un experimento en el que las aves silvestres, emparentadas con los cuervos, podían ganarse sabrosos gusanos de la harina. 

Sin embargo, para ello tenían que revolotear hasta el comedero junto con determinados congéneres (colocados en el mismo grupo por los investigadores) o no tendrían nada que picar.

En las buenas y en las malas

Los pájaros le cogieron rápidamente el truco y no sabían lo rápido que tenían que cambiar de amigos para embolsarse las mayores recompensas. Pero los lazos familiares resultaron ser más fuertes que su apetito: las grajillas apoyaron a sus crías, hermanos, hermanas y parejas (las grajillas eligen una pareja para toda la vida) en las buenas y en las malas, fuera cual fuera el resultado en el punto de alimentación. Esto revela muchas cosas sobre cómo los animales mantienen sus relaciones sociales.

La grajilla tiene un plumaje gris oscuro con la parte posterior de la cabeza gris claro. A veces se confunde con el cuervo, que tiene las plumas completamente negras. Sin embargo, con una longitud de 34 a 39 centímetros y una envergadura de 64 a 73 centímetros, las grajillas son mucho más pequeñas que los cuervos, que pueden llegar a medir 51 centímetros y tener una envergadura de hasta un metro. Además, los cuervos pesan algo más de medio kilo, mientras que las grajillas solo unos 250 gramos.

El profesor Alex Thornton, de la Universidad de Exeter, explica cómo fue el experimento. “Analizamos el comportamiento de cientos de grajillas en libertad en el marco del Proyecto Grajilla de Cornualles. A cada ave se le colocó una anilla alrededor de la pata, que contenía una pequeña etiqueta PIT. Se trata de un chip transpondedor similar al que llevan los perros y los gatos”.

“En este experimento, dividimos aleatoriamente a las grajillas en dos grupos: grupo A o grupo B. Programamos previamente las etiquetas PIT para que la trampilla con deliciosos gusanos de la harina se abriera solo cuando dos grajillas del mismo grupo (AA o BB) llegaran al comedero”.

La amistad es una ilusión

Los pájaros pronto se dieron cuenta de cómo era. “Los masticables parecen actuar de manera muy estratégica y rápida, aprenden a pasar el rato con los miembros de su propio grupo para que puedan ganar la mayor cantidad de recompensas. Ya no ven a sus viejos ‘amigos’, que pertenecen al otro grupo. Pero hacen una excepción para los compañeros que están genéticamente más cerca de sí mismos: su pareja, hijos, hermanos y hermanas”, explica Thornton.

“Estos resultados tienen implicaciones importantes para nuestra comprensión de la evolución de la inteligencia entre nuestros amigos emplumados”, afirma el investigador Michael Kings de la Universidad de Exeter. Las grajilas muestran que no tienen problemas para recordar información sobre sus interlocutores sociales y aprovecharla en la vida cotidiana.

Decisiones a largo y corto plazo

El simple experimento también dice algo sobre nuestra propia sociedad. “Los hallazgos de nuestro estudio también nos ayudan a comprender cómo surgen las sociedades de las decisiones individuales”, concluye el investigador Josh Arbon de la Universidad de Bristol.

“El equilibrio entre la elección estratégica para obtener ganancias a corto plazo e invertir en socios valiosos con los que forjas un vínculo de por vida, es la base de la estructura que compone las sociedades animales, y nuestra propia sociedad no es diferente”.

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